El Diezauno

CAPITULO ONCE

Estaba en la habitación de Fausto. Cogí una silla y me senté. Comencé a hablar:

—¿Qué tal, Fausto? Yo no estoy bien. Estoy enfermo. No sé qué tengo. Pero estoy bien. Sin embargo, estoy helado. He venido para contarte que ahora somos una organización medio desmantelada. El comandante estuvo hablando en la Puerta de Alcalá. Nos presentó a mí y a Hannah como los pilotos de los fúleg. Hoy, cuando salí de casa y bajé, una barahúnda de personas me rodeó y me pidieron autógrafos y fotos. Una locura. Una verdadera locura... Llegó un punto en el que no podía moverme de la cantidad de personas que había. Tuvieron que ayudarme dos tíos que eran amigos. Y bueno, aquí llegué. Sano y salvo. Bueno, Fausto. Espero que te recuperes pronto. Adiós, compañero —dije tras levantarme—. Por cierto, mi nombre es Tachi.

Y me levanté para salir. El móvil comenzó a sonar. Era Hannah —sabía que era ella porque nadie más tenía mi número—.

—¿Sí?

—Tachi, ¿dónde estás?

—Estoy en la organización, ¿por qué?

—No puedo salir. Hay muchos chicos debajo de mi casa. Dicen que se quieren casar conmigo, que me quieren. Y quiero salir, pero me da miedo. Son muchas personas.

—¿Dónde vives? Voy a buscarte.

—No te van a dejar pasar.

—Sí, sí me van a dejar pasar. Voy a decir que estamos juntos. ¿Dónde vives?

—Calle Alonso Cano número 33, 3.º A. Cerca de la organización.

—Voy para allá.

Colgué y busqué en internet dónde

encontraba la calle. Cuando vi cómo llegar, me dirigí inmediatamente allí.

Al llegar cerca de la calle, había tantas personas abarrotando la vía que llenaban hasta la intersección de la misma. Ni los coches podían pasar. Era un descontrol total.

Tachi se acercó y pidió paso. Y cuando las chicas se dieron cuenta de quién estaba pidiendo paso, comenzaron a tirarle de la ropa mientras le decían que lo querían como novio. Él respondió que no, que ya tenía novia. Pero no servía de nada. Seguían haciéndole proposiciones de todo tipo, como que querían hijos suyos.

Con dificultad llegó al portal y llamó al piso de Hannah. Contestó, y Tachi respondió que era él, pasando. Dentro del portal, se quedó mirando al gran número de personas que había pidiéndole la mano a Hannah. Eso le quemó por dentro, porque era suya. O al menos, eso era lo que pensaba.

Se movilizó y subió las escaleras. Cuando llegó a la tercera planta, se quitó la mascarilla y llamó al timbre. Tuvo ganas de estornudar, pero se contuvo.

Hannah le abrió la puerta. Y, al verse, Hannah salió disparada para darle un abrazo. Tachi se quedó congelado. No se movió; le pilló de imprevisto. Entonces, cuando notó el calor de Hannah, la abrazó. No con fuerza, sino con ternura.

—Ya estoy aquí, Hannah. No tienes de qué preocuparte.

Ella no dijo nada.

Entonces Tachi dijo:

—Quiero verte, Hannah.

—Solo un ratito más.

Él bufó y dijo:

—Está bien.

Y la besó en la cabeza. Ella le abrazó más fuertemente.

—Me estás haciendo daño, Hannah.

—Perdona.

Y Hannah paró y dijo:

—Gracias por venir.

Él sonrió tímidamente y dijo:

—No hay de qué.

Y Hannah dijo:

—Ven, entra.

Tachi entró junto con Hannah. Y, al hacerlo, ella cerró la puerta. Él se quedó quieto en la entrada, y ella dijo:

—No seas tímido, pasa.

Y pasó al salón.

—¿Quieres algo de beber?

—No, gracias.

—Te prepararé un café.

Él dio un bufido y se acercó a las ventanas para asomarse —tenían cortinas—. A través de ellas miró la calle.

—Tienes muchos fans.

—Seguro que tú también —respondió desde la cocina.

—Los míos no se quedan esperándome debajo de casa.

—O sea, que también te han acosado.

Reí.

—Sí, también me han acosado por culpa de un niño.

Ella fue al salón.

—Así que has tenido que enfrentarte a la fama dos veces.

—Así es. He tenido que enfrentar la fama dos veces —respondió mientras miraba a través de la ventana.

Él se dio la vuelta y continuó hablando—:

—¿Sabes? Nunca esperé venir a tu casa. Es acogedora con todas estas plantas. Se nota que te gusta la naturaleza.

—Sí. Ven, siéntate.

—Sí.

Y me senté en el sofá.

—Tu casa huele muy bien. La mía no huele a nada.

—Es lavanda.

—Bueno, cuéntame cómo te deshiciste de tus fans.




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