Mi respiración no sirve si no es para pronunciar tu nombre,
mas arde tal lejía en mi garganta al elevar el llamado.
El efluvio de tu esencia sensual recorre mi mente,
buscando el desasosiego para sanarlo, sin resultado.
Ira es lo que recorre por mis venas,
envidia circula por mis arterias,
mas no sangre,
no más.
Suficiente ya son mis lágrimas germinadas por mis pupilas.
Malditas ellas, siempre reciben el dolor de tus puñales.
Sangre perdida por ellas, manchando mi rostro
con el brote sanguíneo de mis cristales.
Trago el dolor punzante de mi boca
que mil y una frases dedicadas en tu nombre van,
aquellas que me vuelven loca.
Frases que sólo dañarán.
Ya está todo hecho.
Oscuridad, llévame de este lúgubre espacio.
Que éste vacío en mi pecho
es caverna sin ni murciélagos en su interior.
Insatisfecha de la presencia de gozo en mi alrededor...
Nada vive, nada sana,
todo muere, todo enferma,
todo es dolor.
La nada es un todo en ésta dañina presencia
absurda e involuntaria necesidad de ti,
permíteme aferrar mi existencia
al no quiero morir, quiero sanar... Pero no sin ti.
Permíteme terminar con todo,
quiero destruir, terminar con tu imagen.
Cerrando las cortinas de mis pesadillas,
protagonista y antagonista eres.
Rabia, ira, frustración, quiero expresar;
¿Por qué no me quieres amar?
Gritar y destruir, sólo vivir infeliz.
¿No puedo ser un desliz?
Mi cuerpo se encoge del dolor en el suelo,
mi alma se quema, mis manos tiemblan,
mis piernas flaquean, mis ojos se deshielan.
Que venga del olvido, su velo.
Mi garganta gime el dolor que mi alma siente,
dolorosas lágrimas sulfuran todo a su paso.
Tienen ácido que lleva tu nombre y caso:
Culpable e inocente.
Sí sólo supieras el daño que me has hecho
y yo saber la verdad sobre lo que sospecho,
ya no habría nada porque vivir
ante el dolor de estar sin ti.