Caminaba por los pasillos de la prisión con rumbo a su celda. Hoy tuvo un día pesado y quería descansar. De repente un chico de quince años tímidamente se acercó a ella y le entregó un pequeño ramo de bellas flores amarillas que crecieron en los campos de la prisión.
- Son para usted -le dijo.
- Gracias -ella respondió con amabilidad. Ella iba a avanzar hasta que él la detuvo de nuevo-. ¿Sucede algo Tim?
- ¿Te puedo tocar el dedo? -dijo con timidez y sus mejillas se tornaron rojas al decirlo.
- ¿Cómo? -ella se sorprendió.
- Es para ver si eres real -trató de aguantar una risa descontrolada y le dio su dedo para que lo tocara.
Su mano era temblorosa y fría al tacto. Luego Sarah escuchó que alguien sonaba su garganta y ella se sobresaltó. El joven se fue corriendo asustado cuando notó a Daryl apoyado en la pared con una flecha en la mano.
- Es todo un don juan -dijo burlón.
- Es tierno -dijo ella riendo.
- Tierno, ¿eh? -dijo dándole vueltas a su flecha.
- ¿Estás celoso de un niño de quince años? -puso sus manos en la cintura y balanceó su cuerpo a un lado.
- No. Eso sería una locura -ella comenzó a reír-. ¿De qué te ríes?
- De ti. Eres un celoso de mierda ¿lo sabías? -dijo riendo.
- Sí, y ¿qué? -bajó la mirada.
- Es lindo -dijo y comenzó a acercarse a él despacio. Él no la miró.
Ella tomó su rostro entre sus manos y lo miró a los ojos.
- Te amo, Daryl Dixon -dijo con seriedad. Él no respondió, pero en su mirada ella sabía que él también.
- ¿De verdad te gustó lo del dedo?
Al matar el momento con su comentario, ella empezó a reír sin control.
- ¿Me darías un beso? -dijo Daryl espontáneamente y ella dejó de reír.
- ¿Qué?
- Para saber que no estoy soñando.
- Daryl -dijo ella acunando su rostro de nuevo con sus manos-, no es necesario un beso para verificarlo. Además, tú no tienes que pedir permiso -dijo mordiéndose el labio inferior. Le dio un beso en la mejilla y se fue.
Daryl se quedó allí de pie con su flecha. Luego se volteó y con un movimiento rápido tomó su brazo y la hizo volverse. Dejó caer su flecha al suelo. Puso una mano en su cintura y la otra en su cuello para acercar su rostro al de él. Sus labios se juntaron en un profundo y apasionado beso que tomó por sorpresa a Sarah. Al separarse para buscar un poco de aire, se miraron a los ojos fijamente.
- Eres un ladrón de besos, Daryl Dixon -susurró con la voz entrecortada.
- No tengo que pedir permiso -reiteró, tomó su flecha y se fue dejándola con el corazón en la boca.
...
Eres el ladrón de mis pensamientos, Daryl Dixon.
¿Algún día seré capaz de ver tu rostro de nuevo?
Tengo tanto miedo de llegar a olvidarlo. Como olvidé el de mi familia. Hace tiempo que los olvidé. Ahora lo único que recuerdo de ellos son sus nombres. No quiero que eso llegue a pasar contigo. No lo soportaría. No.
...
- ¡Vaya! -dijo una voz grave en su oído, sorprendiendo a la chica haciéndola sobresaltar. Negan notó un pequeño fragmento de lo que su "esposa" estaba escribiendo en su cuaderno y luego hacia los demás papeles-. Ya haz escrito bastante -dijo separándose de ella y dirigiendo a Lucille en dirección a la montaña de hojas a un lado de la mesa-. Estoy ansioso por escucharla.
- No te arrepentirás -dijo Sarah cortante. Su corazón latía con fuerza al sentir tal proximidad entre ellos.
- Eso espero, preciosa -advirtió-. Ahora me debo ir, tengo unos asuntos de mierda que debo resolver.
El hombre estaba furioso. Unas personas le habían desafiado al irrumpir en una de sus bases hacía unos pocos días. Pero su fiel aliado Dwight había capturado a tres de ellos el día anterior.
- Ahora te dejo terminar, debo darles la bienvenida a nuestros tres invitados de honor -dijo con sarcasmo y se fue silbando y moviendo su bate en círculos- Como anfitrión debo hacerlos sentir como en casa, ¿no crees? -lanzó una de sus típicas sonrisas burlonas, mostrando sus perfectos dientes blancos. Luego se detuvo en el marco de la puerta-. Es más, ¿por qué no vienes conmigo? Ponte algo bonito. Esto te va a gustar -soltó una sonrisa maliciosa y su mirada se tornó oscura de repente.
El cuerpo de Sarah comenzó a temblar como nunca. Tenía miedo por alguna razón inexplicable. ¿Por qué querría que ella fuera con él? No tenía sentido. Luego miró de nuevo su cuaderno y vio el nombre de Daryl escrito en aquel pedazo de papel. No había notado que su nombre estaba escrito allí. Fue algo involuntario, algo improvisado que salió despreocupado de su mente.
- ¡Mierda! -gritó por lo bajo y se dio unos golpecitos en la frente-. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
"Espero que no lo haya leído" -se dijo a sí misma.
Se dirigió a su ropero y escogió un jeans, una blusa verde olivo, unas botas y una chaqueta negra. Debía ir lo más cómoda posible, sabía perfectamente cómo era allí afuera.
Luego se dirigió a la armería del Santuario y pidió que le dieran un arma, algunas municiones y un cuchillo. Debía estar preparada para lo peor. Se fue justo donde Negan la esperaba con sus muchos hombres y sus autos. Entre ellos, destacaba una camioneta negra cargada y cerrada.
- Que sexy te vez así -dijo Negan pasándose la lengua por los dientes-. Justo como cuando te conocí -le lanzó una sonrisa traviesa dejando ver sus dientes blancos, nuevamente-. Muy bien estamos listos. ¡Vámonos!
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