Despertaron unos minutos después en un lugar completamente desconocido, estaban sobre un césped de un color rojizo, Ainara intentó pararse, pero se encontraba encadenada a un árbol de un color un tanto extraño.
Candy se incorporó lentamente, ese lugar parecía surrealista. ¿Cómo llegaron allí? El cielo color naranja parecía sacado de una de las pinturas más bizarras que había visto en su vida. Se preguntó si ahí se encontraba Belén. ¿Acaso había visto el mismo cielo? ¿Dónde estaba su amiga?
Intentaba no ponerse mal, no sabía dónde estaban, pero estaba segura que mientras pudiera hacer algo más que esperar a que ella regrese no se pondría mal. El no hacer nada la enloquecería, tenía la esperanza de encontrarla rápidamente y sacarla de allí.
<<Espero que no sea otro movimiento de la sociedad...>>
~Y~
Cuando Belén despertó estaba muy asustada, el ver ese pasto color rojizo sobresaltó. Las cosas eran muy confusas, estaba segura de que había estado durmiendo en su cama hasta hace poco. ¿Por qué ahora estaba en un mundo tan extravagante?
Se acostó boca arriba, mirando el cielo, no tenía fuerzas para nada de lo cansada que estaba. Se incorporó como pudo, había una refrescante brisa. A su lado un árbol con hojas verdes brillantes y su tronco color negro.
Lo utilizó para incorporarse, tenía algunas nauseas.
Recordó haber visto una luz provenir de su espejo. Tener miedo no era nada comparado con lo que sentía en ese momento, el sentimiento de soledad la invadió. ¿Dónde estaba? ¿Cómo llegó ahí?
—Buenas noches, señorita Belén —habló una voz femenina a sus espaldas, no volteó por temor.
— ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? —preguntó rápidamente bastante temerosa.
—Wow, ¿por qué no me miras a los ojos? ¿Acaso tienes miedo? —le cuestionó.
Se mantuvo recta, no quiso voltear, solo se concentró en controlar su respiración.
— ¿Qué es este lugar? —necesitaba tener un poco de información, quería enviar información a sus compañeras. Estaba aterrada, tanteó en el piso y encontró su arco, se preparó para disparar.
—Es mi centro de aprendizaje, bienvenida a este mundo, pequeño monstruo sin corazón —esas palabras hicieron que desistiera de sus intentos por agarrar su arco—. No pudiste lamentar la muerte de tu ser querido, ¿Verdad?
Odió que tuviera razón.
—Creo que necesita aprender algunas cosas, niña —dijo tranquila, su voz era intimidante.
El silencio se prolongó mucho más de lo que esperaba, en ese momento pudo voltear y encontró que no había nadie. ¿En algún momento alguna persona?
<<Chicas, por favor, vengan a rescatarme...>>pensó en silencio bajando la cabeza y llevando sus piernas a su pecho. Quería salir de allí.
Vio unos pies por el rabillo del ojo. Decidió levantar la mirada, se encontró con una chica de pelo largo y ojos negros.
—Hola... —al escuchar su voz Belén no pudo evitar encogerse sobre sus hombros—. N-no te asustes, no quiero hacerte daño... Mi nombre es Ana, soy una ninfa. ¿Tenes nombre? ¿Eres una humana sin dueño?
Ella asintió un poco irritada, su temor comenzaba a desaparecer y se reemplazaba por fastidio.
Al levantarse se aseguró de que su aura se viera más intimidante, eso hizo que la tal Ana se sobresaltara, no esperaba ese cambio tan brusco de actitudes.
—Mi nombre es Belén, soy un híbrido humano-demonio —habló con claridad.
— ¡Alejate de ella! —gritó una voz, no sabía de dónde venía. Belén volteó y se encontró con un joven de veinti tantos años, sus ojos color avellana y su pelo marrón oscuro.
En sus manos temblorosas tenía una pequeña vara, la cual no se veía intimidante, así como su arco y flechas, decidió no dejarse engañar. Sabía lo engañosos que podrían ser algunos hechizos siendo aplicados en determinados objetos.
— ¡Tranquilo Ian, no te preocupes! —gritó Ana con total confianza—. No me está haciendo nada.
El joven se acercó extrañado, olisqueando el aire cual animal, al verlo no podía evitar pensar en un perro o un lobo. ¿Qué clase de criatura se supone que sería ese chico?
~Y~
—Buenos días —dijo una voz.
Ainara se encontró con la propietaria, sentada frente a ellos en una piedra color verde, le sonreía una extraña persona. Su piel era de un color rosáceo, como si que hubiera estado mucho tiempo bajo el sol, su cabello de color celeste y sus ojos color amarillo.
— ¿Quién eres? —preguntó Ainara encarando esa extraña criatura con mucho valor—. ¿Dónde estamos?
—Solamente a quien entretendrán... Bienvenidos a mi mundo de conocimiento y sabiduría infinita —alardeó.