El diario del agua

Cap. 7: Intentos fallidos

Con señas, Guadalupe le pidió a Lilim que se alejaran de la pelirroja para hablar en privado. La demonio captó de inmediato lo que intentaba decirle y salieron de la habitación.

—No sé muy bien que buscamos —le confesó tranquila.

Lilim le había pedido, de forma repentina y por medio de la telequinesis, que fuera a la casa de los gemelos porque había un problema con su compañera. Sabía que Candy le había ordenado que no podía ir en busca de ella, puesto que quería tener un tiempo de salud mental y la única forma que conocía de solucionar y lidiar con sus problemas era aislandose de todo. Por esa razón le sorprendió tanto que esa demonio la llamara.

—Cualquier indicio de que esté mal, sé que tiene algo —le respondió seria.

— ¿Qué te hace sospechar que algo anda mal? El cuerpo humano es extenso, quizás con una pista o un síntoma seamos más certeros —se cruzó de brazos mirándola a los ojos con tranquilidad. Era sorprendente que con lo joven que era supiera tanto de medicina.

—Bueno... no duerme nada, no la he visto descansar en muchos días, está irritable, come mal, se aísla y se mete en problemas —intentó explicarse, la joven se quedó en silencio meditando—. Sé que hay veces que se desbordan sus sentimientos, pero normalmente los controla.

—El que siembra vientos cosecha tempestades —murmuró Guadalupe, Lilim asumió que estaba recitando uno de sus muchos refranes y dichos que solía decir, siempre tenía uno para cualquier ocasión. Al ver al cara de desentendida del demonio se dispuso a explicarle—. Hemos permitido por mucho tiempo que su manejara sola su tristeza, ahora estamos viendo la tempestad. No soy psicóloga, pero creo que podría tener... 

—No lo digas —pidió sabiendo lo que ya sabía que diría.

Asintió, decidió quedarse callada, nadie querría escuchar eso.

Candy las veía murmurar a lo lejos, sabía que hablaban de ella, le hacía sentir insegura, como en la primaria. No podía escuchar los murmullos de la gente y no sentirse así. Candela tenía razón, debajo de su personalidad egocéntrica y arrogante había una persona insegura y le daba asco. 

Un avión de papel ingresó por la ventana, creyó que era Uriel, planeando una de las suyas. Su hermano había salido igual de desastroso que todos los Gomez. Amante de llevar la contra, orgulloso, extrovertido y solitario.

Agarró el avión confiada, pero este la corto, era de color dorado y la textura le daba la impresión de que era de chapa, dentro del avión había un lápiz un poco extraño. Desdobló la hojalata como si que fuera un papel y leyó el mensaje.

"Esta es una hoja comunicadora, nosotros escribiremos algo y a usted le llegará, para respondernos tiene ese lápiz, cuando termine de escribir en nuestra hoja aparecerá lo que ha puesto. Ahora que ya sabe cómo funciona pasemos a asuntos más importantes.

Necesito hablar con usted señorita Gomez, sabemos que tiene el diario de secretos. Algo de suma importancia para nosotros. También tenemos algo de suma importancia para a usted... un joven llamado Marcos Gomez... qué coincidencia que ustedes dos sean amigos y tengan el mismo apellido... ¡Oh, vaya! En el expediente del instituto ustedes aparecen como hermanos, pero además de eso no hay mucha evidencia, ¡que extraño! ¿No es cierto?

Denos el libro y tendrá a su hermano y a su amigo el albino sanos y salvos, no tendrán ni un rasguño, su estadía en nuestra celda será de lo más placentera. Pero si llega a ser una trampa o no nos da lo que le pedimos, créame, no dudaremos en matarlo.

Arreglaremos día, hora y lugar de la entrega por este medio."

Su cara palideció, su consciencia la abandonó por unos segundos. Dejó a hoja de hojalata arrugada y la escondió entre los pliegues del cobertor que tenía su cama, esa fue la única acción razonable que logró hacer. 

<<Sabe de los institutos... supo cómo ingresar a los archivos del instituto, ahora esto está más que claro, solo que me di cuenta demasiado tarde. Estoy entre la espada y la pared, no tengo nada más que hacer... tuve que retirarme cuando pude, tuve que huir como me lo pidieron. Si entrego el diario podrían exterminar a ambas razas >>sus pensamientos eran muy rápidos, estaba tan asustada que no era capaz de avanzar muy profundamente en una sola idea. <<El ayer ya fue, el hoy puede ser, pero el mañana nunca será. Solo puedo modificar el hoy, ya es muy tarde para arreglar lo que sucedió, el mañan nunca llegará si no arreglo todo hoy >>

Tenía que trazar un plan, necesitaba una opción por si el trato fallaba. El diario era lo único que les importaba, solo eso podría negociar y ella solo podría negociar con la libertad de su hermano.

Lilim accidentalmente posó su mirada en su rostro, al verla así de alarmada se abalanzó sobre ella. Calló hacia atrás, su guardiana le tomó las muñecas y las colocó sobre su cabeza.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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