●°•Quieres que te diga ahora. Me presionas para que lo grite. Necesitas oírlo.
Trato de ser sutil como puedo.
Asumo que nada me necesita, todo lo que he hecho me destroza. Parece que tenías razón otra vez.
¿Dónde puedo ir?
Todo el mundo está mirándome•°●
El castaño suspiró con angustia, tragando ése nudo que empezaba a formarse con velocidad en su garganta, ardía como el mismísimo infierno y parecía algún tipo de inflamación que le impedía respirar. Su corazón palpitando con rudeza mientras escuchaba a TaeHyung reír.
Y pensaba, admitiendo allí muy en el fondo de sus cavilaciones que era la risa más hermosa que alguna vez serías capaz de oír. Rasposa como una lija que al deslizarse por la piel podría traer fogosos estremecimientos y escalofríos que sólo lograrían calentar el interior; jovial como ése hermoso hoyuelo imperceptible que siempre ocupaba su mejilla rosada y tan divertida como sus dientes que se adherían a su labio inferior para evitar seguir riendo con soltura, a pesar de que su rosto siguiese con aquel semblante burlesco, aquel semblante burlesco que hacía parecer que guardaba sus más sucios secretos.
Y Jungkook inconscientemente sonrió, ignorando aquel nudo que obstaculizaba su garganta y miró al más alto, sólo para encontrarse con todo aquello que, admirado, pensó anteriormente.
Y reafirmó una vez más que definitivamente; era la risa y la sonrisa más hermosa de toda su vida. Y lo era, porque pasaría horas hablando de ella o simplemente recordándola.
De un momento para otro aquellos ojos oscuros como el mismísimo carbon, pertenecientes a TaeHyung se encontraron con los de JungKook, éste último consciente que todavía sonreía al igual que el otro, bajó velozmente la cabeza, sintiendo el calor cubrir sus mejillas rechonchas mientras pensaba en la felicidad de su mirada y en su interior avergonzado por haber sido descubierto observándolo con la más grande devoción en su fanales.
Sus orbes- Pensó el castaño.
Absolutamente aquello para Kook, era otra cualidad que hacía a TaeHyung más despampanante. Sus iris arremolinados con esas combinaciones cautivantes entre el anochecer y el brillo de la luna. Espléndidos.
Y luego la sonrisa del castaño empezó a descomponerse mientras con lentitud fruncía el ceño. Una mueca triste ocupando su boca, reprendiéndose por los pensamientos que tenía hacia Tae, y el recuerdo del porqué ése nudo ahogante en su garanta volvió.
TaeHyung era un imposible.
"Cariño, ¿No debías haber terminado tu tarea?" La madre de JungKook habló. Éste sabía que estaba hablándolo a él. Después de todo era su culpa, anteriormente le había dicho a su madre que no quería bajar a ver a Tae porque tenía que estudiar para su examen de mañana, lo cual era una vil mentira.
Sólo no le apetecía verlo, no cuando él le gustaba y venía a casa para verla a ella, a JiSoo, su hermana y por lo tanto, novia de TaeHyung.
Si. Él era un imposible. Lo sabía.
Se colocó de pie con velocidad, sintiéndose mal ante el hecho de que su madre esté echándolo de allí. Lo había pedido al inicio y ella había gritado con soltura ante su decisión de no verlo, diciendo que el castaño sólo pensaba en sí mismo, que era egoísta y que nunca osaba a colocarse en el lugar de los demás, en este caso su hermana, ya que había rechazado bajar a saludar a alguien importante en la vida de JiSoo.
Mamá, él también es importante para mi.
Tal vez si era egoísta porque llegó a enamorarse del novio de su propia hermana y aquello estaba carcomiéndolo, no sabía a quién decírselo, no sabía con quién debería hablar de ello. Era sumamente degradante.
Era difícil, JungKook tenía sólo apenas dieciséis años, definitivamente no sabía como conllevar eso del amor, lo único que se le ocurría era escapar de ello, evadirlo.
Era lo mejor que podía hacer, después de todo, dado las circunstancias.
HaNeul lanzó una mirada desaprobatoria al ver que su hijo no decía nada.
JungKook y ella... Era una relación complicada, sólo podía decir que el favorito claramente no era él.
"Si-si... La tarea, debo-mañana tengo un examen." El castaño estaba observando a Tae, intentando justificarse ante el hecho de dejarlo allí, aunque era estúpido, seguramente le importaba un rábano su presencia y simplemente quería que HaNeul y JungKook lo dejasen solo con JiSoo, para así, besuquearse con ella a gusto.
El castaño giró rápidamente su vista a su madre, sintiendo pánico ante el hecho de que lo descubriese mirándolo mucho. ¿Se habría dado cuenta que TaeHyung le gustaba? Su estómago se revuelvió, ¿qué pensaría ante el hecho de que le gustase TaeHyung?
¿Qué le gustase un hombre, específicamente?
Perdóname, mamá.
Lo odiaría más. Estaba seguro.
Con aquel pensamiento, y sin mirar a nadie, JungKook volteó hacia la salida, escapándose al lugar más seguro que era su habitación.
Subió las escaleras con pesar, odiando internamente los domingos; primero porque venía TaeHyung a su casa y sólo hacía que sus sentimientos revoltosos por él se intensificasen aun más; segundo, porque su madre siempre decía cualquier idiotez para hacerle pasar vengüenza frente a él; y tercero, la calidez de JiSoo con JungKook, sólo lo hacía sentir más culpable. Si tan solo ella fuese un poco más como su madre, más fría y pedante, no se sentiría tan mal por sus incontrolables emociones.
Una vez en su habitación, cerró la puerta con docilidad, recostándose contra ella y suspiró con fuerza, parecía más bien un gimoteo ahogado.
"Todo estará bien, Kookie." Repitió las mismas palabras que decía Rosé, su mejor amiga, cuando lo veía alicaído, ella sabía que su relación con su madre no era la mejor, sin embargo, no sabía nada sobre TaeHyung.
Se sentía muy avergonzado como para mencionarlo.