El diario del agua

Cap. 52: Funeral

A veces la vida nos tira muy abajo.

Creo que a todos nos ha golpeado más de una vez con mucha fuerza, tanto que nos deja atontados y requerimos de un período de descanso para poder recomponernos.

Josefina miraba por la ventana y bufaba cual perro, la cima del mundo era horrible, solitaria. No era como la recordaba.

Quería que todo terminara, el peso que tenía su espalda era más del que podía soportar. Mauro se encontraba a su lado, mirando adelante, tenía un elegante traje, sus ojos estaban llenos de lágrimas.

Bajó su mirada, miró el dobles de su vestido negro. Le gustaba viajar en tren, el movimiento, el sonido de este, era muy placentero y reconfortante.

Le prestó atención a la joven mitad demonio, esa muchacha que la había traído loca durante mucho tiempo. Tenía mala cara, había dormido muy mal al parecer. No era la única con problemas en casa.

Hace un mes había peleado con Sofía, ahora se encontraba en el par de asientos de al lado, con su elegante traje color negro, con su rostro afligido, tenía un ligero rastro de maquillaje. Trataba de que las lágrimas no lo corrieran.

Seta permanecía parado, con los brazos cruzados y una gran nota de frustración en su rostro. Ese vagón había sido reservado, para que pudieran ir hasta el lugar del entierro, por las familias "más poderosas", quienes no fueron capaces de enviarles ayuda cuando la necesitaron.

El nuevo, Mateo, tenía muy mala cara. Sabía que había sido amigo en los entrenamientos junto con Marcos.

— ¡Esto es su culpa! —le recriminó a las chicas el joven castaño con pelo "emo".

— ¿Nuestra? —preguntó incrédula Guadalupe.

—Presionaron a su mejor amiga para que les hablara de su infancia olvidada. ¿No creen que la olvidó por algo? —preguntó molesto.

La primera en quebrarse fue Josefina, tomándose el rostro con sus manos y dejando que las lágrimas en silencio. Odiaba sentirse así, no quería que le afectara, quería oír sus voces chillonas y suaves, la voz más femenina es la que deseaba oír gritando, insultando a los cuatro vientos su nombre, diciéndole miles de cosas por el mero hecho de competir. Extrañaba esa voz más masculina, diciendo que ni se le dé por intentar dañar a su hermana, parando cada arranque de ira entre ellas dos.

— ¿Cómo mierda llegamos hasta aquí? —preguntó Ainara a los presentes—. Nuestros inicios fueron muy inocente. Somos unos malditos, tratamos de lastimar al otro creyendo que el daño que sufrimos se curará así...

Se escuchó un silencio sepulcral, solo la risa neurotica de Candela los interrumpió. Estaba drogada, otra vez. Después de que su querido demonio le dio la primera dosis, se negó a dejar de recibir una constantemente.

La híbrida, quien estaba sentada junto a Belén, apoyó sus codos sobre sus rodillas y se pasó las manos por toda su cara. Tratando de calmarse, su mente la llevó a un fuerte y nostálgico pasado.

— ¿Recuerdan como los conocimos? —preguntó mientras comenzaba a recorrer los pasillos de la memoria.

Ainara salía del colegio, era pleno inicio de clases, pero el otoño se había apurado y para variar bajó mucho la temperatura, hacía demasiado frío. Nadie la acompañaban, iba haciendo humito con su aliento. Se reía mientras intentaba hacer formas.

De golpe escuchó unos gritos, los cuales atrajeron su atención de inmediato, parecían de una niña. Buscó con la mirada la causa, se sorprendió cuando vio a una chica joven tirada en el piso rodeada por unos matones, parecían que querían robarle. 

Buscó ayuda a su alrededor, no había nadie, no podían pedir ayuda. Había una rama cerca suyo, el corazón se le ensanchó del coraje, de seguro había perdido la cordura por solo pensar eso. 

Corrió como una loca, arriesgándose a que la hirieran con un arma, pero no le importaba, porque algo dentro de ella, un calor extraño le decía a gritos que debía ayudarla.

Siguió avanzando, sin temer, los chicos corrieron asustados, de seguro no estaban armados. En el piso, medio desorientada, se encontraba una colorada. Notó que no se incorporaba, se agachó, corrió el flequillo que caía en sus ojos. 

Notó que respiraba profundamente, estaba con los ojos cerrados. Un poco de sangre  resbalaba por la comisura de sus labios y estaba pálida, no salía del shock. Eso pensó, a pesar de tener tantos golpes no se quejaba por el dolor. Nadie que estuviera completamente consciente ignoraría ese hecho.

—Hola —dijo de forma animada abriendo los ojos y sentándose con mucha energía. ¿Quién diablos era esa chica? No parecía asustada, se paró como si nada, acomodó su ropa, Ainara se incorporó igual que ella y se paró derecha, notó que la pelirroja era un poco más alta que ella—.  Mucho gusto, mi nombre es Candy. Si no me equivoco te vi en el colegio.

En ese momento se dio cuenta que ella era la nueva del colegio, bastante sorprendente, puesto que por alguna razón se había olvidado completamente de su rostro.

Con algo de nerviosismo le propuso acompañarla a su casa, aunque lo mejor era que fuera a un médico a lo que respondió que quedaba muy lejos, que simplemente iba a una calle principal para tomarse un taxi. Se dispuso de igual forma a acompañarla, temiendo que las múltiples contusiones que tenía por la paliza que le habían dado le jugaran en contra.

Aceptó con sencillez, no pudo evitar que cada vez que se desestabilizara poner sus brazos al rededor para atraparla temiendo que se caiga. En ningún momento lo hizo, pero su temor se mantenía activo. 

La vio irse en taxi, suspiró, era hora de retornar a su casa.

~Y~

—Esa chica nueva es extraña —comentó Josefina—. No quiero hablarle, ni que se integre en nuestra dupla —bufó—, que se busque la suya.

—Somos un trío, ¿te olvidas de Belén? —preguntó Ainara sonriendo, Josefina volvió a bufar.

—Que tampoco se meta con ella, ya es suficiente lo que pasó. Primero esos imbéciles se burlaban porque era rellenita. Como si que fuera malo, a mi me gustaba, luego se burlaron por lo flaca que es —volvió a bufar, era peor que un perro, lo que hizo reír a la pelinegro—. ¿Y vos de qué te reís? —preguntó más molesta.



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En el texto hay: mundos fantasticos, guerras magicas, aventuras magicas

Editado: 28.04.2020

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