<<Otra vez Candy se está yendo a solas con Josefina, sin decirle a nadie >>pensó Lilim mirando a ambas caminar en silencio.
Era el quinto día de suspensión de Candy, estaba preocupada, puesto que seguía sin poder leer los pensamientos de su protegida.
Algo estaba bloqueandola, su problema era que no sabía si era interno o externo. Dudaba que Candy hiciera algo como eso. Normalmente la podía verificar metiéndose durante unos segundos en la mente de ella, más precisos, en la zona en la que se mide el miedo y el peligro.
No sabía si la seguía por ese inconveniente o por el hecho que no le gustaba que se fuera a solas al bosque, sin decirle a nadie y con una "contrincante". Donde nadie podría escucharlas...
<<No, la sigo porque me preocupa fracasar en mi trabajo como guardiana, no me preocupo por ella.>> Siguió espiandolas a lo lejos. <<Aunque es raro... a ella le gusta la niña atlética. Claro, Candy no lo sabe... ¿Por qué se la está llevando tan lejos? >> su cabeza pensaba a mil por hora, sin poder entender lo que le sucedía a la náyade.
No, no le sucedía nada a ella, todo lo que le estaba pasando era parte de su cabeza. Debía parar de hacer especulaciones. Eran amigas desde hace mucho tiempo, ¿por qué le haría daño?
Eso de tener sus habilidades fallando la estaba poniendo muy paranoica, siempre podía escuchar lo que pensaban las personas, pero ya no podía y el colmo fue perder la habilidad de meterse en la cabeza de Candy.
Seguían caminando, ambas estaban armadas y en completo silencio. Parecían saberse el camino de memoria.
Las seguía a una distancia prudente, intentando no levantar sospechas y vigilando al resto de criaturas que vivían en aquel bosque. Se sorprendió de que ninguna criatura las estuviera acosando además de ella, obviamente.
Mierda, era una jodida acosadora.
Llegaron a un claro, bastante descubierto, había destrozos en diferentes lugares.
Vio cómo ambas se sacaban la remera, quedando solo con un corpiño deportivo. Se miraron a los ojos, había una llama fuerte en sus miradas, lo que la sorprendió.
— ¿Lista? —le preguntó Josefina sin disimular su sonrisa.
—Eso creo... no estoy segura—murmuró Candy. Le pareció extraño que murmuraba, siempre que esas dos estaban juntas gritaban, peleaban, se miraban mal, se golpeaban, pero murmurar... eso no era algo normal en esa relación.
—Lo sé, como siempre, pero nunca faltaron las risas, no creo que comiencen a faltar ahora.
—Porque siempre es diferente, pero ahora... lo siento muy normal —la miró a los ojos—. Y siento que vamos a causar un desastre. Es un presentimiento que no me abandona desde que salimos.
La joven de cabello azul frunció el entrecejo, sus ojos azules estaban clavados en los marrones de su rival.
— ¿Por qué no me lo dijiste antes? Así no perdíamos tiempo.
—Porque siento que nos vigilan, he estado todo el camino buscando a quien nos esté vigilando, pero no he logrado encontrarlo. —Así que por esa razón murmuraba, su protegida ya la había descubierto, debía esconderse mejor.
—Vamos, no te preocupes —adoptó una postura conciliadora. ¿Quién la entendía?—. Una última vez, si nos aburrimos, páramos.
—Está bien —Candy volvió a actuar como la chica autoritaria que era.
Tomaron distancia, la chica de pecas cerró sus ojos y comenzó a levitar. Lilim continuaba viéndolas de lejos, sus ojos se pusieron en blanco.
Josefina la miraba a lo lejos, lentamente se iba construyendo una espada de hielo en su mano. Una vez terminó, clavó sus ojos en la humana, quien se mantenía suspendida en el aire.
—Estoy lista —su voz sonaba pacífica—. Intenta no romper mi ropa esta vez...
—Mira, si te has sacado la remera es para que no la rompamos, deja de chillar.
— ¡No chillo!
Se acercaron rápidamente para comenzar a pelear. Ambas habían perdido toda su humanidad, la velocidad con la que asestaban golpes, la fuerza, el corto tiempo de reacción que tenían.
Josefina atacó las costillas de su contrincante con un puñetazo, Candy la esquivó, mas no logró esquivar el golpe de su espada de hielo, provocando un corte en el hombro.
<<Tonta, prioriza la espada, eso te puede hacer más daño que un puñetazo >>pensó lilim bastante molesta. Sabía que al tener ese aspecto humano la náyade era mucho más débil, pero igual podría dañarla.
Candy bloqueó el siguiente movimiento con su espada, le propinó un golpe, haciendo que los pies de la oji azul cedieran junto con la tierra. Se separaron un poco Josefina le dio una patada, la cual logró esquivar. Dio un golpe circular con la espada, dándole tiempo suficiente para que ella saltara sobre la espada, utilizando como plataforma el objeto punzante para esquivarla del todo y caer del otro lado.
Ambas se miraron durante unos segundos, Candy se acercó a ella, chocaron sus espadas, causando un sonido metálico. La colorada dejó de flotar, para luego dejarse caer, Josefina tiró su espada al árbol en el que se encontraba Lilim escondida, haciendo que el árbol cayera junto con la demonio, quien quiso salir volando, pero no pudo.