El diario del agua

Cap. 6: Negociación

— ¿Otra pelea? —le cuestionó Belén limpiandole un poco de sangre seca al ojo de Candy, sus ojeras llegaban hasta sus pómulos. 

No le respondió, Ainara se mantenía a su lado, cabizbaja, sus habilidades habían fallado y no pudo luchar bien.

—Fue un accidente —se justificó a chica gato como si que hablara con su madre. 

Belén se cruzó de brazos molesta.

— ¿Como terminan peleando con un troll por accidente? —preguntó.

—Quería probar los límites de mi fuerza, accidentalmente lo desperté y se molestó... —se explicó Ainara intentando justificarse.

— ¿Y cómo terminaron peleando? —cuestionó mientras embebía un poco de algodón en alcohol etílico. Había recibido a ambas con bastantes golpes.

—Pues... estaba caminando por allí y escuché los ruidos de la pelea... —se explicó Candy relajada—. ¡Ay! —gritó cuando Belén pasó el algodón en su labio.

—Ya veo —bufó— y asumo que pusiste más leña en el fuego.

Ambas se rieron del comentario de su amiga, quien sentía haberse perdido algo de esa trama.

— ¡Nunca haría algo como eso! —exclamó indignada y molesta.

— ¡Solo entró con una patada voladora! —dijo Ainara y comenzaron a reírse a carcajadas. 

Belén notó que las chicas cada día estaban más extrañas, Ainara creaba conflictos innecesarios y se metía en problemas y Candy terminaba corriendo al rescate asumiendo el papel de dañada, dejando que la golpee.

~Y~

Tomó su mochila en silencio, ya debía irse no quería seguir molestando a su compañera, ya la había ayudado demasiado. Ainara decidió ir al colegio a pesar de estar lastimada, no le importaba.

Se había fugado de su casa, los problemas golpeaban constantemente su cabeza. Quería dejar que los problemas se arreglen solos como esa extraña noche que duró todo un día, ni siquiera tuvieron que mover un pelo para que al día siguiente el sol volviera a salir.

Tenía ganas de ir a ver a Josefina, pero le hacía daño verla y que no la reconociera. Quería que volviera a ser humana, pero eso debería ser imposible ¿verdad?

¿Verdad?

Caminó a paso ligero, ese momento una camioneta pasó por al lado suyo a una gran velocidad. No hizo ademán alguno, sabía para quien trabajaban los que se encontraban en ese automóvil. La puerta se abrió, parada allí había una mujer de cabellera marrón.

 — ¿Por qué tan apurados? —preguntó. 

—Su majestad, mi señora, quería que supiera que la estamos vigilando. Es consciente de que si usted se entera podría enojarse con ella, así que nos tomamos el atrevimiento de informarle —avisó la chica.

Sonrió de lado, le sorprendía que esa mujer de identidad desconocida y con, aparentemente, tanto poder se preocupara por ella. Bueno, después de todo ella cumplía sus órdenes... aunque también le había dado muchas veces la mano aunque no se lo pidiera.

—Muchas gracias —sonrió—, agradescanle a ella también. 

—Ha dicho que si quieres hablar sobre algo... hizo alusión a una pérdida, dijo que si necesitabas ayuda la llevaremos ahora —declaró firme cual soldado.

—No, pero quizás en algún momento la busque —seguía sonriendo.

Asintió, cerraron la puerta y el coche volvió a arrancar, no se había dado cuenta de que la estaban siguiendo. 

Sentía asco de si misma, huyendo del mundo que antes le fascinaba. No quería perder a quienes amaba, no podía tolerar otra baja en el grupo, sus emociones no lo resistirían y su capacidad de mantenerse en pié se vería afectada.

Llegó a su casa, quería pasar desapercibida de la atención de Candela, Lilim y Uriel... Si se daban cuenta que estaba herida harían un escándalo y sería peor si se enteraban que estaba sin descansar.

Tiró su mochila en la cama, se escabulló hasta la habitación de su hermana mayor, se sacó un poco de la base de maquillaje de su hermana. Se paró frente a su espejo, su corazón se aceleró y golpeó con fuerza su pecho.

—Marcos... —susurró. 

Algo le sucedía a su hermano gemelo, podía sentirlo.

~Y~

Lilim volvía del bosque, había tenido que irse allí para poder descansar en uno de los árboles. Candy se mantenía trabajando toda la noche, cosa que la estaba preocupando, y no le permitía dormir. Normalmente no necesitaba dormir, pero últimamente se sentía muy débil.

Abrió la puerta, todo estaba dado vuelta. Tuvo ganas de cerrar la puerta e irse nuevamente al bosque, pero debía averiguar qué le pasaba a su compañera.

— ¡¿Dónde está?! —repetía Candy moviéndose sus cosas. Quiso meterse en su cabeza para saber qué le sucedía, pero sus pensamiento no tenían sentido, estaban desordenados.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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