Su cuerpo se relajó, por unos minutos olvido cada problema que se mantenía en su mente desde que estaban allí.
La culpa por haberse enojado con Candy por una tontera.
El miedo de quedarse sin comida, a dejar de ver para siempre, a perderse en la nada de sus pensamientos.
La culpabilidad que sentía porque si su grupo no se daba cuenta de que él estaba libre, continuarían el intercambio. Su hermana entregaría el Diario de secretos y perderían parte del poder que ellos habían adquirido con ese objeto.
Gabriel lo ayudó a sentarse, en ese momento comenzó a sentir como la energía de Marcos comenzaba a crecer, al parecer su energía variaba según sus sentimientos. Había sido una buena idea llevarlo hasta allí.
— ¿Dónde estamos? —preguntó sintió a Gabriel sentarse a su lado.
—En un lindo lugar, con un río a unos pasos. Solo descansa.
Escuchó unos pasos detrás suyo, volteó, no quería que Marcos escuchara y se pusiera aún peor. Volteó sin intención de levantarse, a unos cuantos metros había un hombre con un arma preparándose para disparar. Apuntó con un dedo al hombre y lanzó su disparo de luz más silencioso.
— ¿Qué fue eso? —preguntó
Lo hizo apoyar su cabeza en su hombro.
—No fue nada, no te preocupes, bro.
~Y~
—Hola Marquis —le saludó Candela viendo con una enorme sonrisa entrar a su hermano menor.
Candy estaba nerviosa, hace mucho no hacía esa tontería. Cuando se separaron ella había perdido la habilidad de imitarlo bien, esperaba poder engañarla.
En la mañana arregló su pelo, lo dobló ató de forma tal que parecía más corto, como el de su hermano, se embebió en su perfume, utilizó la que solía usar y practicó en el espejo sus posturas y sus voces.
—Hola —habló con un tono suave y preocupado—. ¿Estás bien? —de inmediato acudió a abrazarla. Marcos era muy cariñoso y bastante abierto con sus emociones.
Candela se dejó abrazar con una sonrisa. Se había puesto demasiado perfume, pero no le molestaba en lo más mínimo encontrarse con él.
—Sí, solo un poco cansada.
—Cuéntame, ¿te dieron los resultados? Can-Can me dijo que tuviste un paro cardíaco y vine lo más rápido posible. Quiso venir a cuidarte, pero le dije que debía descansar. ¿No te molesta verdad? —preguntó, tenía que dar una excusa por su ausencia.
—Tranquilo —se acomodó como para dormirse—, no hay problema. No saben por qué me ha dado el paro, pero posiblemente se resignen y me permitan regresar a casa.
<<Mierda, mierda, mierda. Al volver a casa se dará cuenta de que uno de nosotros siempre faltará >>pensó Candy atemorizada—. Me alegro mucho. Esperemos que te dejen volver, las infecciones intrahospitalarias son muy peligrosas.
El doctor ingresó con una sonrisa tranquila, parecía traer buenas noticias. Se paró frente a la camilla y le dedicó una extraña mirada a Candy.
— ¿Tu hermana se cortó el pelo? —le preguntó sacando tema de conversación.
—No, es el hermano, son gemelos —le comentó sonriente.
El doctor la miró curioseando en sus rasgos faciales, perdido en sus pecas. Se estaba poniendo nerviosa, no quería se percatara de la falsedad. Intentó relajarse, recordando que nadie podía distinguirlos. Se acercó a él y lo saludó con suavidad, Marcos nunca ponía mucha fuerza en sus saludos.
—Un placer, ¿usted cuida a mi hermana? —preguntó.
—Sí —habló firme—. Les traje buenas noticias. En tres días empezaremos a probar la resistencia de Candela, que camine y que haga algo de actividad física para intentar volver a su casa.
~Y~
—¿Qué es lo que estoy haciendo? —se preguntó Belén tirada en su cama. Había caído la noche y no lograba dormirse—. Unas palabras bastó para que todo el trabajo de mis dos amigas se viniera abajo. Ni siquiera pude recurrir al llamado de ayuda de una de ellas.
Se levantó y prendió la luz para encontrarse con la foto enmarcada de ella y sus amigas, era de cuando tenían 11 años, habían cambiado demasiado. Fueron unas simples palabras.
Sonrió para sus adentros, si ellas lograban sobreponerse a todas sus adversidades y a todas las dificultades que las han podido dañar. ¿Qué le impedía a ella seguir sus pasos? Nadie quiere que lo recuerden con tristeza, sino con una sonrisa. Decidió recostarse y dormir un poco, mañana tendría que ir clases de nuevo.
Las horas pasaban con calma, la luz de la luna apenas ingresaba en la habitación para alumbrar su piel morena, ero un brillo más fuerte y fluorescente comenzó a perturbar el ligero balance que había ese lugar.
Belén se levantó irritada, sintiendo que era demasiado temprano para que haya tanta cantidad de luz y necesitaba dormir.
Buscó con la mirada quien o que causaba y se percató de que venía del espejo que se encontraba en una esquina. Sentía curiosidad y temor, no sabía si lo que lo causaba era bueno o malo.