El Diario de una Vida Agridulce.

Capítulo 5: Turisteando el sueño.

Viernes, 6 de enero.  

 

Relato de epifanía Romana: Simplemente no pudimos escoger peor día para ir a la ciudad, y no solo a la ciudad, sino a la Basilica San Pietro. La piazza estaba colmada de personas esperando a que el papa saliera por la usual ventanita a compartir unas palabras relacionadas al día de reyes. Tras el discurso, nos escabullimos de regreso al carro, bajamos en Piazza del Popolo (más llena que de costumbre), ingresamos a las iglesias mellizas y subimos a Terrazza del Pincio a las afueras de Villa Borghese para seguir por Viale Adamo Mickievicz al monumento a Enrico e Giovanni Cairoli tomando por Viale della Trinità dei Monti hacia la chiesa y famosas escaleras del mismo nombre. Piazza Spagna estaba tan llena que no se veía la Fontana de la Barcaccia.  

 

Cansados de la multitud, almorzamos en Otello alla concordia y adivinen qué, al salir el ambiente no mejoró, intentamos entrar al panteón, pero estaba repleto, así que nos separamos. Mi hermano, Silvi y Giorgio fueron a por el carro que estaba cerca de Porta Pinciana, mientras mis papás y yo caminamos por el Lungotevere hacia San Pietro porque ellos esperaban poder entrar a la basílica esta vez, no tuvimos éxito.  

 

Mi mamá y yo nos quedamos reposando en una columna de Bernini mientras mi papá caminaba por ahí. Por alguna razón se llegó al tema de mi futuro profesional, mi ansiedad se encargó de hacerme llorar en virtud de mi inseguridad. Finalmente, llegaron por nosotros y pudimos irnos a descansar.   

 

 

 

 

Sábado, 7 de enero.  

Firenze, Toscana. 

 

Odio no poder evocar mi estadía en la cuna del renacimiento, más aun sabiendo cuánto quería volver después de las pocas horas que estuve en el verano de 2019. No imaginan todos los posters que colgué, los dibujos que hice, los escenarios que planteé en los años anteriores para que ya materializado el sueño lo olvidara en gran medida. Fui feliz, indudablemente, más me gustaría escribir tomos al respecto, no tener que recurrir a mi galería para contar lo que pasó una vez allí.  

 

Llegamos por la mañana y a petición mía fuimos a la basílica de Santa Maria del Fiore, la fila para entrar era muy larga por lo que mi hermano y cuñada se quedaron esperando mientras los demás visitamos Capel Medici, una completa locura.  

 

Mis ojos no podían creer lo que veían, Firenze es demasiado magnifica para ser real; lagrimas incrédulas resbalaron por mis mejillas en cada esquina. Regresamos a la basílica, ingresamos y no puedo explicar lo feliz que me sentí al ver el fresco al interior de la cúpula.  

 

Esa tarde hicimos un Free Walking Tour sobre la historia de los Medici y al anochecer ingresamos a Palazzo Vecchio porque rogué hasta que se vieron obligados a ceder. No exagero cuando digo que éramos nada más cinco personas en el museo a esa hora, los salones oscuros y vacíos tienen un encanto místico.                                        

 

Al día siguiente fuimos a Galleria Uffizi, me separé de mis padres porque no toleraba seguirles el paso lento e ignorante cuando había tanto que ver. Después de un regaño, dimos un vistazo a Galleria della Academia pues moría de ganas por conocer el David de Michelangelo. 

Almorzamos Lampredotto en loggia del Mercato Nuovo donde también lancé una moneda a la Fontana del Porcellino, recibiendo una felicitación ya que mi lanzamiento fue preciso haciendo que la moneda cayera justo en el desagüe lo que para los florentinos significaba que mis sueños se harían realidad.  

 

Subimos a Piazzale Michelangelo a eso de las tres para despedir la ciudad con la mejor vista posible, nos desviamos a Pisa para ver la famosa torre inclinada de noche bajo la lluvia, lo que añadió un toque de magia y colorín colorado, el itinerario agitado había terminado, regresamos a Roma de una vez por todas.   




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