Sarah se tambaleaba con cada paso que daba. Su estómago estaba más vacío que nunca y su cuerpo estaba deshidratado. No le falta tiempo para desfallecer.
Sin embargo, el amor era lo que la mantenía en pie.
Caminó durante horas, tomando de vez en cuando un breve descanso hasta que llegó por fin. Y allí lo vio, de pie con su ballesta al hombro y hablando con un hombre delgado, blanco, alto, cabello corto y castaño, y de poca barba.
Sarah apoyó su cuerpo en un tronco con pesadez. Lo vio por unos segundos y sintió que su corazón se detuvo. Jadeante, hambrienta y cansada, cerró los ojos y sonrió. Estaba feliz.
Dando pasos cortos y tambaleantes, se dirigió hacia esa malla llena de Caminantes queriendo entrar en ese enorme lugar. Pudo notar que tenían muchas personas allí dentro y reconoció algunas de ellas. Antes vivían en Woodbury.
Cruzó el pequeño puente de madera, con pasos débiles y repitiendo entre susurros el nombre de Daryl. Evidentemente él no le escuchaba desde esa distancia.
Ambos estaban concentrados en su conversación hasta que escucharon un ruido estruendoso en la malla que los protegía de los Caminantes. En ese momento como un fantasma, ella se presentó allí: pálida, sucia y golpeada; Daryl divisó a la joven rubia que había creído ver hacía días atrás, pero que de pronto desapareció de su vista. Creía que era un espejismo, pero después de parpadear dos veces y escuchar la voz de su amigo que preguntaba quién era la mujer que repetía su nombre, se dio cuenta de que no estaba alucinando. Estaba en sus cinco sentidos y necesitaba tenerla cerca. Al verla sintió un vuelco en el corazón.
- Rick, abre el portón -dijo en un susurro primero-. ¡Abre! -dijo con más fuerza y salió corriendo hacia la entrada-. ¡Abre el maldito portón, Rick! ¡Abre!
- ¡Carl! -gritó el hombre.
Su amigo nunca lo había visto reaccionar de esa forma antes y un poco dudoso abrió los portones con la ayuda de su hijo mayor, Carl, con cuidado y cubrió sus espaldas de los Caminantes mientras este loco enamorado corría desesperado por tocar a esa mujer y cerciorarse de que era real. Sentir sus huesos, su piel, asegurarse de que no estaba soñando despierto.
- Daryl -ella dijo en un murmullo y se quedó allí, de pie, ya que no tenía fuerzas para avanzar.
Rick Grimes disparaba con precisión en la cabeza de los caminantes, tratando de llamar su atención para dejar el paso libre a su amigo, a quien no le importaba nada a su alrededor más que a la mujer que estaba debilitada frente a él.
Al estar frente a frente, Daryl sujetó por los hombros, con cuidado, a la mujer delgada y golpeada, que vagamente sonreía al verlo. Con el sudor en la frente, los ojos hinchados de poco dormir y con los golpes de tonos morados y verduscos sobre sus labios, el ojo derecho y las dos mejillas, Sarah reía de alegría hasta que se desmayó en aquellos brazos que la sujetaban con fuerza y la cargan hasta una de las celdas de la prisión.
Era ella. Era él. No podía ser un sueño. Sus mentes no podían estar jugándoles una mala partida. Eran ellos. Por fin estaban juntos.
Rick no muy convencido la dejó entrar para que Hershel la ayudara. Tenía miedo de dejar a una extraña con ellos, pero no discutió por Daryl. No estaba seguro si había sido mordida por algún Caminante, pero sabía que su amigo en esos momentos no iba razonar. Le pidió ayuda su amigo Hershel, quiso entrar y quedarse con ella, pero Maggie lo fue empujando suavemente hacia atrás para que les diera un poco espacio. Después de tanto tiempo separados, no quería estar lejos de ella ahora que más lo necesitaba. Daryl insistía al igual que Maggie hasta que por fin lo convenció en que esperara. Antes de irse miró a Hershel y le pidió que la salvara.
- Hershel -dijo que el hombre de la chaqueta con alas en la espalda desesperado-, tienes que salvarla por favor.
- Está muy débil -dijo el hombre con prótesis en la pierna.
- Por favor -suplicó Daryl. El anciano se compadeció del dolor de hombre y asintió.
- Haré lo que esté en mis manos -concluyó y Daryl complacido agradeció.
Maggie, la hija mayor del anciano, le ayudó a su padre. Carol presenciando la escena se acercó a aquel hombre preocupado y lo tranquilizó diciéndole que ellos harían lo posible para salvarla, que ella estaría bien.
Y efectivamente, ella estaría bien. Después de todo lo que ha pasado y lo que ha sufrido y aguantado para llegar ahí, a pesar de todo ese dolor, ella estaría bien. Más ahora que estaba con él. Ahora sí tenía una razón para seguir viviendo.
Daryl, por otro lado estaba que se moría por esperar. No quería estar más tiempo lejos de ella. No podía. Había jurado que si la encontraba, nunca la dejaría ir. Si embargo, ahora no tenía más remedio que aceptar, apartarse y esperar.
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