Daelyn
—Lo primero que harás será reparar este desastre —dice Deméter, señalando con la mano todo lo que destruí—. La naturaleza no se usa para herir ni para destruir, a menos que ellos sean los primeros en atacar.
Bajo la mirada, avergonzada por su regaño.
—Tienes que aprender a controlar tus emociones —continúa, apuntando con su dedo a mi corazón—. Si no lo haces, esto… —vuelve a señalar el lugar— seguirá ocurriendo una y otra vez.
Caminamos en silencio hasta llegar a un árbol partido en dos. Deméter apoya la palma sobre el tronco y cierra los ojos. Durante unos segundos no pasa nada… hasta que de pronto la madera comienza a regenerarse y la mitad faltante crece de nuevo. Me quedo con la boca abierta. ¡Es la primera vez que veo algo así!
—¡¿Cómo lo hiciste?! —pregunto entusiasmada.
—Solo le pasé mi energía y se cumplió —explica con calma—. Pero eso solo es posible cuando el árbol aún conserva sus raíces en la tierra.
—Entiendo… entonces solo le paso mi energía y… ¿ya?
—Exacto. Para transmitir tu energía debes sentir un calor dentro de tu cuerpo, dejar que viaje hasta tus manos. No lo olvides: solo podrás hacerlo si las raíces del ser vivo siguen en contacto con la tierra.
Deméter me deja sola, rodeada de árboles heridos y doncellas que me evitan cuando paso. Inspiro hondo. “Vamos, Flora, tú puedes…”
—Tú puedes, Dae… digo, Flora —me animo en voz baja.
****
—No… no puedo hacerlo.
El sol ya se ha ocultado y yo estoy exhausta. Ni una sola vez logré sentir ese calor del que me habló Deméter. Ningún árbol volvió a ser como antes. Quiero llorar. ¿Por qué no puedo hacer algo tan sencillo?
—Se debe a tus emociones.
Levanto la vista. Perséfone está sentada sobre las ramas de un árbol, como si siempre hubiera estado ahí. Y, aunque su presencia debería intimidarme, siento una extraña calidez cerca de ella.
—¿Mis emociones? No estoy molesta… bueno, ahora sí, pero antes no —me defiendo.
Perséfone extiende una mano y, sin esfuerzo, una rama le ofrece una manzana directamente a la palma.
—Sí, como digas, niña.
Abro la boca, ofendida por su tono.
—Creo que tendré que ayudarte… pero a mi manera.
De pronto, un escalofrío me recorre la espalda. Esa aura que emana Perséfone es distinta, oscura y profunda. Sonríe de una forma peligrosa.
A partir de esta semana subiré capitulos casi diarios.
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Editado: 12.08.2025