El Disfraz De La Realidad

XIII

A la mañana siguiente

Me giré bruscamente al sentir mi piel desnuda rozar con algo caliente, y mi codo choco con algo duro.

-¡Hay formas de despertarme un poco más delicadas!-Gruño el Laird llevando su mano al lugar en el que había impactado mi codo.

-Lo siento – dije incorporándome en la cama e inspeccionando su rostro- Tardaré un poco en acostumbrarme a compartir cama...- tan pronto como procesé mis palabras mi cara se tiño de rojo.

- Ayer ya lo demostrarse- dijo abriendo los ojos ¿qué quería decir con ello? ¿Me había comportado de manera inapropiada? Le miré a los ojos para intentar descifrar el significado de sus palabras, pero al seguir la dirección de estos, comprendí que mi esposo ya tenía la mente en otra parte. Concretamente en mis pechos. Sin darme cuenta, los había dejado expuestos al incorporarme y al parecer eso lo había hipnotizado.

-Pues por su cara, señor, yo no diría que fue tan mal.- respondí con una seguridad y una picardía que jamás habría pensado que tendría en una situación como aquella. – Parece ser que he encontrado el modo de hacerte callar- añadí sin poder evitar reírme.

-Yo sí que la voy a hacer callar.- dijo volviendo en sí y abalanzándose sobre mí- Ahora es usted la que no tiene palabras.- rio divertido ante mi sorpresa. No sé si fue su comportamiento o su risa lo que me dejó más estupefacta.

-Bu-bu-buenos días hermana- exclamó John entrando a toda velocidad en la habitación y rompiendo aquel extraño y agradable momento.

-¡Jonathan!- lo regañó el señor MacMin sin quitarse de encima de mí.- ¡No puedes entrar en mis habitaciones sin llamar! ¡SAL!

-¡No! - exclamó John- Glo-Gloria me dijo que nada le impediría estar conmigo y-y ahora es mi-mi hermana y-y lo-los hermanos pe-pe-pequeños obedecen a lo-los ma-mayores.

-¡John! – Volvió a exclamas el Laird muy cerca de mi oreja.

-Tú-tú siempre le dices e-eso a French, pe-pero tú-tú no me obedeces a mí y-y yo so-soy el hermano mayor.

-En eso tienes toda la razón- dije asomando mi cabeza por encima del hombro del Laird- ¿Qué te parece si en media hora nos vemos en la biblioteca?

-Ta-tantooo tiempo- replicó poco convencido.

-Bueno, necesito cambiarme de ropa y desayunar.- dije con una gran sonrisa.

-Va-vale.- Respondió John.- A-ahora nos vemos.- Y tan rápido como había aparecido en la habitación desapareció de ella.

-Podrías por lo menos cerrar la puerta- dijo el Laird escondiendo su rostro en mi cuello.

-Deberías decirle que no puede entrar a los cuartos sin llamar, es una suerte que siempre que lo hace tenga algo o a alguien para cubrirme. - dije algo incomoda al caer en la cuenta de que John podía haberme visto desnuda.

- ¿No es la primera vez que entra en tú cuarto así?- Preguntó alzando su cabeza rápidamente.

-No te enfades con él. De todas formas, ya era hora de que nos pusiéramos en pie.- dije intentando incorporarme.

-Tú no vas a ningún lado, media hora da para mucho. Además, pienso aprovechar la ausencia de ropa.- Dijo juguetón.

Y tanto que esa media hora dio para mucho. Todavía doy gracias de que John no sepa medir el tiempo, puesto que no fue hasta una hora y media después que logré llegar a la biblioteca. 

 



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En el texto hay: escocia, epoca victoriana, amor

Editado: 22.01.2021

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