El diario del agua

Cap. 17: Paseo

—¡Vamos, Marcos! —gritó Candy, quien le llevaba la delantera. 

Estaba parada sobre su Fénix de fuego azul, agarraba cuidadosamente su cuello mientras su mascota hacía fuerza para que su pequeña y torpe dueña no se caiga. 

En ese momento Marcos se arrepentía de haberla invitado a esa carrera. Quería ayudarla a despejarse, sentía que eso era lo mejor que podía hacer. Todas las cosas malas le sucedieron de golpe.

Primero su trabajo se incendió y la gran parte de su habitación, por lo que tuvieron que reemplazar muchas cosas que tenían un gran valor sentimental. 

Recién llegada, Candela decidió irse al bosque repentinamente, sin explicaciones.

Tercero, Ainara se esfumó en el aire, cosa que la mantenía preocupada.

Por último, fue a visitar a Josephine y ella realmente no la recordaba en lo absoluto. Eran como dos desconocidas, eso la destruyó. 

Actualmente temblaba por cada decisión que tomaba, su liderazgo flaqueaba y eso que no tenía a nadie en su contra. Ahora necesitaba más apoyo que nunca. 

Sabía que su hermanita tenía un refuerzo fuera del clan Gomes y de su regimiento de caballeros. No le hablaba con mucha claridad sobre sus refuerzos, pero esperaban que él y los desconocidos pudieran ayudarla.

—¡No seré más cobarde que mi hermana!—dijo Marcos dejando de agarrarse con fuerza al cuerpo de su fénix—. Vamos más rápido, Jane. Hay que ganarles.

Lo malo de esa competencia era que los gemelos aún no dominaban del todo a sus mascotas e iban aprendiendo de a poco.  Ambos llevaban unos lentes de buceo para que el viento no le dañara sus ojos, fue lo único que encontraron para cuidarse.

—Flama, intentemos —le propuso Candy, el fénix pío, movió su cuerpo en forma de ola y la chica salió despedida hacia arriba. 

Sintió el aire frío atravesar su cuerpo, la adrenalina, miró sus manos y se dio cuenta de lo nerviosa que se había puesto, sonrió. Marcos no quiso quedarse atrás, así que le ordenó que lo imite, lo hizo a menor altura de manera que se encontró con su hermana al descender. Su corazón se estaba enloqueciendo.

— ¡¿Por qué hice eso?! —gritó aterrado. 

Ella se rió, la primera vez que lo intentaron estaba tan o incluso más aterrada que él. 

 —Respira, no nos pasará nada—comentó sonriendo—. Yo también me puse así la primera vez solo flexiona las rodillas al caer para no dañarte la columna.

— ¡Tienes tu sentido de la supervivencia apagado hermana! —gritó Marcos moviendo frenéticamente sus manos, Jane llegó justo a tiempo para atraparlo, al igual que Flama a Candy

Tardó unos segundos en recuperarse, Candy se asustó porque su hermano no reaccionaba.

— ¡Eso fue lo mejor que hemos hecho! —exclamó repentinamente.

—Debemos hacerlo de vuelta, pero como siempre sigues perdiendo —le gritó Candy riendo y volviendo a la carrera. Hace mucho no la veía así de emocionada.

Marcos le pidió a Jane que intente acelerar, ella obedeció, estaban muy cerca. Se miraron con ese aire competitivo que tenían de niños, sonrieron. Siempre querían demostrar quien era mejor que quien.

—El primero en llegar a ese claro gana —indicó Candy señalando una pequeña colina en la lejanía, no tenía ningún árbol así que no quemarían nada.

Ambos aumentaron la velocidad, el frío viento era contrarrestado con el calor que emanaban de los pájaros de fuego. El claro estaba más cerca Marcos por fin había pasado a Candy por una cabeza.

A la menor le molestaba mucho el saber que podría perder, era testaruda, competitiva e infantil. No dejaría que su gemelo gane tan fácil.

— ¡El que toca el piso primero gana! —gritó muy confiado.

—Si de eso se trata —respondió Candy con una sonrisa—. Tirame flama.

El pájaro serpenteo con su cuerpo haciendo que Candy salga disparada hacia delante, rodó por el piso, llenándose de raspones. Marcos, preocupado, aceleró y aterrizó de manera muy torpe, sin sacarle los ojos de encima a su hermanita. Bajó corriendo mientras ella se detenía en el suelo.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado.

—Creo... que me muero... Adiós hermano, quiero que sepas que me comí tu flan... —dijo dramatizando, su hermano le dio un golpe en el hombro, ella se quejó y rió.

—Nunca te metas con mi flan —dijo de manera sombría y ella se rió.

Iba a refutar lo antes dicho, pero una voz la interrumpió.

— ¡Pensé que era una broma! —escucharon la voz de Candela un poco más lejos.

Ambos se miraron preocupados, siguieron la voz de su hermana de la forma más silenciosa posible. Las mascotas se volvieron pequeñas y se posaron en el hombro de sus dueños. La petirroja en el hombro de Marcos, el azulejo en el de Candy.

Estaban por revelar su posición, cuando divisaron a Leaf, Nicolás y Analía de espaldas junto con su hermana. 



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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