El Disfraz De La Realidad

XI

-John tenemos que regresar.- Le advertí a este al ser consciente del tiempo que llevábamos al aire libre.

-Solo un po-poco más... po-porfisss- dijo mirándome con sus grandes ojitos.

John y yo habíamos salido a jugar con la nieve, pero el color morado de sus labios me indicaba que ya era hora de volver al calor de la chimenea.

-John obedece ya.- Dije intentando sonar firme.

-Eres mala- dijo corriendo, algo enfadado, al interior del castillo. Yo lo miré sin poder evitar sonreír. Realmente, John era como un niño de 7 años.

-Señora- Me llamó alguien desde el interior.- Debería usted entrar, lleva mucho tiempo expuesta al frío.

Una vez en el interior me dirigí a las cocinas, allí siempre hacía calor.

-Buenas tardes señora Kate.- Saludé a la anciana.- ¿Dónde están todos?- Dije viendo las cocinas desiertas.

-Es hora del entrenamiento ¿recuerdas?

-Es cierto... -dije algo aburrida.- Todos, todos los días mínimo una hora- dije en tono burlón. ¿Y usted no entrena?

-A mi edad ya nadie me puede obligar- Dijo continuando con su labor.

-Bueno, pues voy a aprovechar el que todos me llamen señora y tampoco iré a entrenar.- dije sabiendo que tendría que ir. Mi comentario pareció hacerle mucha gracia.- A propósito, ¿usted sabe por qué todos me llaman así? Porque yo no lo comprendo, si siempre me han dicho que tengo cara de niña.

-¿Deimon no se lo ha dicho?- Preguntó sorprendida.- Creí que ya lo habría hecho.

-¿Decirme qué?- Ella pareció dudar- Kate ¿DECIRME QUÉ?

-Creo que debería ser el Laird el que te lo dijera...

-Ese estúpido solo se ha dejado ver un par de veces en todo el tiempo que llevo aquí, y cuando nos vemos solo me da órdenes o me insulta. Por favor...- le supliqué. Debía ser algo importante para que Kate se hubiera puesto tan seria.

-Tiempo ha tenido... y antes o después te ibas a enterar.- Dijo convenciéndose de que hablar conmigo era lo correcto.- La Scone, como has podido comprobar, es una roca llamémosla.... Mágica, pero eso no es todo, la Scone solo habla a la familia del señor del castillo. – Dijo como si su explicación hubiera resuelto todas mis dudas.

-Pero ... eso no tiene ningún sentido, yo no formo parte de esa....- mis palabras se fueron apagando y en mi cabeza resonaron las mil y una veces que alguien me había llamado mi señora.- So-soy la señora del castillo.- dije dejándome caer sobre un taburete ¡Qué estúpida había sido! Me habían llamado MI SEÑORA desde el momento en el que toqué esa maldita roca, pero estúpida de mí nunca lo atribuí a que me consideraran de verdad la señora del castillo, sino que pensaban que era alguien importante... ¿qué iba a hacer ahora?

-Eres la elegida, tu futuro ha sido revelado, tú lo elegiste en el momento en el decidiste venir a nuestras tierras.- La señora Kate estaba realmente convencida de lo que decía, pero sus palabras sembraron en mí el pánico.

-Yo- yo no... ¡Esto debe ser una broma de muy mal gusta! No tiene sentidooo

-Sé que es complicado de entender. Pero créeme cuando te digo que lo mejor es cumplir su voluntad.

-¿¡La voluntad de quién?!¡Del estúpido y arrogante Laird o de una piedra!- La cara de la señora Kate me recordó que ella no era culpable ni responsable de nada, tan solo la mensajera.- Lo siento... no debería alzarle la voz a usted.- tras una pausa proseguí mi discurso.- No lo comprendo, no pueden permitir que una roca decida por ustedes qué es lo que deben hacer.- Estaba ahogándome en los últimos y extraños acontecimientos que había vivido en tierra de los MacMin.

-El anterior Laird, orgulloso como el solo no escuchó las advertencias, despreció el camino trazado y las consecuencias de sus actos fueron demasiado caras, no solo para él, sino también para sus hijos y para el clan...

-Te-tengo que irme.- dije saliendo apresuradamente de las cocinas ¿En qué locura me había metido? Deambule por los pasillos del castillo meditando todo lo que la señora Kate me había descubierto hasta que mi cuerpo exigió descanso. Me dejé caer en el suelo y apoyé la espalada en una puerta.- ¿Qué he hecho para merecer esto?- grité al tiempo que golpeaba la puerta con mi cabeza.- ¿Por qué? ¿Por qué ¿ ¿Por qué?

-¡¿Quién está dando golpes....?!- La cabeza del Laird se asomó por la puerta y yo enloquecí.- Señorita Sant....

-¡Ni señorita Sant ni leches!- Estaba colérica- ¿Cómo te atreves! ¿Qué crees que soy un objeto? ¿Cómo has podido jugar así conmigo? ¡Todos creen que soy la señora del Castillo! Ahora sí que estoy mancillada...- dije cayendo en la cuenta de mi situación.- Da igual lo que yo hago – Dije para mí misma mientras le golpeaba.- Da igual todas las normas que cumpla, siempre aparece algún egoísta infeliz y me arruina sin yo haber cometido tacha alguna... ¿¡Por qué?! ¿Por qué me hace esto!?- Le pregunté con lágrimas en los ojos.

El permaneció inmune a todo, quieto y silencioso como una estatua. Indiferente a mis insultos y forcejeos. El Laird no decía nada. En una de mis envestidas tropecé con la alfombra, pero en vez de caer de bruces contra el suelo, me encontré envuelta entre sus brazos.

-Lo siento...- sus palabras fueron a penas un susurro, pero para mí sonaron con tanta claridad que mi cuerpo se congeló. - ¿Cree que esto es lo que yo quería? Como si no tuviera suficiente con cargar con las desgracias generadas por mi padre e intentar arreglar sus destrozos.

-¿Por qué no me lo dijo? Podría haberme ido....- pregunté tras unos instantes de silencio.

-Llevo todo este tiempo intentando resolver el acertijo- dijo algo desesperado.- intentando interpretar la profecía de otra manera, pero esta solo encaja cuando la leo con usted. Usted le da sentido. Lo siento- añadió volviendo a su tono regio.- No puedo permitir que la desgracia caiga de nuevo sobre mi clan por su egoísmo.- Yo alcé la cabeza y me topé con unos enormes ojos marrones que me miraban con cansancio.- De verdad de verdad siento que seas tú, pero hasta mi hermano está conforme con ello.



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En el texto hay: escocia, epoca victoriana, amor

Editado: 22.01.2021

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