El diario del agua

Cap. 43: El poder de mi diario

A medida que los presentes llegaban, comenzaban a mirar frenéticamente a las dos Candys, hasta sus hermanos se veían sorprendidos. Parecían lo opuesto, y a la vez tan similares Una vez todos presentes ella se calmó, pero parecía una tranquilidad pasajera.

Luis, María, José, Nina, Lilim, Gabriel, Seta, Uriel, Marcos, Josefina, Ainara, Guadalupe, Belén, Lara, Candela, Night y Analía. Tantos amigos que alguna vez no lo fueron, todos juntos, aterrorizados por una amenaza latente. 

Apenas habían sido legibles las palabras de Josefina, quien les mandó un texto a todos. Entraron lo más silenciosamente posible a la casa. Los abuelos trataron de llamar a la central de los Caballeros. Nadie respondió.

Estaban solas en esta.

—Soy Alessia, un placer —dijo haciendo una reverencia muy elegante.

—Creo que esto es el infierno... —comentó Belén con una sonrisa, podía darse el lujo de sonreír, puesto que los menores aún no sabían la situación completa—. Ya de por sí es muy difícil poder cuidar de una sola Candy, no quiero imaginarme lo que serían dos.

—No soy Candy —habló seria—. Mi nombre es Alessia, cuando la maestra de Candy la contactó por primera vez la durmió y me hizo a mi. Modificó su collar —tomó el dicho objeto y se lo mostró al resto—. Para que almacene energía mientras duerme, así crearme a mi, un ser con consciencia independiente, la guardaespaldas de ella y sus hermanos.

<<No sé si es hermoso o escalofriante >>pensó Seta.

Alessia ignoró todo lo que pasaba, acostó a Candy, no era buena idea salir pero tampoco quedarse. Mantuvo intentando pensar un plan para destruir a ese maldito demonio.

—La mejor ofensa es atacar, si Asmodeo está libre tendremos que ir por él —habló en voz alta.

—Él quiere volver a casa... fue corrompido, ahora solo le queda eso, encontrar a su amo —murmuró Lilim—. Vamos a pararlo, cueste lo que cueste.

El sentimiento era mutuo, no cabía duda. Nadie explicaba la situación, queda por demás decir que era casi inentendible. Necesitaban saber por qué le temían tanto a ese tal Asmodeo para poder ayudar.

—Es un demonio —Belén había entrado en la cabeza de María con relativa sencillez—. Lleva siglos encerrado aquí, alguien lo liberó... Nos matará a todos.

No hicieron falta más palabras, cada uno fue en busca de su respectiva arma. No importaba la edad. Lo cierto era que todos allí eran caballeros a excepción de unos pocos, que le debían tanto a ese bosque que no podían negarse a luchar.

Uriel balanceaba sus pies de forma infantil, se encontraba en el brazo del sofá, con su sonrisa radiante. Seta tironeó un poco de él para indicarle que debían irse. En ese pequeño plan que entre Alessia, Nina, Marcos y Josefina creaban, no cabía la joven enferma e inconsciente. No podían llevarla.

Candela, con una sonrisa amarga, se acercó a su hermana, beso su frente. Su hermano gemelo revolvió su cabello, el mayor, tiró un poco de sus cachetes y le dejó algo de hielo cerca. 

—Tranquila, volveremos antes de que te despiertes —sonrió.

Seta tomó a la pequeña mascota de los Gomez, la puso en el regazo de su dueña mientras veía como todos lentamente se alejaban. Encaró al animalito con mucha dulzura para intentar transmitirle el sentido del deber.

—Escuchame, Golden. Ella es tu dueña, te ama. Quiero que la protejas, así te cueste la vida. ¿Entendido? —la mascota le lamió la mano—. Nada de juegos, cuento contigo. 

El chico de extraños poderes, sacó una pequeña estaca, la cual tenía en su punta un poco de cenizas. En la frente del cachorro se le escribió un símbolo. Sus ojos cambiaron de color a uno azulado, pero su mirada seguía manteniéndose tierna e inocente.

Era hora de partir.

Era la marcha de la muerte.

Pero sería la marcha de la vida para los sobrevivientes.

 ~Y~

Fuego, más y más, gritos, desesperación. El mundo se prendía fuego y ella se mantenía así, como si nada, incapaz de ayudar o defender a alguien, sólo podía mirar lo que pasaba a su alrededor. Un hada se acercó a toda velocidad, adoptó una forma mayor y la alzó, en los brazos de Night había un bebé que lloraba desconsolado, ella reía con cada risa una chispa se encendía, lo que hacía que riera más.

Tenemos que irnos, señora —habló el hada. El llanto del otro bebé también encendía una pequeña chispa.

No, las llamas del inframundo no nos van a derrotar... dile a Ryan que traiga mis cuchillos ahora mismo dijo una mujer nerviosa pero firme.

Todo era caos en su mente, no podía pensar, solo reírse. Todos estaban histéricos, sin saber muy bien que debían hacerle. Una mujer con un vestido largo color crema se acercó a ella, no podía reconocerle, le susurró algo que no entendió a ambos y luego se fue.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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