El Diluvio I I Super Tierra

Odio

— No eres mi madre, eres una lata que ahora necesitamos para salvar a los verdaderos humanos, mejor me voy — Sofía se retiró muy molesta.

— Siento que hayas pasado por eso — Tomás tomó del hombro a Marian para darle ánimo — cuando te descubrieron en la nave, estuvo deprimida mucho tiempo, no quería ni comer, luego, de un momento a otro empezó a comportarse así cuando se trataba de ti.

La mujer aguantó las ganas de llorar, le dolía mucho lo que ocurrió, nunca pensó que su niña, esa tierna pequeña de mejillas sonrosadas y sonrisa constante, fuera a reaccionar así al verla ahora.

— Acepto ayudarlos — bajo la mirada, abatida — ¿Dónde guardan a los demás robot?

— En galpones por el sector norte, pero no todos... — empezó a explicar su hijo, pero fue interrumpido por su madre.

— Voy para allá, no quiero que Sofía me vea en casa.

— Ella ya no vive con nosotros, desde que supo la verdad, cambio su apellido por el de su verdadero padre, y se fue a un internado por su voluntad, ahora vive en su propio departamento — le explicó el hombre mayor.

— Solo estamos papá y yo en casa, por favor, no te vayas con esas máquinas — le pidió Alberto.

— Yo soy una de ellas — reconoció triste la mujer.

— No digas eso — la abrazó el científico — tú eres mi mamá, ven por favor — terminó suplicando.

Al final entre los dos hombres la convencieron, en dos décadas el lugar había avanzado mucho, era una ciudad como la de la Tierra, todos se veían tranquilos, hasta que cualquier ruido fuerte los hacía mirar a todos lados con miedo. Esa noche Alberto fue a reunirse con un grupo de amigos, no volvería temprano, quiso que el matrimonio tuviera tiempo de estar juntos, solos.

— Hasta mañana mamá, papá, los amo a los dos — se despidió con una sonrisa pícara.

— Que bueno verlo tan bien — comentó feliz Marian.

— Es un excelente hijo, y un gran científico. Tiene un pequeño grupo de amigos, todos ellos están en la misma situación que él, alguien de su familia era un... robot — dijo triste — pero como a nosotros no les importa. Ahora con está emergencia, todos lo que quieren tener a... los revividos en sus casas pueden hacerlo, esos jóvenes le ayudaron mucho cuando supimos la verdad — la miró a los ojos — estudio pensando que alguna vez lo autorizarían a despertarte. Cuando empezaron los ataques, ideo este plan, que tuvo mucha reticencia en algunos del gobierno.

— Como Sofía, por ejemplo — ella no podía olvidar como la trato.

— Sí, cuando el peligro pase — miró triste al piso — los volverán a desactivar... — una lágrima cayó de sus ojos.

Le acarició el rostro a la mujer, se besaron suavemente, que con los minutos empezaron a hacerse más apasionados, eran tantos años que él había vivido solo, tuvo posibilidades de rehacer su vida con otras mujeres, pero nunca quiso, y aunque su hija siempre le recriminaba que estaba loco por guardar la memoria de una "cosa", es como si estuvieras enamorado de una lavadora le gritaba molesta.

Tomás siempre recordaba a Marian, soñaba con tenerla de nuevo en sus brazos, y ahora por fin era realidad. Ella estaba complicada porque él ya sabía que era en realidad, a pesar de eso se dio cuenta que no le importaba, según la tocaba y la recorrió con sus manos, la mujer se abandonó a lo que sentía, terminaron haciendo el amor toda la noche, querían aprovechar el tiempo que la robot estuviera con "vida" para estar juntos nuevamente. Al otro día su hijo los despertó tocando suavemente la puerta.

— Ya tórtolos, es hora de irse, apúrense, les tengo el desayuno listo — grito desde el otro lado de la puerta del cuarto.

El matrimonio despertó abrazado, sonrojados, felices.

Ya vestidos y arreglados fueron a las instalaciones militares, allí estaba Sofía y algunos militares humanos, todos los infiltrados que lograron revivir estaban en fila.

— Bien, estas son las instrucciones — luego que los Generales terminaron de hablar, se adelantó Sofía — deben empezar ahora mismo su trabajo.

Marian tenía ropa militar, cuando se quiso dirigirse para hablar con su hija, la muchacha le habló en voz alta, para asegurarse que todos la escucharán.

— Todos ustedes deben dirigirse al Comandante general si tienen dudas sobre la misión, quien no lo haga será devuelto a su estado perfecto o sea desactivado, mi... nuestra prioridad es cuidar a los humanos, lo demás no debe importarles — se alejó de todos con su eterna mirada de odio.

La mujer no comprendía porque su "niña" tenía tanto odio en su interior hacia ella, Marian todavía la seguía sintiendo como si fuera su hija.

En batalla los robots y sus líderes lograron varias victorias seguidas, algunos de los seres artificiales fueron mutilados, pero el equipo de Alberto logro arreglarlos. Luego de 6 meses pareció que el peligro estaba conjurado.

Una noche en casa de Tomás.

— Creo que pronto tendremos que volver a separarnos — dijo Marian.

— No te preocupes mamá, encontraré la forma que todo siga como hasta ahora.

— Mi niño, todos sabíamos que esto pasaría, agradezco haber vuelto a verlos y que ya no haya peligro para ustedes.

— Hablaré con el gobierno, deben dejarlos con nosotros, no volverás a irte, pensaré una forma así como lo hice antes — respondió angustiado el joven.

— Gracias por esto mi amor, ya lo veremos después, no llegues tarde con tus amigos.

Cuando Alberto se fue siguió la conversación entre los adultos.

— Me preocupa que haga algo estúpido — meditó Tomás.

— Solo debe hacerse a la idea, yo estaré bien, siempre los amaré.

Al otro día nuevamente los seres insectoides atacaron, los dirigente debieron darle un tiempo más a los revividos para contenerlos, ahora les costó casi un año destruir al enemigo.

Durante este tiempo Alberto y su grupo abogaron que en cualquier momento ese peligro u otro podían aparecer, y lo mejor era tener a los infiltrados para ayudarlos, las autoridades, contra la opinión de algunos del gobierno, decidieron mantener activados a los que tenían "sentimientos", y los otros fueron almacenados.



#2342 en Ciencia ficción

En el texto hay: miedo, esperanza, agua

Editado: 18.12.2020

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