En ese instante, mientras Joel ve el cielo. El hombre con el que estaba hablando es arrastrado…
Al escuchar el tremendo grito, Joel se da vuelta de inmediato. Y al no ver al hombre, mira el cielo, y dice:
— Mi fe está intacta. Y mi único anhelo es estar a tu lado, dime en qué he fallado.
Un nombre toca la espalda de Joel, y le expresa:
— ¡Ayúdame!
Joel mira el hombre y se sorprende al verlo lleno de dinero, y le expresa:
— ¿Qué pretendes con todo eso?
— Que me ayudes.
— El dinero no te va a servir de nada en estos momentos, eso no vale.
— Esto es lo único que tengo y quiero salvarme… ¡esto es el fin del mundo! ¡El fin de todo lo que conocemos!, millones de personas están muertas… no sé qué hacer. Me la pasé toda la vida chantajeando y robándole a la gente. Y todo lo hacía por esto. Yo no creía en esto que está pasando, pero… pero, ahora que lo estoy viviendo. Lo creo. Es por eso que cuando te vi desde lejos, sentí la necesidad de acercarme y pedirte ayuda. Tú eres el único que puede hacerlo.
Una mujer comienza a acercarse a Joel y al hombre. Cuando Joel le dice al hombre:
— El único que puede ayudarte es Dios, pero antes arrepiéntete de todo lo que has hecho. Todas esas cosas malas que dices que hiciste, y pídele a Jesucristo otra oportunidad.
La mujer le expresa Joel:
— ¿Sabes que le sucedió a esta Biblia?
Joel mira el libro en blanco, y dice:
— ¿Qué crees tú que ha pasado?
La mujer vuelve a ver la Biblia. Cuando la ciudad de Madrid es fuertemente sacudida por un tremendo terremoto. Que hace que gran parte de los edificios se vengan abajo y se abra la tierra…
Después de media hora, Joel se despierta en brazos de la mujer que cargaba la Biblia. Cuando le dice a ella:
— ¿Crees en Dios?
La mujer mira el cielo y luego mira a Joel, y le responde:
— Al principio no, yo era una mujer muy rica y poderosa.
— El único poderoso es Dios.
— Si, si… tienes toda la razón… yo mantenía gran parte de mi familia, tenía casinos, hoteles y salones de gimnasios, hasta que comenzó la guerra mundial… cómo echo de menos la vida que yo llevaba, sabes, todo lo conseguí luchando con mis propias manos, no tuve que hacerle daño a nadie.
Joel se levanta, y le expresa a la mujer:
— No te aferres a lo material. Mira lo que acaba de suceder. Y lo que ha sucedido en todo el planeta. Aférrate a salvar tu alma. Aférrate al que da el agua que quita la sed. Aférrate a Jesús.
— ¿Pero cómo? Fui a buscar la Biblia y al leerla por primera vez, ya estaba en blanco.
— ¿Nunca escuchaste la palabra?...