El dilema de la princesa

Epilogo

Un joven de cabello oscuro y otro de cabello acaramelado caminaban  despacio por los pasillos, las personas los admiraban por el grado de aprecio que la nueva emperatriz le tenían y ellos lo disfrutaban, pero lo que mas les gustaba de su trabajo era ver a ese ser desenvolverse en su vida, de alguna forma la princesa que conocieron comprendía el dolor mucho mejor que ellos, y al conocerla más a fondo  se dieron cuenta de que no era como la describen, les devolvió la esperanza en las personas que ellos creían haber perdido y había jurado protegerla de todo, incluso si eso significaba enterrarla en una jaula de cristal.

 

Amaban verla sonreír y amaban que solo ellos pudieran ver esas sonrisas que cada vez parecian mas fugaces, el tiempo les enseñó que no se trataba de una lealtad llevada al extremo si no algo que se juraron nunca volver a hacer, amarla en secreto era doloroso pero más lo era verla sufrir. Por eso se habían quedado a su lado, amarla en secreto parecía ser suficiente hasta que no lo fue.

 

Odiaban a los prometidos que solo buscaban saciar sus ambiciones y en ocasiones pedían más de lo que ella les podía dar, odiaban en especial a Clyde quien sabían que mantenía bajo una venda a su princesa pero sabían que aun no tenia su confianza para hablar al respecto de ello, pero con el tiempo también fue desprendiéndose de esa confianza ciega que le tenía, no dudaban que Clyde amara a Eider pero sabían que su amor la lastimaba en ocasiones, y los papeles que llevaban en las manos sabían que si su matrimonio no se veía muy estable esto terminaría por hacerlo caer por completo y no podían estar más felices, porque sabían que ellos obtendrán lo que más deseaban.

 

Eider les había dado una oportunidad que nadie antes más les habían dado, ella tenía muchas responsabilidades y aún así ella se preocupaba por ellos, las personas le temían pero era porque no la conocían como ellos, sabían que si ella se dormía en el auto mientras viajaban pese a que la etiqueta lo prohíbe era por las pesadillas que la atormentaban, en ocasiones se quedaban a su lado y crean una ambiente fresco para que ella pudiera dormir plácidamente, y en secreto amaba que ella se durmiera en su presencia , al menos tenían  la excusa para tenerla en su brazos aunque solo fuera un efímero momento, por esos pequeños placeres ellos eran felices.

 

Y clyde lo sabía por eso varias veces se enfrentaba a ellos, el día en que se dio a conocer el ganador él los había amenazado con enviarlos muy lejos y aunque dudaban mucho de que eso pasara pero aún así sufrian por su ama, temían que si se iban ella quedaría en las garras del emperador, pero esa noche fue muy diferente a lo que esperaban, la persona que más amaban les rogaba que no la dejaran sola y ellos obedecieron cómodamente sin tomarse esa petición como una orden sino mas bien como un deseo genuino de ellos , dormidos  a su lado entendieron el significado de paz.

 

Si no fuera por que ella les había pedido que no mataran al  bastardo que se había atrevido a tocarla ellos se habrían encargado de hacerlo, luego vino la boda y ella siguió sorprendiendolos, en secreto ellos pedían que no naciera un hijo entre esa pareja, cuando la vieron vestida de blanco lista para ser entregada a un hombre que no la merecían su corazón no pudo más que romperse pero lo soportaron y la llevaron hasta el altar, donde una vez Clyde dejó ver en claro que lo que más amaba era a su persona antes que ella, pero Eider se mantuvo fuerte, a ellos no les importaba que los utilizara por que sus vidas estaban en sus manos y su corazón por mas rotos que estuvieran también le pertenecían.

 

Cuando  en el balcón  sintieron miedo, mucho ,sintieron que la oscuridad regresaba a su interior pero tan pronto como ella volvió su luz los envolvió incluso si sabían que esa luz era una oscuridad disfrazada. La amaban y cuando vieron el anillo salir de su dedo con una mueca de desprecio volvieron a enamorarse de ella, las palabras que siguieron ese movimiento fueron tan dulces incluso si no lo eran.

 

ahora mientras caminaba por los pasillos los sirvientes inclinaban la cabeza y sentían el mismo respeto que les tenían a los emperadores, solo que a diferencia de clyde el poder que emanaba era real y no una ilusión con la que la emperatriz controlaba a su esposo, llegaron a una puerta de caoba con grabados en su cerradura, Elio debía de estar dentro de la habitación cuidando personalmente a la persona que más amaban, los demás estaban replegados por dentro y por fuera de la habitación, Ares abre la puerta con discreción pero nota el fastidio que le provoca hacer una tarea que según sus palabras no era para alguien de su estatus social, su hermano Theo era un ser extraño y complejo y no parecía tener ninguna objeción en su trabajo, salvo quedarse en la guardia de noche dentro de la habitación de la emperatriz; sin contar eso  el podía hacer casi todo, los demás escoltas se encuentran admirando en silencio la silueta de la mujer que tiene en sus manos el poder de destruir y de crear todo cuando le plazca, una mujer que podría desatar el infierno y aun así la amarían, el chico de cabello acaramelado hace una señal de que todos salgan, observa con recelo a su hermano al lado de su majestad, al igual que ellos Elio depende de la Emperatriz, nota su presencia y se despide con una inclinación, la joven le extiende una mano y él la besa antes de salir. Se acerca a ellos y se detiene a la mitad de sus camino, quedando en medio de ellos

 

-Cada vez lucen más como perros en celo-dicho esto sale de la habitación sin hacer ruido, los asistentes lo ignoran y en lugar de molestarse se complacen de que todos conozcan la preferencia de la emperatriz, ni siquiera el emperador puede visitar a su esposa sin tener un acompañante a su lado, lo cual genera que sus visitas sean menos frecuentes




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