El Gobernador y Rick entablaron una larga conversión "pacífica" en la que que el primero quería que el grupo del segundo se rindiera y les dejaran la prisión para vivir. Obviamente Rick trató de convencerlo en que todo terminaría bien si ellos se rendían e incluso prometió que tendrían un lugar junto con todos los demás.
Todos se apuntaba entre sí con sus armas. El Gobernador al no conseguir lo que buscaba recurrió a fuerzas mayores. Tenía en sus manos la katana de Michonne justo en el cuello de su buen amigo Hershel. Tomó impulso y golpeó el cuello del anciano con la fina hoja de la espada japonesa.
La sangre salpicaba por todas partes sin cesar mojando con ella el césped, un poco a Michonne, algunas personas que estaban cerca e incluso al mismo Gobernador. Maggie y Beth lloraban como nunca antes. Era lo único que ellas tenían de la familia que perdieron en aquella granja. Iban a comenzar los disparos hasta que El Gobernador dijo:
- Yo no haría eso si fuera tú Rick.
Se dirigió hacia el auto azul y abrió la puerta. Detrás de ella se encontraba Sarah. El corazón de Daryl se agitó con fuerza y apuntó a su cabeza con su arma de fuego. Estaba atada y amordazada. Las lágrimas corrían por sus mejillas. Hasta Michonne estaba sorprendida de verla. No tenía ni la menor idea que ella había sido capturada por aquel hombre del parche.
- Ahora, ríndete -dijo con tono amenazador.
- ¿Sarah? -dijo Michonne sorprendida.
Sarah empujó con su lengua el trozo de tela en su boca que le impedía hablar o gritar hasta que pudo liberarse.
- Daryl... -murmuró-. ¡Daryl! ¡Dispárale! -gritó.
- ¡Si lo haces ella muere de la misma forma o peor que aquel anciano! -vociferó mientras apuntaba con la misma katana bañada en sangre, el cuello de la chica.
- ¡No lo escuches, Daryl! ¡Hazlo!
El Gobernador la golpeó en la cabeza con el mango de la pistola que había sacado de su estuche después de lanzar la katana al suelo. La frente de Sarah sangraba, pero ella no se rindió. Ella siguió gritándole a Daryl que no dudara y matara a ese monstruo que, sin piedad, siguió golpeando a la pobre muchacha. Daryl no sabía qué hacer. Si disparaba ella moría, pero si no lo hacía todos los demás morirían. ¿Qué decisión debía tomar: arriesgar la vida de sus amigos y familia o sacrificar al amor de su vida?
Las personas que le acompañaban comenzaban a arrepentirse conforme observaban como aquel hombre que aparentaba ser una buena persona, golpeaba aquella mujer sin muestra de compasión alguna y con tanta violencia. Comenzaban a temerle, por lo que no querían contradecirlo; de esa forma él no la tomaría en su contra después. Cada uno observaba la manera tan agresiva en que él la golpeaba. Estaba furioso, lleno de rabia. Una mujer se escondió detrás de uno de los autos y lloraba, después de vomitar al ver cómo moría aquel anciano que ella no conocía. Michonne cerró sus ojos porque no podía ver tal masacre. El Gobernador odiaba a Rick por quitarle la autoridad que había ganado con tanto esfuerzo. Odiaba a Michonne a quien deseaba matar con toda su alma por haber "asesinado" a su única hija. Pero al que más odiaba era a Daryl Dixon porque él tenía algo que él deseaba con todas sus fuerzas.
Philip Blake o mejor conocido como El Gobernador, se sentía atraído por aquella mujer a la que tanto estaba golpeando. Sentía que debía protegerla al saber que había perdido su memoria. Durante el tiempo que estuvieron juntos, intentó conseguir su corazón. Sin embargo, al sentir el rechazo de ella buscó algo de consuelo en la rubia que había llegado unos días después. Andrea. Y se refugió en sus brazos. Odiaba ser rechazado. Era algo que jamás perdonaría.
- Da-ry-l... -apenas pudo pronunciar cuando este terminó de golpearla.
- Aún en estos momentos en lugar de implorar por tu vida, piensas en él -dijo con cierto dolor y rabia en su voz.
- Si-em-pre -dijo mientras lo miraba con desprecio.
El Gobernador la golpeó una última vez y la levantó a la fuerza del cabello, aún sabiendo que no podía sostenerse sobre sus propios pies. Su rostro se tiñó de rojo por la sangre y estaba hinchado por los golpes. Sarah sentía que el rostro le ardía y le palpitaba. A Daryl le hervía la sangre de la rabia que sentía al presenciar tal escena tan cobarde de ese hombre.
- Daryl, te amo -dijo Sarah entre sollozos y con la voz temblorosa mientras era sujetada del cuello por El Gobernador-. Te amo.
¡PUM!
~Fin~
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¡¡Perdón!! 🙈🙈🙈
En unos días publicaré la tercera parte. Mientras tanto, ya saben, tengo más historias y pueden pasarse a ver qué les gusta. Espero encontrarles en alguna de ellas. :)
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¡¡Gracias por leer, hasta pronto!!
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