El diario del agua

Cap. 32: El perdon

Las palabras ahora podrían sacarle un gran peso de encima o ponerle uno.

Tragó saliva, dispuesta a no cambiar de opinión y hacer lo que su corazón y su cabeza le indicaban.

—Señor... fue mi culpa, yo olvidé por completo que Nicolás tenía la pantalla y que desaparecería, así que me abstendré a las consecuencias. —Candy asumió todas la responsabilidad frente a el capitán. 

Él sabía que no era la culpa de nadie, que en realidad solo buscaban motivos para descargar su asquerosa ira en alguien y su hermana decidió transformarse ella misma en el blanco de esta.

Quería hablar y asumir parte de su culpa, pero no podía... algo en él hacía que su voz se quebrara cuando intentaba hablar.

 —Bueno, señorita Gómez —habló relajado—, quedará suspendida de las misiones por un mes, y responderá ante la señorita Mina, será su supervisora personal. Es una chica muy fuerte y muy severa, así que prepárese para obtener disciplina, un poco de la que les falta a ambos.

Asintió relajada, estaba acostumbrada a los regaños constantes. Le fastidiaba que alguien fuera a supervisarla, no le gustaba tener un ojo que mirara todas sus acciones.

No añadió nada más, estaba por irse con su hermano, cuando el capitán habló a sus espaldas.

—Los están investigando chicos, más bien a sus abuelos. Así que mejor cuídense, Mina intentará protegerlos, pero deben hacer que todas las criaturas se escondan antes de que intenten allanar la casa y lo que vean sean animales, recuerden que no pueden ver a las criaturas mágicas.

Esto era malo, definitivamente malo. Fueron directamente a sus casas sin decirle siquiera que sucedía a sus abuelos ni a su tío, tampoco era algo que les importe. Relajados fueron a clases, tuvieron que ir en el auto que compraron para poder transportarse y no ir en colectivo.

No hablaron con nadie en todo el trayecto, no devolvieron los saludos. Se veían pálidos... sus  movimientos no eran fluidos, parecían mecánicos como de robot. Después de mostrar la documentación validaron que ellos dos eran hermanos, la sorpresa era demasiada, pero tuvieron suerte que la reincorporación de Josefina llamara aún más la atención.

—Hey, Marcos ¿te sientes bien? —preguntó Mauro—. Te ves pálido.

—Si, todo bien —habló decaído. 

Franco se sentó a su lado, quizás era uno de los típicos "cancheritos", pero se preocupaba por sus amigos.

— ¿Pasó algo, hermano?

Negó con la cabeza apenas sonó el timbre salieron y se llevaron a Sofía, acción que ninguno de sus amigos veía bien. Quizás eran simples celos, puesto a que esa chica era como una intrusa. No la conocían como para juzgarla y no se animarían a hacerlo.

— ¿Qué crees que les suceda? —le preguntó Belén a Josefina, quien se encogió de hombros.

—Estoy pensando en Lara... Me preocupa que después de la pelea y de que saliera del lago el resto de mis hermanas no la acepte —comentó apoyando la cabeza en el hombro de la joven demonio.

—Tranquila, la aceptarán. No podrían no hacerlo, son demasiado unidas como para que eso les importe. Y en el caso de que no lo hagan... quizás podríamos darle una familia humana e ir a visitarla —dijo Ainara, se la veía muy concentrada en las manos de los gemelos.

Había estado estudiando lenguaje de señas para comunicarse más fluidamente al igual que el resto del curso.

"Chicos, siento que están pero a su vez no están" sentenció Sofía, ambos la miraron algo confundidos. "Quizás deberíamos parar de estudiar y continuar cuando se sientan mejor. Yo iré a comprarme algo para comer, muero de hambre" 

La chica se levantó y se fue, dejando a los chicos solos. A decir verdad no estaban muy presentes a lo que sucedía a su alrededor. Quizás era porque muchas preocupaciones inundaban su cabeza. Cosas que a los chicos de su edad no deberían molestarlos.

Pero la idea de que sus abuelos terminen en un lío legal y que Candela tenga problemas los aterraban. Su hermana podría perder la custodia de los tres.

Perderían la casa que sus padres les heredaron.

No verían a Candela nunca más, había hecho cosas muy fraudulentas.

Posiblemente los dieran en adopción, no podrían seguir teniendo aventuras mágicas y hasta quizás los separaban a los tres. Tendrían vidas asquerosamente normales y no podrían ver a sus amigos nuevamente.

Salieron del colegio, era obvio el malestar que tenían, se escuchó un bocinazo. Levantaron la mirada y se encontraron con su tío con el auto. No tenían idea que hacía ahí, se acercaron a él,

—Vine a llevarlos, vengan, vamos —dijo sonriendo.

Subieron callados, Candy miraba por la ventana apreciando el aire que pegaba en su cara, Marcos dormía intentando despejar esos horribles pensamientos y pesadillas de su cabeza. Esto no podía ser el fin, no quería perder su vida normal. Estuvo años ahí, no podía superarlo.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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