El diario del agua

Cap. 18: Un ataque extraño

Su hogar estaba rodeado de unos extraños seres. Eran parecidos al hombre que vieron en el bosque tirado. Eran por montones y parecían intentar romper el escudo que rodeaba la mansión.

—Entremos e ignoremoslos, no pueden romper el escudo —propuso Marcos—. Solo hay que esperar a que se cansen.

Candy asintió, parecía buena idea hasta que notaron que una flecha logró traspasar el escudo. Al parecer no era tan seguro como pensaron.

— ¿Que tal si vamos a buscar a Candela? —le propuso Candy mientras volaban en círculos.

— ¡Lilim, Uriel y Gabriel estaban en la casa! —exclamó Marcos.

— ¡Había invitado a las chicas a la casa para cuando volviéramos del paseo!—gritó la colorada nerviosa, lo había olvidado por completo.

Bajaron en picada, esquivando flechas de manera dificultosa hasta llegar lo más cerca de la casa que pudieron. Saltaron de sus mascotas y vieron la lucha que se desataba dificultosamente. Quizás por eso estaban aguantando tanto.

Belén se había subido de manera ingeniosa a un árbol donde disparaba a esas personas, en la cabeza del ataque había un joven de pelo verde que desprendía un brillo un tanto peculiar.

Uriel cortaba con sus manos a todos los que se acercaban a él y Ainara, quien cuidaba la retaguardia, se veía cansada. Buscó a Lilim y Gabriel con la mirada, pensando que estarían en el centro del combate, pero se sorprendieron al verlos a ambos inconscientes y sonrojados tirados en el piso.

Corrieron a su encuentro, temerosos de que algo malo les haya sucedido a sus guardianes y miedo a lo que implicaba, puesto que si lograron derribarlos podían ser más peligrosos de lo que creían.

— ¿Qué les sucede? —preguntó Candy tocando el cuello de Lilim tomando su pulso.

—Eso no importa —sacó su látigo, se había acostumbrado a llevarlo a todos lados—. Debemos curarlos. Voy a ayudar al resto. No sé si podremos matarlos, pero intentaremos cansarlos o desmotivarlos para que se vayan. Quédate en la casa.

—Voy a ayudarlos —respondió molesta.

—No, cuida el diario de secretos, vos sos la poseedora. No debe pasarte nada —no quería que le pasara nada malo a su hermana.

—Ni en sueños, —levantó su mano y Uriel apareció—. Yo te acompañaré, —miró su morral.

Sacó su libro y lo agarro unos segundos, por instinto sacó la cruz con fuerza, la cual apareció en su mano y comenzó a brillar, el libro desapareció y la parte que simulaba ser una enredadera se unió su brazo.

—Me encargaré del rarito de pelo verde, vos encontrá a Guada o al abuelo y dile que los cures —ordenó.

—A la carga —dijo haciendo una pose militar causando una risita en ambos intentando relajarse, luego salió corriendo en busca de su amiga.

Candy sintió como Uriel tiraba con fuerza hacía el chico, corrió lo más rápido que pudo, el joven la divisó entre la multitud, avanzando y esquivando cada golpe que le querían dar. Bajó de un salto del caballo que montaba.

La colorada llegó para pararse frente a él y, con toda su fuerza, atacarlo con su espada. El chico la bloqueó con algo de dificultad.

Esa espada es para débiles —dijo Uriel en la cabeza de Candy, ella sonrió de lado y volvió a atacar.

El peliverde la empujó y ella calló al piso, rodó hacía un lado para evitar un golpe que iba directamente a su cabeza, posiblemente le habría rebanado el cuello.

Al parecer mordió más de lo que podía masticar.

Marcos corrió a rescatar a Ainara, quien estaba abarrotada de enemigos, unos extraños hombres y mujeres con una máscara negra y ropa blanca la rodeaban. El gemelo enredó su látigo en el brazo de uno de los hombres y lo mandó a volar sobre dos mujeres.

Ainara esquivaba los golpes y usaba sus uñas como cuchillas. Se molestó al ver como seguían apareciendo más enemigos. Le dieron un golpe e intentando estabilizarse movió sus manos en círculos frenéticamente, una planta creció rápidamente y atacó a cinco de los que lo rodeaban. Se secó como si nada y desapareció.

— ¡Eso fue increíble! —exclamó Ainara. El colorado se sorprendió de si mismo.

La joven tomó impulso, saltó a un árbol y desde allí tomó impulso para romperla la cara a un buen grupo de personas. La mandíbula se le cayó, era realmente sorprendente la fuerza de la chica.

Se apoyaron entre ellos para acercarse más al escudo y darle un respiro a la chica gato. Una vez puso un pié dentro se sentó unos instantes.

—Iré con Candy, busca a Guadalupe —le pidió. Centró su mirada en su hermana, quien tenía algunas dificultades para mantenerse luchando.

Comenzó a internarse en la lucha, Ainara desplegó sus alas y tomó vuelo para intentar divisar a su amiga. No sabía de dónde carajos habían salido esas personas, pero no eran amigables. Le bastaba el hecho de que los gemelos los enfrentaran para saber que no lo eran.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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