El diario del agua

Cap. 3: Debilidad

Uriel se encontraba descansando en la cama, Candy y Marcos corrían de un lado para el otro, buscando la forma de curarlos. La casa era un caos tremendo, ninguno sabía qué le pasaba, pero hacían un esfuerzo enorme por cuidarlo.

— ¿Qué le sucedió? —preguntó preocupado Marcos, era de las pocas veces que le dirigía la palabra.

—No lo sé, me está asustando su falta de coloración... —le comentó preocupada—. El abuelo no está aquí, no logro contactarme con Guadalupe... no sé cómo curarlo.

—Tenemos que encontrar la forma, no podemos dejarlo morir... —habló preocupado. La gemela se perdió en sus pensamientos, Marcos no paraba de hablar, cada vez que se ponía nervioso hacía lo mismo. 

Ese era un problema y necesitaba encontrar a forma de arreglarlo, necesitaba cuidar a su compañero. 

— ¿No conocen ningún médico? —preguntó Gabriel tocando la frente del joven enfermo, parecía tener fiebre, pero no tenía cuerpo para curarlo o manifestar su enfermedad, creía que lo que le estaba pasando era una enfermedad en su alma, la cual se proyectaba como forma humana. 

—No,  los que conocemos no se encuentran aquí... —susurró Marcos frustrado.

—Tengo una idea —habló Gabriel. Lilim la miró con molestia, se paró frente a él con sus brazos cruzados.

—Dime que no es lo que tienes en la cabeza... —exigió molesta.

—No es lo que tengo en la cabeza —habló el alvino—. Le conseguiremos un cuerpo a Uriel. 

— ¡¿Qué?! —exclamaron los gemelos sorprendidos.

— ¡Eso es lo que tenías en la cabeza! —le gritó Lilim molesta.

El chico sonrió de lado.

—Hice lo que me pediste —se encogió de hombros—. Puedo conseguirle un cuerpo, podría entrar y salir de él a su encanto. Eso serviría para que manifestara de forma física los problemas que tiene su alma y así curarlos poco a poco. 

Se escuchó un pequeño quejido, todos se quedaron en silencio y voltearon a ver al pobre joven espada, el cual se despertó lentamente. Intentó incorporarse, pero no podía, estaba muy débil. 

Marcos corrió a su lado para ayudarlo a recostarse de forma más cómoda. Aceptó su ayuda con una sonrisa cansina. De un momento al otro había comenzado a sentirse mal, sin razón aparente, dudaban de que él supiera por qué se sentía tan mal, pero había que preguntar.

—Menorcitos... —susurró sonriendo—. ¿Por qué tan preocupados? —cuestionó.

El pelirrojo intentó contener la tristeza que repentinamente había llegado a él, miró a su hermana, se mantenía seria y callada como una tumba. No le sorprendía lo frívola que llegaba a ser a veces, el siempre terminaba mostrando o que ella no. 

— ¿Cómo te sientes? —preguntó con suavidad, intentando no perturbarlo con su voz.

—Un poco cansado... —habló en el mismo tono de voz que antes—, tengo mareos.

—Puede ser por el eclipse... —propuso Lilim—, después de todo no creo que algo decidiera atacar su alma tan repentinamente.

Gabriel se levantó tranquilamente, sacó de uno de sus bolsos un pequeño muñeco sin cara y de color blanco, se sentó junto con Uriel y se lo mostró. El joven espada lo miró extrañada no entendía lo que le mostraba.

—Aquí estarás vos, este será tu cuerpo —le dijo como si que fuera lo más normal del mundo, dejándolo pasmado.

— ¿Seré un muñeco? —le preguntó extrañado.

—No, al principio lo serás, pero poco a poco, con un poco de ADN humano podrás volverte un humano —le explicó con paciencia.

— ¿No es peligroso? —decidió hablar Candy, temía que algo le sucediera a su hermano adoptivo.

Gabriel lo meditó un poco. 

—No si tenemos a alguien que monitoree su estado de ánimo, otra persona que vea su cabeza y otra la corrupción de su alma.

— ¿Tenías planeado hacer esto sin decirselo? —cuestionó la demonio. El joven negó con al cabeza y volvió a sonreír.

—Yo revisaré que no se corrompa —se ofreció—. Vos revisarás sus pensamientos, necesitamos que alguien controle su estado de ánimo... —acarició su barbilla mientras pensaba—. ¿Conocen a alguien con esa habilidad?

Se quedaron en silencio, Uriel comenzó a toser, sus ojos se hacían más beige, se acomodó un poco, se veía cansado. Al pelirrojo se le ocurrió que quizás Ainara podría hacerlo, pero no sabía si tenía esa habilidad.

—Le preguntaré —le dijo Candy mirándolo a los ojos mientras iba por su celular. 

~Y~

Su celular comenzó a sonar, sonrió. Ainara se había ido, ya no quedaba más que una sombra de ella, no podía controlarla de vuelta. Intentó simular la voz de la chica gato, quería pasar desapercibida. Tenía que hacer crecer sus habilidades, solo de esa forma podría acabar con el mundo humano y volver al suyo.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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