La puerta se abrió de par en par, afuera llovía con fuerza, eran las 9 de la mañana, hace casi dos horas habían comenzado las clases. ¿Quién llegaba en ese momento? Una colorada que parecía no conocer sobre puntualidad.
Apenas puso un pié en el aula se notó que no estaba de humor para bromas, por lo que ni siquiera Mauro se atrevió a molestarla. Se quedó callado, viendo como tomaba asiento junto a Belén.
Le resultaba extraño, cuando Candy llegaba tarde venía con una sonrisa de lado a lado, después de todo eso significaba que se quedó dormida y que mínimamente había descansado, cosa que la ponía de muy buen humor.
— ¿Pasó algo? —le preguntó Guadalupe en un susurró.
—Puedes decirnos —Belén la animaba a hablar.
—No quiero hablar de eso —era muy extraño que no negara el problema.
—Si no nos dices no podremos ayudarte —le dijo Guadalupe, no se rendiría.
Ainara interrogó con la mirada a Marcos, quien se encogió de hombros, había llegado temprano así que no tenía idea de que sucedió en la casa.
—He discutido con mi abuelo —le dijo suspirando.
Se calmaron un poco, a veces los niños discutían con sus padres, o quienes lo cuidaran, no importaba. Suponía que, a pesar de liderar ese grupo que se enfrentaba a poderosos enemigos , ella era una niña normal.
—No es tan grande, todos discutimos con nuestras familias de vez en cuando —le dijo Belén con voz suave.
—Prestemos atención a esto —sentenció de forma seca. Realmente no quería hablar de eso.
Por su cabeza rondaban tres cosas, las cuales la estaban molestando mucho: La pelea de esa mañana. La idea constante de que casi no se salvaban del ataque que Guadalupe le dio estando bajo control mental. Por último, la fecha, la cual la estaba dejando muy incómoda.
~Y~
El timbre sonó, los chicos aprovecharon que Candy se fue a hablar con Sophia para juntarse y conversar.
— ¿Alguna idea de que pasó? —le preguntó Ainara directamente al hermano gemelo.
—No, me levanté y me fui temprano, yo la vi dormida al salir —estaba desconcertado, no entendía nada—. Lo último que la vi hacer apenas llegamos a casa fue agarrar un libro de lenguaje de señas y poniéndose a estudiar —pensó durante unos segundos—. Hm, me pidió que buscara más información en el diario del agua sobre las lágrimas.
—No es nada extraño, supongo... ¿Qué habrá pasado? —se preguntó Guadalupe.
Escuchó a Franco y Rodrigo molestar amistosamente a Mauro.
— ¿Ya desististe de la idea de que la magia existe? —le preguntó el rubio.
Se separó rápidamente del grupo de chicas y se dirigió al suyo. No podía permitir que su amigo recordara todas las cosas que Lilim tuvo que borrar de la cabeza del joven para que no los comprometieran.
~Y~
"He estado pensando últimamente" le habló en lenguaje de señas Candy a su compañera. "Antes de contarte estos secretos necesito que me digas si estás dispuesta a cambiar tu vida por ayudar la de muchos"
La pelinegro se veía alarmada, no entendía que sucedía. No se conocían mucho y por alguna razón la típica chica misteriosa y rebelde le quería confesar algo. Parecía un evento de un grandioso libro de ficción y formar parte le parecía algo bastante apetitoso.
"Candy, no te entiendo. ¿Por qué confiarías en mi para contar un secreto? Tienes un batallón de amigos y amigas, a mi apenas me conoces" si lo decía era por dos razones, primero quería que estuviera segura de lo que diría y, también, por ese defecto humano de necesitar sentirse importante.
Suspiró y le sonrió, miró hacia delante.
"Porque hay algo en mi que me dice que sólo vos podrías hacer la misión que quiero" confesó, antes de que sintiera como sus amigas se lanzaban sobre ella para molestarla.
No pudo evitar comenzar a reírse, Sofía miraba la situación sorprendida. Quizás debería comenzar a acercarse a ese grupo de chicas. No podía ser tan malo.
— ¿Abrazos gratis? —preguntó Rodrigo burlón y se tiró sobre el grupo.
—No seas desubicado —Franco lo separó del grupo de chicas que comenzaron a reír por la cara de regañado del castaño, al ver que las jóvenes las miraban se puso nervioso—. Ho-hola chicas,¿todo piola? —preguntó levantando el pulgar.
<<Definitivamente tengo que ser parte de este maravillosos grupo >>pensó la chica y cuando algo se le metía en la cabeza no se le salía.
—Despierten señoritos —le dijo Mauro a sus compañeros mientras el pelirrojo se carcajeaba.
"Lindo acento, españolito" dijo Sofía, el resto no le entendió.
—Dijo "lindo acento, españolito" —tradujo la colorada, el chico comenzó a sonreír. Todos estaban tan acostumbrados al acento del chico que casi no lo notaban—. Deberían aprender lenguaje de señas —los regañó.