Hace dos noches me encontré con una fogata en medio del bosque. Fue un milagro que estuviera allí. Tenía mucho frío y había caminado durante horas.
No sé cómo llamarlo. Suerte o tal vez destino, pero cualquiera que sea quería que nos encontráramos allí.
Me acerqué a la cálida llama. Había una persona allí, sentado, estaba cocinando un animal. Olía delicioso. Estaba cada vez más cerca cuando me di cuenta de que era él. Era Daryl.
En ese momento sentí el impulso de correr a sus brazos. Besarlo. Abrazarlo. Estar con él. Pero me arrepentí y di unos pasos hacia atrás hasta que sin querer hice ruido pisando una rama advirtiendo mi posición. Estaba asustada. No quería que me viera, pero sucedió todo lo contrario.
¿Qué se puede hacer? A veces las cosas no suceden como uno quiere.
Él me vio y corrió hacia mí. Dijo mi nombre y yo el de él. Nos miramos unos segundos y luego él me rodeó con sus fuertes brazos y yo le correspondí. Luego nos separamos, acunó mi rostro entre sus manos como solía hacer y me besó en los labios.
Lo extrañaba tanto.
...
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?
- Ni siquiera sabía que habías logrado escapar.
- Bueno, ahora ya nada de eso importa -susurró.
...
Sé que no ha pasado tanto tiempo desde la última vez, pero en verdad lo extrañaba.
Hablamos por un largo rato mientras el fuego se mantenía vivaz para calentarnos en aquella fría noche.
Y como si nada hubiera pasado entre nosotros, como si el tiempo no nos hubiera rebasado, como si todo siguiera igual que antes nuestras almas, pensamientos y los corazones se conectaron como uno solo.
Respondí a sus preguntas: ¿cómo llegué al Santuario? ¿Cuánto tiempo estuve allí? ¿Qué había pasado con El Gobernador? Y muchas más. Fui honesta. Esta vez no mentí.
Daryl parecía sorprendido, pero por alguna razón que jamás entenderé, no se veía ni sorprendido ni horrorizado por todas las cosas que hice durante este tiempo.
Iba por ahí actuando en nombre de Negan, sometiendo a las personas ante su voluntad, obligándolas a obedecer e incluso presencié escenas horribles de las cuales aún siento culpa y remordimientos. Fui una salvadora temible, de aquellas que con solo mirar se erizaba la piel y comenzabas a suplicar sin vacilar.
Fue esa una de las razones por las que Negan se empezó a fijar en mí como algo más que solo una salvadora.
Le dije que no me sentía orgullosa de todo lo que hice. Tenía que aceptar mi nueva vida, mi nueva identidad y sobre todo debía aceptar que lo había perdido.
Después de varias horas frente al fuego, contando historias pasadas, recordar los viejos tiempos y demás Daryl y yo estuvimos juntos esa noche.
No sé cómo ocurrió, pero me encantó.
Primero comenzó con un beso. Un dulce, tierno y delicioso beso que venía de sus labios. Luego, se fue intensificando lentamente. Fue inevitable el no resistirse.
Daryl besaba mi cuello y los vellos de su barba raspaban mi piel. Al principio me gustó hasta que recordé la sensación de los besos de Negan sobre mi cuerpo y me separé de él incómoda, culpable, frustrada.
Cerré mis ojos un momento, respiré y traté de mentalizar que no era él. Miré de vuelta a Daryl, quien me miraba desconcertado y me acerqué a él como antes. Lo besé esa vez y ya no sentí remordimientos. Sabía que era Daryl y me abandoné en sus brazos.
Confiada. Apasionada. Enamorada.
Era mi arquero.
...
- Ven conmigo -me dijo mientras acariciaba mi cabello con suavidad-. A Alexandria. Rick te recibirá. Todos pensamos que habías muerto, ahora sabrán que estas bien y que has vuelto con nosotros.
- No me aceptarán -dirigí mi miraba hacia sus ojos. Vi mi reflejo en ellos y me veía asustada-. Fui una salvadora, Daryl. Pensarán que los traicioné aquel día. Yo pude detener lo que pasó y no lo hice. Rick no me lo perdonará.
- Eso no es verdad. Es más, ni siquiera tiene que saberlo.
- Imposible -afirmé.
- ¿Por qué?
- Rick ya lo sabe -no dijo nada.
...
Aún recuerdo esa mirada. Rick me veía desconcertado, receloso, furioso. Esa mirada aún me persigue.
...
- Además, Carl...
- No importa -me interrumpió-. Les diremos que tú me ayudaste a salir.
- Daryl, yo...
- Tú me ayudaste a salir -decidí no discutir con él para no arruinar el momento.
- De acuerdo.
...
Besé su pecho y él mi cabeza con ternura y finalmente nos quedamos dormidos. Acurrucados. No sentimos frío dado el calor que nuestros cuerpos desprendían. Nuestras piernas entrelazadas entre sí, sin saber cuál era la mía y cuál la de él.
No había dormido tan a gusto en mucho tiempo.
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