Estaban a finales de otoño, inicios de invierno y las cosas estaban demasiado alborotadas como para preocuparse por el inicio de las clases. El pelo de dos pelirrojos era sacudido por una brisa, dos personas que estaban separadas, pero que al cerrar los ojos volvían a unirse. Sabiendo eso, Marcos cerraba los ojos constantemente para poder ver a su hermana, a quien no quería hablarle por enojo, pero quería estar cerca de ella.
Se encontraba en el bosque, se había escapado con la ayuda de chico espada y solo se encontraba con Leaf, un amigo de su hermana, un niño hada, que tonteaba junto con Uriel, haciendo carreras de vuelo que él presenciaba, sabía que podía volar con ellos utilizando a Jane, su fénix, pero prefería solo seguir buscando a su gemela. Era un pedazo que le faltaba.
El lío de la cabeza de la pelirroja hacía que sea más difícil poder visualizarlo, pero seguía intentándolo, seguía buscando en el interior del otro lo que no hallaba en el suyo.
Ahora se encontraba con los ojos cerrados sentada. Sintiendo la brisa congelada en su cara, intentando organizar sus tareas, su pañuelo danzaba con esa ventisca invernal. ¿Cómo encontraría la manera de volver a hacer a Josefina humana? ¿Cómo haría que Marcos la perdone? ¿Y despertar a el chico durmiente? ¿Cómo detendría a las sociedades? ¿Acaso podría considerar a alguna su aliada? No compartían intereses con su causa.
En ese tiempo hizo lo imposible por entrenar su vista, causando una habilidad extraordinaria para lograr identificar cualquier criatura. Podía ver a las hadas y duendecillos, a quienes le había permitido ingresar al jardín y jugar un rato en esa zona prohibida. Era algo muy utilizado por su grupo y sus aliados, Los servidores del horizonte, después de haber salido las cosas tan mal, los mayores y el capitán decidieron tener una alianza, les parecía conveniente.
Escuchó a Lilim caminar hacia ella, si, estaba caminando. Sabía que lo hacía para que no se sobresaltara. Había aprendido que ella era una asesina silenciosa cuando quería, se sentaba en el pasto a su lado, le dedicó una mirada de tedio al resto de las criaturas, no las aguantaba.
—Algo le pasa a tu amiga —le dijo tranquila.
— ¿Crees que no lo sé? —preguntó sin abrir sus ojos mientras hablaba con un tono retador.
No quería admitirlo, pero estaba algo molesta por lo impotente que se sentía, no sabía que hacer frente a su situación siempre que Belén estaba mal Josefina se metía, pero ahora no se encontraba. Había un hueco que no podía llenar.
—Creo que lo sabes, por eso mismo te lo estoy recordando. Deberías hacer algo. —Su voz la hacía pensar que no estaba molesta, pero tampoco feliz.
—Tendré que hablar con ella... Se recluye en su habitación y está faltando mucho al colegio, actúa raro y nunca responde al teléfono... Ainara es muy distante, también debería preguntarle como lleva este gran cambio. Iría a hablar con Guadalupe también, pero sus padres la recluyeron mucho. Temo que nuestro grupo se disperse —miró la copa de los árboles se movían una y otra vez.
—Se encerró en su habitación —avisó Lilim para continuar el problema—. No sé por qué, anoche me estuvo llamando y fui a buscarla. Cuando se me dio por ir ella me habló un tanto extraño, dije que me iría, pero me quedé observando lo que hacía y me di cuenta que no entiendo a los humanos en lo absoluto —terminó de explicarle mientras Candy se levantaba con una sonrisa, su tono de voz mostraba un poco de frustración.
—Yo tampoco entiendo tu relación con Gabriel, ¿por qué vos y él ocultan su amor? —se rió y Lilim la miró mal, así que empezó a correr entre risas hacía la casa.
<<Deberías dejar de hacerte la estúpida.>> pensó Lilim fastidiada
Entró tranquila y fue a la habitación de huéspedes, allí dormía él... no sabía su nombre, de dónde venía ni cómo la conocía. Era una situación desesperante, no había seguridad en ningún lado ya, se sentía perdida.
—Buenos días, Seta —así había decidido llamarlo hasta que despertara—. Perdón que te deje solo, me gusta el viento otoñal, pronto será invierno, ojala acá nevara. Bueno, debo irme a la casa de Belén, volveré en... dos horas más o menos. —No esperó respuesta y bajó las escaleras en dirección a la salida, comenzó a caminar hasta la parada del colectivo. Era hora de hablar con todos, en serio tenía dudas que no lograba resolver.
Tenía cabos sueltos, no tenía forma. ¿Qué pintaba Candela en todo esto? A veces parecía que tenía una relación demasiado cercana con Lilim y eso le molestaba porque no lo entendía, se sentía una marioneta dentro de un juego de adultos donde no sabía muy bien qué hacer.
Desde que comenzaron las clases todas se mantenían separadas, no intercambiaban más de dos palabras. Guadalupe actualmente iba al psicólogo, cosa que le sacaba tiempo, además de que estaba considerando la opción de volver a tener clases en su casa. Belén se había aislado de todo y de todos y Ainara iba constantemente al médico para hacerse exámenes y separar la parte gato que tenía dentro de ella.