Tenía un lindo auto, una hermosa esposa a la que adoraba con todo su corazón, una linda casa, un buen trabajo y una buena vida. Era un hombre común y corriente. Uno como los demás. ¿Que había cambiado, entonces? Nada, solo el mundo. Eso fue lo que cambió.
Ella se le parecía. Ella le recordaba aquellos días en los que era rotundamente feliz. ¿Cómo podría dejar eso ir? No podía dejar ir lo único preciado y lindo que tenía en ese mundo tan cruel y tan hecho mierda. Simplemente no quería y no podía.
- ¿Qué me estás proponiendo? -dijo ella sorprendida.
- Meghan, yo de verdad te quiero a mi lado. Eres mi esposa después de todo.
- ¿Quieres que me acueste contigo?
- Una noche -dijo él-. Es lo único que pido.
- ¿Y Daryl será libre?
- Así es. Y si aún así tú decides irte, yo aceptaré tu decisión y te dejaré ir con él.
- Es una broma, ¿verdad?
- Nunca he sido más serio en toda mi vida.
Su plan era simple: ella se entregaba a él y dejaba ir a Daryl, pero no sin antes decirle qué había pasado entre ellos. De esa forma él la rechazaría y ella regresaría a sus brazos.
- No lo sé.
- ¿Tan difícil es decidir si acostarte conmigo o no?
- No es eso -dijo bajando la cabeza.
No era del todo una mentira; sin embargo, ella no quería serle infiel a Daryl en cuerpo. Con costos se dejaba besar a la fuerza por Negan y ahora tendría que dormir con él una noche, nada más. Pero, ¿qué pensaría Daryl? Claramente no querría tenerla a su lado nunca más. Habría dormido con el enemigo, con el hombre que asesinó a sus amigos y encerrado al amor de su vida en una celda oscura y fría.
- Está bien, te daré el tiempo que necesites para pensarlo -dijo finalmente Negan al no escuchar respuesta salir de sus labios.
Otra vez se veía envuelta en una situación de decisiones difíciles. Primero, asesinar a su familia que había sido lo más difícil de hacer desde que esto empezó. Segundo, dejar a Daryl. Tercero, volver a dejar a Daryl cuando el Gobernador destruyó su hogar. Cuarto, la muerte de la niña que había salvado su vida. Quinto, decidir ser Negan. Ahora, decidir si dejar a Daryl sufriendo más tiempo en aquella celda o liberarlo.
Ella admitía que Negan era un hombre atractivo y que su sonrisa paralizaría a cualquier chica, pero ¿qué pasaría con ella y con Daryl después de eso? Ya no tendría cara para verlo a los ojos. ¡Ah! Lo mucho que adoraba ver sus ojos azules, tiernos y orgullos, pero adorables.
- De acuerdo -dijo ella antes que él saliera de la habitación. Él se detuvo y, sorprendido, la miró a los ojos.
Notaba el pesar que estaba sintiendo, el esfuerzo que ella hacía por no llorar. Le dolía, pero al fin tendría lo que desde hacía tanto tiempo quería.
- Lo haré -repitió.
Él sin decir una palabra se acercó a ella rápidamente, levantó su rostro para ver sus grandes y hermosos ojos y la besó tiernamente en los labios. Luego la levantó de su asiento y el besó se hizo más profundo e intenso. Al escuchar sus palabras simplemente no lo pensó ni dos veces. No podía dejar pasar esta oportunidad. Él pasó su mano por su espalda levantando su blusa, sintiendo su piel. Luego bajó a su trasero y de ahí a sus piernas haciéndola levantar del suelo, incándose un poco para tomar impulso. Ella rodeaba su cadera con sus piernas y sus brazos estaban alrededor de su cuello.
Él se la llevó y la tumbó en la cama, besándola con pasión. Pasaba sus manos por sus piernas descubiertas, luego mordió su labio inferior antes de separarse de ella para quitarse la camisa y quitarle la de ella dejando descubiertos sus senos. Separó sus piernas con su cuerpo y la volvió a besar en los labios. Luego, besó su cuello dejándole notorias marcas. Las marcas de la traición.
- Te voy hacer olvidarlo, ya ni te acordarás de su nombre -dijo él decidido a lograrlo, pero ella no quería olvidarlo. Ya una vez lo hizo y se sintió vacía.
Él siguió bajando, besándola con pasión por su clavícula, sus senos, su vientre. Le quitó los shorts con todo y bragas, y por último la besó con pasión en la parte más íntima de su anatomía. Esa parte que sólo Daryl había besado antes, hasta ese momento.
Estaba disfrutándolo, no podía negarlo. Era algo natural. Hacía tanto tiempo que no saciaba sus deseos internos reprimidos. Esos deseos que estaba guardando para su reencuentro con Daryl. Estaba sintiendo un enorme placer y por ello se sentía culpable, lo que no la dejaba disfrutarlo como lo hubiera deseado.
¿Qué estoy haciendo? -se preguntaba mientras el rostro de Negan desaparecía entre sus piernas-. Perdóname Daryl. Perdóname.
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