— ¿Qué hacemos? —preguntó la dragona.
—Refúgiate, nosotros nos encargaremos —habló relajada. Guadalupe levantó un escudo rápidamente, para sorpresa de todos no estaba inconsciente, pero no paraba de temblar.
No se hicieron esperar los ataques de parte de esas dos figuras, el pánico también estaba presente, Gabriel creó una bola de energía pura al igual Marcos, con toda su fuerza la tiraron hacia ellos, pero la esquivaron, antes de la otra mujer la esquivara desparecieron, eso era sumamente extraño.
—Esto no pinta nada bien... —murmuró Gabriel.
—Claro, pedazo de estúpido —se burló Uriel—. Úsenme, será más fácil así —hablaba arrogante.
—No, tengo una idea. —Josefina miraba con determinación a sus atacantes— Belén, trenza dos flechas.
— ¿Qué? Nunca hice eso... —hablaba con algo de desconfianza.
—Hazme caso, tienes que apuntarle a ambos, déjame el resto a mi.
—Josefina... —quiso hablarle Marcos, no quería que se arriesgaran si podían huir.
—Deja que me encargue, quiero salir tanto como ustedes.
Se quedaron callados, Guadalupe no aguantaría mucho más. Marcos transformó a Uriel en espada, Ainara sacó sus alas y estaba cerca de Guadalupe para protegerla, Gabriel cuidaría de Marcos y Candela de la dragona, la cual por alguna razón no podía volver a su forma real. Todo dependía de como tirarían las jóvenes.
Belén preparó su arco, Josefina se acercó a ella y posicionó sus manos casi rozando las de la contraria, suspiró y de su aliento salió una pequeña bocanada de aire congelado, la chica mitad demonio sintió algo de frío, pero no era desagradable. Un viento helado corrió, las flechas se hacían mucho más pesadas a medida que se agrandaban.
Los ataques no mermaban, a excepción de las dos chicas, todos se sentían sofocados por el calor. Guadalupe no aguantó más y cayó.
— ¡Ahora! —gritó.
Las flechas fueron justo al estómago de los jóvenes, los cuales no pudieron hacer nada, rápidamente se transformaron en polvo y fueron llevados por el viento al igual que la chica-sombra.
El experimento escuchó como la náyade suspiraba.
—Como odio matar gente... —suspiró mirándola con algo de dolor.
Ainara se quedó mirando con seriedad la situación, Mr. Death y las dos chicas se parecían mucho... no solo eso, sino que los tres parecían estar del mismo bando.
Guadalupe se sentó en el suelo, intentando recomponerse, Gabriel sostuvo a Marcos que estaba notablemente pálido.
Su celular sonó.
—Hola, Marcos —dijo su abuela, se escuchaba un tanto decaída.
— ¿Cómo está Can? —preguntó débilmente.
—Está inconsciente. Necesito preguntarte algo, no sé si te suena una tal Marcela —su corazón se detuvo.
—S-si, ¿qué tiene ella? —preguntó más pálido que una hoja.
—Vino a la casa, no sé que hizo Candy, pero salió traumatizada de aquí. Eso hizo que se descompusiera aún más.
—Entiendo... me apuraré, adiós.
Cortó y miró a Candela con preocupación, entendió al instante lo que sucedía.
—Si hubiera otro lugar a donde pueda ir iría, aquí ya no es seguro —comentó la dragona frustrada.
—Podes ir a las ruinas, allí te podemos ir a visitar y ayudarte si se te ofrece algo —propuso Guadalupe.
La mujer se sorprendió, abrió los ojos como platos y se puso nerviosa. Su postura cambió muy rápido y una sonrisa apareció en su rostro.
—M-me parece una invitación m-más que justa, su majestad, solo deme las coordenadas y asistiré. —La joven le tendió un papel con las coordenadas exactas, la dragona hizo una reverencia y se fue corriendo.
—Eso fue raro... —murmuró la joven sorprendida. No era la primera vez que una criatura mágica la trataba de "su majestad".
—Vámonos, no queda mucho tiempo —dijo Marcos. Era de medio día y no sabían donde estaba el santuario.
~Y~
Volvieron a la aldea, tardaron casi media hora en llegar, mientras Ainara le vendaba la cabeza a Guadalupe, Belén hablaba con su contacto.
—Gracias por la ayuda, estas son las coordenadas para encontrar la planta. ¿Hay alguien de la familia de quien buscan sanar? —preguntó el joven.
—Sí —respondió Candela—. Nosotros dos.
—Genial, solo una persona con vinculo sanguíneo sabrá cual es la cura para la enferma en cuestión. Sigan los instintos de ellos y encontrarán la cura, hay muchos placebos por ahí y otras pueden ser tóxicas.
Candela se quedó callada, sintió que todo se caía a pedazos, tomó el papel y solo comenzó a caminar con rapidez siguiendo las indicaciones. El resto se despidió del joven y comenzaron a seguirla como pudieron.