El diario del agua

Cap. 22: El lazo

Marcos llegó corriendo a la casa de Mauro, había tenido un largo trecho, pero al menos era algo de entrenamiento, cosa que le estaba faltando. 

Recuperó el aliento, necesitaba dejar de llegar tarde o iba a adquirir la costumbre de su hermana de llegar tarde a todos lados.

Una vez estando relativamente calmado, tocó la puerta con sutileza. Estaba nervioso, nunca había hecho algo como eso. No había tenido amigos de niña, más que una jovencita muda. No sabía cómo debía actuar. Esperaba caerle bien a sus padres, consideraba que tenía que ser muy educado.

Abrieron la puerta, una mujer de pelo castaño, bastante largo, apareció con una sonrisa tímida.

—Hola, ¿necesitas ayuda? —le preguntó con dulzura.

Se quedó en silencio por completo, estaba nerviosos, inhalo y puso una inocente sonrisa. Estaba más acostumbrado al mundo mágico que al normal, no quería que eso afectara su vida. Sabía que una vez que acabara ese problema él tendría que ser un humano como el resto.

—Buenas tardes, soy Marcos, amigo de Mauro. ¿Me equivoqué de casa? —preguntó fingiendo ingenuidad.

— ¡Oh! Sí, disculpa —se acercó para abrir la puerta—. Me alegra que hayas venido, Mauro no tiene muchos amigos. Así que es bastante sorprendente que vengan.

Mauro salió de la casa, en el instante su madre se cayó y le sonrió. Supuso que ningún hijo querría escuchar lo que dijo la señora.

Se preguntó cómo sería su madre con él. ¿Habría intentado que sean amigos? ¿Querría que haga algo en especial?

—Eh, hola Mar —lo saludó con mucha tranquilidad. No podía olvidar que había creído haberlo visto en medio de la pelea.

—Te dije que abreviar mi nombre quedaba mal —comentó sonriendo y saludando.

Después de las presentaciones y de usar su mayor nivel de educación y respeto al hablar, ingresaron a la casa y se reunió en la habitación con sus amigos. 

Mauro tragó saliva, estaba un poco asustado, sus compañeros no le creían. Le sorprendía que después de la pelea que tuvieron contra ese extraño fantasma, él haya vuelto como si que nada pasara. Se le notaba algunos moretones. 

Creía que se estaba volviendo loco, ¿realmente los Gomes habían estado peleando contra una especie de fantasma? Necesitaba pruebas. Quizás Rodrigo y Franco tenían razón, estaba confundiéndose.

Lo único que le quedaban era intentar disfrutar ese día y fingir que nada sucedió.

~Y~

Estaba condenadamente aburrida, así que decidí ir a ver la reunión que se llevaba a cabo en la oficina de la casa, habían venido especialmente por la estupidez que hicieron los gemelos de usar ambos diarios, sino me equivoco, ambos les pertenecen, así que están en algunos problemas. Supongo que no les ha gustado nada, pero al menos encontraron a la guardiana de El diario de secretos.

Me apoyé en la puerta, tratando de escuchar todo lo que decían, era algo fácil, mi oído está bastante entrenado. 

—Deseo un permiso para irnos a Alaska con todo el equipo y retirarnos de las misiones por un tiempo —pidió Candy. A veces se pasa de educada con quienes no debería o no se lo merecen, no sé por qué no hace lo que quiere, siempre ignora a todos.

—No podrán ahora —respondió una voz masculina—. Me llegaron los informes de su accionar en las peleas, Marcos logró controlar una planta, necesitamos saber cómo lo logró, quizás podamos darle mayor utilidad. Deberíamos posponerlo una semana o quizás dos. Lo siento.

Ambos salieron del lugar, no reaccioné a tiempo como para correrme del camino, Candy cayó sobre mi, me miró algo sorprendida y luego me sonrió. Me agrada verla sonreír, sé cuánto quiere que a ella le agrada cuando yo lo hago, pero no me gusta.

—Tonta —me dijo aún sonriendo—. Si estabas aburrida y querías escuchar debías habérmelo dicho y te hubiera dejado entrar.

Eso me lo ha dicho hace muchos años, casi el mismo gesto que cuando era niña.

—Tonta —me dijo una Candy de unos 5 años. De su frente caía algo de sangre, sabía que los golpes habían sido recientes. Aún no estaba enterada, pero esa sería una de las últimas veces que la iba a ver—. Si querías entrar solamente debías tocar la ventana y te hubiera dejado entrar.

— ¿Quién te golpeó?—pregunté sería mientras ponía uno de mis pies en el marco de la ventana.

Había olvidado que me podía ver muy amenazante por mi naturaleza, era sorprendente que ella no se asustara.

—No es importante —me respondió con una sonrisa—. Todo estará bien.

La misma frase de siempre "todo estará bien". Sabe que no lo estará, sabe que las cosas empeorarían, siempre empeoran. ¿Por qué insistía en negarlo todo? Parecía que no se cansaba de los abusos.

—Sabes que yo puedo castigarlos para que no te vuelvan a tocar, pero preferís seguir siendo lastimada, no sé si eres muy buena o muy tonta. —Nos quedamos callada unos minutos.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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