Scarleth tenía 14 años, una jovencita llena de luz, esperanza, sueños y aventuras; con sus mejillas rosadas rebozaba felicidad, tenía una familia amorosa y unida, en fin su vida era perfecta, pues era la única hija y se encontraba rodeada de personas que ella creía que siempre estarían a su lado.
Recuerda una primavera donde las hojas secas que había transcurrido un largo tiempo verdes y frescas caían levemente cubriendo las veredas mientras Scarleth saltaba en cada una de ellas para escuchar como cada hoja era convertida en miles de partes, al mismo tiempo que su padre le decía:
-Ten cuidado mi niña, no vayas muy rápido pues caeras.
Ella solo sonreía y contemplaba el aire rozar su rostro, pues estaba sumamente confiada que en si algún momento resbalaba, estaría ahí su padre para levantarla y consentirla con alguna golosina.
Pero en la vida aprendemos que las cosas no siempre son como uno lo desea.
Un lunes cuando Scarleth desayunaba para ir a la escuela. Su madre como siempre le servía y la apuraba, pues ella ya se atrasaba. Su padre como todas las mañanas bajaba acomodandose la corbata, se sentaba a lado de Scarleth, para compartir con ella y disfrutar de lo que preparaba su amada esposa, pero ese día sería distinto, pues su padre se sentó lado de ella, se acercó al oído de Scarleth y le susurro: ....
Hola, quiero compartir con ustedes está historia que me nació un día cuando me encontraba super decepcionada y mal.
Y quiero que entren conmigo al mundo de la imaginación.