El diario del agua

Cap. 28: Pasadizos

A los empujones los cuatro entraron en el auto, en la tercera hilera de asientos, iban algo apretados. Ni siquiera pudo hacer una presentación adecuada, sería como una bomba para todo el grupo. Aunque sabía que ellas sabían que convencería a Josefina de ser humana, aunque en realidad no era humana.

El auto se puso en marcha sin que nadie cruzara una palabra, María miraba constantemente por los espejos, vigilando que nadie las siguiera. Estaba algo paranoica.

— ¿Quienes son ellas? —preguntó Josefina confundida señalando a Guadalupe y Ainara, las dos la vieron con una sonrisa.

Belén se lanzó sobre la jóven a pesar del espacio reducido y la abrazó, ella, aunque confundida, le correspondió. 

—Desde que comenzaste a visitarme seguido deseé poder hacer esto sin temor a que mueras ahogada —le susurró al oído.

<<No puedo ser más feliz >>pensó la joven de ojos rojos mientras sentía como ella acariciaba su pelo.

 — ¿Dónde estaban? —preguntó Marcos un tanto preocupado por el accionar de los mayores.

—Fuimos a una reunión, me presenté como la guardiana para los caballeros —explicó Candela relativamente tranquila—. Inmediatamente saltó una alarma sobre un movimiento de magia masivo, al mismo tiempo saltó una de mis alarmas sobre un ataque a la casa.

—Sabía que ustedes podrían aguantar un poco, así que fuimos en buscar al resto antes de pasar por ustedes —dijo María.

—Cierto —concordó Luis—, ustedes son unos luchadores.

En realidad no lo sabía, Candela le había dicho que dijera eso. Se notaba que estaba cansada de esa rencor, la guardiana sabía que nunca sería aceptada por sus abuelos, lo único que le quedaba era tratar de que en esa relación haya más paz. No le gustaba las peleas.

—Muchas gracias por confiar en nosotros —dijeron los gemelos al mismo tiempo, no era raro que hablaran así.

— ¡Nos olvidamo de Seta! —exclamó la abuela mientras intentaba maniobrar para volver, pero Candy la tranquilizó.

—No importa, se puede cuidar sólo... Lilim está sobre el techo con Gabriel —comentó Candy en un susurro. 

—Volveremos igualmente, lo necesitamos —dijo María haciendo una maniobra suicida.

Guadalupe se quedó mirándola fijamente, cosa que la incomodó. Observó que el rostro de la chica estaba excesivamente sonrojado y su ropa muy mojada. Creyó que recibió un ataque referente al agua y aún no se secaba.

Se quedaron en silencio, fue como un contrato tácito, todo lo que tenían que resolver lo harían al bajar, cuando estuvieran en algún lugar más privado. Podrían hacer presentaciones e intentar ayudarla a recordar las cosas que le serían vitales, además de el plan para devolverla a su casa.

~Y~

—Apurense, no hay tiempo que perder —dijo María, sus nervios no desaparecían.

—Quisiera una explicación —pidió Candy con más delicadeza de la que lo harían normalmente, se la escuchaba un poco agitada.

—No tenemos tiempo para hablar de esto —respondió mientras aumentaba más la velocidad.

Suspiró, habían tantas cosas que pensar, no tenía tiempo para hacer lo que sea que su abuela quería hacer. Necesitaba devolver a Josefina a su hogar, que el grupo hablara, tenía cosas pendientes.

— ¿Podemos hablar? —le tocó el hombro Ainara, puso cara de inseguridad.

—Apenas tengamos un tiempo a-a-a... —se tambaleó peligrosamente.

Antes de caer dos pares de brazo corrieron a socorrerla, Josefina y Uriel habían reaccionado con rapidez. La ayudaron a estabilizarse y se sentaron.

— ¿Hizo alguna estupidez? —preguntó Guadalupe acercándose a ella para tomarle el pulso. 

— ¿Además de que la ahogaron? —preguntó Marcos de forma sarcástica ayudándole a sentarse sobre la alfombra de terciopelo.

Tenían suerte de que esa parte sea difícil de acceder, puesto a que era una zona restringida.  

—Quédense acá, iré por la junta de los Servidores, no creo que sea buena idea seguir movilizándolos a ustedes.

Acto seguido, los mayores se fueron lo más rápido posible por el pasillo. 

Un fuerte dolor de cabeza se presentó para Marcos, varias alarmas comenzaron a sonar, las cosas se estaban descontrolando. 

Necesitaba acercarse a Guadalupe, esa era la única forma de poder tolerarlo, algunas lágrimas escaparon de sus ojos. No podía acercarse, estaba atendiendo a su gemela y no quería dificultarle su labor. 

Se alejó un poco del grupo para tomar aire y se apoyó contra la pared, miraba un punto muerto, lo único que le quedaba era esperar a que parase. Sintió un suave golpeteo en su espalda, un fragmento de las piedras que recubrían la pared. La siguió con la mirada y se encontró con un pequeño orificio en el borde inferior.

—Ten cuidado —dijo una suave voz proveniente de ningún lado, simultáneamente el dolor de cabeza desapareció.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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