El Doctor

Parte II: La desaparición.

—No ha venido — anunció con gran decepción Ale cuando Charli comentó que al no estar el carro, por ende, había salido.  
—Entonces vendrá en la tarde.  
—No podré verlo — gimió con tristeza con una cara extremadamente dramática para luego reír.  

Sin embargo, el turno de la tarde terminó, y aunque a Charli no se le hubiera pasado por alto ni un auto, el doctor no volvió.  
La rutina de pregunta y respuestas sobre el paradero del doctor continuó por los siguientes dos días.  

—Dos días es demasiado.  
—Sí. Siempre vuelve. Tarde pero vuelve.  
—¿Y si le pasó algo?  

Charli asintió. También había tenido el mismo pensamiento.  

—Eso pensaba. Pero, ¿Cómo saber de él?  
—Sí — respondió Ale con los brazos cruzados sin dejar de ver la casa blanca del frente. La mansión y aposentos de ese príncipe de su imaginación.  
—Pero, vive solo. ¿Verdad? Nunca he visto salir o entrar a alguien más.  
—Sí. Bueno. Yo sí. Una mujer.  
—¿Una mujer? — Preguntó Charli alarmada por lo que eso podría significar.  
—Sí. Una rubia — agregó Ale con tono despectivo.  

Era obvio el rechazo contra las rubias si ellas eran morenas naturales.  

—¿Y entró con él?  

La cosa se ponía más que interesante.  

—No. Ella sola. La he visto dos veces.  
—Pero cuando él no está.  
—Sí. Y le vi irse.  

Era imperativo conocer esos detalles. No dejarían pasar una traición de esa clase. Era un alivio saber que no permaneció en esa casa tanto tiempo y estuvo sola.  
Ale comenzó a decir que al verla, amenazó a aquella mujer con señas para advertirle que ese caballero de ensueño, ya estaba reservado.  
Las risas activaban ese lado psicótico posesivo celoso e inmaduro en ambas. Cuando se trabaja del Doc, todo era justificable.  

—Hay que reclamarle — sentenció Charli.  
—Sí. Hay que decirle: Doctor. ¿Qué son esas traiciones? ¿Por qué nos traiciona a ambas? — alegaba sería y volviendo más grave la vos para parecer más enfadada pero sólo lograba reírse al final.  
—Y sólo resulta que ella sea su hermana.  
—¿Vos crees?  
—Imagínate. Llegamos a su casa y ella nos responde como en la canción de Selena: ¿Buscabas a mi hermano?  


Las mejillas rojas cual tomates eran el resultado de esas locuras.  
Pero a pesar del optimismo, el doctor no apareció.  
Era imposible no preguntarse: ¿Dónde está? ¿Le habrá ocurrido algo? ¿Sufrió un accidente? Y la más temida:  

—¿Se habrá mudado?  
—Quizás ya notó que lo vigilamos y se fue. 
—Le dimos miedo.  
—Niñas locas esas, debió pensar.  
—Y antes de que lo secuestremos, se fue.  
—Quizás, hasta la rubia esa le dijo: Mirá. Hay unas niñas locas allá enfrente que te pasan vigilando. Mejor vámonos.  
—Creyeron que lo queremos extorsionar — decían entre risas y las posibles e imaginarias conversaciones del interior de esa casa.  

Un par de días más y se cumpliría una semana sin saber del Doctor. La ansiedad era tal que Charli dijo:  

—Me dan ganas de hacer algo.  
—¿Qué? 
—Pero no sé. Es demasiado.  
—¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? — insistía Ale sacudiéndola por los hombros.  

La risa las hizo romper el hielo de la seriedad pero se tomaron un momento para recuperarlo.  

—Me dan ganas de tocar a su puerta   y ... preguntar por él.  

Ale saltó chillando y aplaudiendo. 

—Sí. Sí. Sí. “Buenas. ¿Está el doctor? — dijo fingiendo la voz para luego reírse imaginándose plantada frente a la puerta negra de esa enorme casa.  
—Pero no sé. En la misma, me da pena. ¿Qué va a decir? No. Qué vergüenza — admitió cubriéndose el rostro con las manos.  

Ambas se asomaron por la puertecilla para contemplar “El castillo” del Doctor. Una casa grande desde el exterior sin nada relevante. Un poco descuidada aunque aún no había perdido el blanco de sus paredes.  
“¿Dónde estará?” Se preguntaban en silencio con un suspiro.  
Era inevitable que ese pensamiento se cruzara por sus mentes. Así como mirar hacia ese lugar con la esperanza de verlo salir con sus gafas de sol o ver aparecer milagrosamente su auto. 
Cada día que pasaba era una tortura no saber de él. Al menos encontrar el automóvil estacionado les diría que estaba sano y salvo en su casa y que tendrían una mínima oportunidad de verlo.  
Pero la ansiedad las estaba matando. Incluso su estado de animo descendía con cada día concluido sin haberle visto.  
Casi resignadas a que su querido Doctor se hubiera mudado, partieron sin imaginarse la sorpresa al día siguiente.  

 

^_^❤




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