El dilema de la princesa

Capítulo 74-Bastardas

Zac recorre mi silla y me ayuda a sentarme, Clye lo fulmina constantemente con sus ojos grises, Zac solo le sonríe complacido de que no puede hacer nada, el fulgor de la mesa hecha de caoba  recubierta con una fina capa de resina con polvo de oro y diamantes incrustados, un brillo único que no solo es posible por las pequeñas luces distribuidas por todo el lugar si no a la habilidad de quienes las controlan, inician a comer en el momento en que yo llevo a mi boca el cubierto, las conversaciones cesan  e inician a concentrarse en comer, solo es perceptible el sonido de metales entrando en choque contra nuestros dientes y en ocasiones con la porcelana fina de los platos donde se sirven platillos altamente preparados por los mejores cocineros, un día inolvidable.

 

Tenía la certeza de haber visto a representantes de otros reinos, el color azul petróleo del reino de orion está presente en una de las mesas destinada a las delegaciones de otros reinos y uno que otro pais libre, de entre ellos puedo notar que solo han enviado a los duques principales, no serían tan tontos para arriesgar a sus propias familias reales pero sí a la de sus sirvientes y yo soy la mala, hipócritas, dejó salir el aire entre mis dientes y un silbido agudo suena, la música resuena en algún punto de la abarrotada sala, se traga mis palabras, después de comer no faltan los que cambian de lugar y empiezan a acercarse a mí, mi boca se abre y dirige las palabras que que quieren, estoy cansada esa es la palabra, la energía que hace unas horas me dio la fuerza de seguir se estaba acabando y con justa razón, por donde mirara siempre habrá alguien que empezaba a hablar de planes y sugerencias que nunca lograban permanecer mucho tiempo en mi cabeza, no tenía el lujo de rechazarlos como lo hacía cuando aún no era coronada, debería atenderlos como su anfitriona, sentada en esta ridícula silla que apesar estar hecha excelentes materiales y armada para ser de las más cómodas sentía que era lo peor en lo que me había sentado, no se cuanto tiempo paso hasta que el aburrimiento me consumió, de repente parecía una marioneta que sonreía a la par que movía la cara, mis manos habían sido apretadas y tratadas con afecto al pasar con otras, mi lengua escurría sangre de tanto morderla para evitar proferir palabras muy oscuras, aquellas podrían hacer que cualquiera decidiera salir corriendo. 

 

El sol se estaba ocultando para darle paso a la extensa y maravillosa noche, varios de los invitados ya se estaban retirando, escuche la pregunta de un mesero preguntando si quería otra copa,cuantas veces ya habian rellenado y servido aquel liquido dulce y amargo, tal vez unas diez veces y aun así mi cuerpo no estaba embriagado como el de otros que con solo cuatro ya estaban en el suelo, no era la única aburrida, el berrinche de la oscuridad había sido no dejarme de arañar por dentro, como un gato que rasca las cortinas hacía lo mismo desde lo profundo de mi interior, arañando mi cabeza, mi corazón y todo cuanto le placia para molestarme, el dolor era soportable y era una constante distracción para ocupar mi mente. 

 

-Majestad, ya ha cumplido el tiempo establecido para permanecer aquí, si lo desea puede  retirarse, Zac y yo daremos fin a este banquete- Las personas a nuestro alrededor susurraban  y creaban sus propios chismes cuando Zyan se acercó a mí para decirme estas palabras, un escalofrío me recorrió cuando un aire frio se acumulo en mi cuello- Parece que algunas personas no están a gusto majestad, temo que puedan dañarla

 

-Es posible hacerlo sin decir nada- Zyan me sonrió mostrando una actitud que conocía demasiado bien, en tan solo unos meses ya han empezado a adoptar las mismas actitudes que me hacen ser quien soy, más arrogante y más calculador.- no quiero hablar

 

-Quién podría disgustarse con usted majestad- ladinamente le sonrió a Clyde dejando que sufriera al no poder escuchar lo que decía a mi oído- Pero quería comentar que la comandante Malia quisiera reunirse con usted

 

-En donde esta- busco con la mirada a Malia pero no la logro ver en ninguna parte entonces un sabor amargo recorrió todo mi paladar, no se presenta aquí, al menos tiene algo del orgullo de su madre- donde quiere que la vea

 

-En los balcones reservados para la familia Nitel,majestad- respondió disgustado zyan, tampoco a él le agrada la altanería de Malia soportar la mía ya debe ser suficiente para él - pero la puedo traer aquí si lo desea emperatriz

 

-no, iré para allá, espero y sus palabra valgan la pena, no me importaría perder a una tía más- sonríe satisfecho de mi respuesta, me levanto con su ayuda y ala par lo hace Clyde pero niego con la cabeza, no necesito su ayuda en este momento y la decepción se asoma por su rostro fugazmente para dar paso a la inexpresividad- encargate de que nadie me moleste

 

-Eliminare a cualquiera que quiera perturbar a su majestad- sus palabra salen dulcemente de su boca, una amenaza bien disfrazada y dicha en voz alta para que todos los demás escuchen y conozcan sus intenciones- solo debe dar la orden

 

-Es grato escucharlo- contestó a su ofrecimiento, camino entre las mesas mientras la capa ondea con el viento de la noche, admiraba las fotos de los reyes que tenían capa en sus retratos pero ahora las aborrezco, los broches con los que se unen al uniforme pesan en mis hombros y a veces se clavan, sin mencionar que la capa agrega demasiado peso a mi espalda y debo de tener más cuidado para no tropezar con ella, las escaleras que llevan al balcón privado están iluminados por piedras blancas fluorescentes, Zyan solo me acompaño hasta la entrada ahora camino sola en compañía de mi respiración agitada, y ahí está recargada en la barandilla jugando con el agua de la humedad de las plantas-  Veo que te diviertes




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.