El Doble

CAPITULO II LA EXPLOSION

 

John tapó nuevamente el cadáver del señor del Bosque, no sin antes
revisar los dos disparos que este tenía en su cuerpo: uno en el corazón y el otro
en la pierna izquierda. En ese momento llegaron los funcionarios de medicina legal
para realizar el levantamiento del cuerpo y con ellos dos agentes de la brigada
antiterrorista de España, los cuales se acercaron a Nataly para pedirle información
detallada de lo que había sucedido.
Después de realizarle una serie de preguntas a la agente del FBI, se
acercaron a John y le preguntaron:
—¿Por qué usted asegura que el señor del Bosque era su padre, si
estamos observando en su placa que su apellido es Stewar?
A lo que John contestó:
—Por el prestigio que tiene mi padre, por su labor científica en adelantos
tecnológicos y por su gran fortuna, era una persona muy perseguida por
delincuentes; por lo tanto, cuando yo decidí ingresar al FBI sabía que por medio
de mi persona podrían llegar a localizar a mi padre más fácilmente, por lo tanto,
con consentimiento de él y de la organización, me cambié el apellido para no tener
relación alguna con él. Pero, lastimosamente, no ha servido de mucho, ya que las
personas que estaban buscándolo para matarlo lo han conseguido.
John no quiso contestar más preguntas a los agentes españoles y dio la
orden a la Policía local de que requisara el automóvil en el que venía su padre con
el árabe Alí. El cuerpo de Roberto fue levantado y llevado a la morgue con la
instrucción explícita que nadie lo tocara hasta que llegaran allí los dos agentes del
FBI, Nataly y John. Mientras tanto, los agentes españoles realizaban preguntas a
los policías locales y a algunas personas que se encontraban en el lugar, entre las
cuales estaba la empleada del museo, que dio información de la persona que dejó
un maletín negro en el baño provocando un incendio en este.
Antes de ir a la morgue, John le preguntó a su compañera en qué edificio
estaba refugiado el árabe y ella le mostró el portón grande que estaba al pie del
auto en el que lo habían trasportado; se acercaron a la puerta, tocaron varias
veces, pero nadie respondió. John sacó su pistola, pidió a Nataly y a los policías
que lo acompañaban que retrocedieran y empezó a disparar contra la chapa de la
puerta; tuvo que descargar todas las balas de la pistola contra la puerta para por
fin conseguir que esta se abriera. Inmediatamente, los dos agentes, acompañados
de cinco policías locales y cuatro carabinieri entraron al edificio en busca del
árabe.
El edificio en el primer nivel estaba desocupado, se veían algunas sillas en
los corredores, pero no había presencia de personas. Subieron al siguiente nivel y
encontraron una habitación grande con una cama enorme, un televisor de 80

pulgadas y algunos objetos de uso personal como jabón, espuma para afeitar,
toallas, etc. Pero en aquella habitación no había nadie.
Cautelosamente, los dos agentes y el personal de apoyo que los
acompañaban subieron al tercer nivel y solo encontraron dos habitaciones vacías,
ni muebles ni equipos de cómputo, ninguna señal de que alguien la hubiera
habitado últimamente. Ya solo les faltaba llegar al último nivel, ante lo cual John
dijo a las personas que lo acompañaban que estuvieran muy atentos y que, si era
necesario, estaban autorizados a disparar.
Cuando subieron con precaución al último nivel, la gran sorpresa para John,
y más para Nataly, era que estaba desocupado. Había un salón grande que
estaba vacío; la agente del FBI no podía entender por qué la edificación estaba
vacía si hacía menos de 15 minutos ella vio cómo los guardaespaldas de Alí lo
entraban allí y luego vio a uno de ellos en la puerta cuando ella quiso entrar. John
le volvió a preguntar que si estaba segura de que era el edificio donde el árabe
había entrado con su personal, a lo cual ella respondió:
—Claro que estoy segura, no estoy loca, antes de que ellos se dieran de
que era una agente del FBI me querían hacer entrar con el árabe, pero yo rehusé
porque tenía…
—Espera —replicó John—, ¿me estás diciendo que le mostraste a uno de
sus guardaespaldas tu placa?
—Sí, fue la única manera de quitármelo de encima y de que me dejara
llegar a donde estaba tu padre —respondió Nataly.
Inmediatamente John pidió a los policías que lo acompañaban que bajaran
al primer nivel, llamaran al cuartel general y dieran la alerta para buscar al árabe
Alí Mustafá.
—Al mostrarle tu placa al guardaespaldas de Alí lo has puesto sobre aviso,
y por eso se nos escapó.
—¿Pero por dónde?, la puerta ha estado cerrada todo el tiempo, además,
esta edificación no tiene terraza para poder huir por ahí, entonces…
—Pero sí tiene sótano —le dijo John a su compañera.
Bajaron rápido al primer nivel para buscar alguna entrada para el supuesto
sótano que mencionaba John, pero no hallaron ninguna. Después de tanto buscar,
John se rindió y dijo que él estaba seguro de que esta edificación tenía un sótano,
ante lo cual Nataly le preguntó:
—¿Por qué estás tan seguro de eso, acaso ya conocías este edificio o al
mismo Alí para saber que existe un sótano?
John se quedó en silencio sin saber qué responder y cuando le iba a dar
una explicación a su compañera, un Policía local les gritó a los dos agentes que ya
habían encontrado la entrada al sótano.
Los dos agentes se dirigieron hacia el lugar indicado; en una esquina del
primer nivel vieron cómo un policía quitaba una baldosa del suelo y bajo esta se
observaba una escalera metálica que bajaba a un subterráneo.




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