Días después llegué a conocer a un muchacho, con el cual la platica se había hecho ya costumbre, en cuanto a hablar empezábamos todo se hacia agradable, así fue por un tiempo más, solo esperaba llegar a casa por las noches para coger el teléfono y platicar con "él".
Era una noche antes de navidad y nosotros estábamos como siempre, conversando; él me confeso que estaba enamorado, algo dentro de mi me decía que era yo a quien se refería pero no quise creerlo, de cualquier forma él no había mencionado un nombre y no podía adelantarme,
Días después de aquello quedamos en conversar a la salida del colegio - estudiábamos juntos dicho sea de paso, él era un año mayor al mío pero, lo veía casi siempre en los recesos o en la formación del día lunes al comenzar la semana - Luego de conversar sobre nuestro día, me tomó de las manos sorpresivamente y me hizo la típica pregunta pero muy distinta a su manera ¿quisieras estar conmigo?
Yo no sabia que o como responderle, si romperle el corazón o aventurarme otra vez junto a un chico que recién conocía, hice lo segundo y cambié mi “si” por un "¿y por que no?"
Él me abrazo y sentí un poco de todas las emociones que pueden existir, sin saberlo estaba comenzando una de mis más grandes historias.
Lo único malo fue que había olvidado por completo el horario que tenía para poder llegar a casa, la emoción era más grande que mi preocupación por el tiempo.
Cuando llegue a casa era demasiado tarde; tarde en todos los aspectos... Mi padre había alistado sus cosas para irse de viaje, tenía todo listo, estaba sobre la hora figurativamente y lo único que le faltaba era despedirse de mi; estaba preocupado y lo entiendo pues me tarde horas en llegar. Tuve a penas solo 3 minutos para poder abrazarlo, fueron los 3 malditos minutos más tristes de mi vida, los que no sabia que lo eran hasta que supe que mis padres se habían separado y nunca más volvería a tenerlos juntos en la casa, mi familia se había destruido.
Recordé entonces las cosas que mi padre dijo antes de irse: “Eres mi hija y por nada del mundo deseo que te pierdas, las personas de la calle son malas podrían hacerte daño, prométeme que tu nunca vas a tomar o fumar, prométemelo hija”, lloré.
- Papá siempre me había alejado de cualquier cosa que pudiera hacerme daño, de todo lo que había afuera de mi casa, de la calle en realidad. Jamás tuve un accidente y me enojaba tanto no tener que contar nada en clase, pues todos hablaban sobre sus golpes o enfermedades y como se curaron de ellas, mientras yo solo podía describir lo aburrido que es vivir dentro de una caja de cristal. –