Al ver la mancha roja en su camisa Zack empezó a sentir de nuevo que su cabeza daba vueltas sin parar, ahora no debía preocuparse solo del dolor de su cabeza y una posible concusión cerebral sino de que la navaja lo hubiera cortado en alguna parte demasiado vital, pensó que moriría y que eran sus últimos minutos. Pensó en todas las cosas que aún no había hecho, lo joven que era, las personas que quería y sus sueños, no quería perderse nada, ya no, ya no existía preocupación alguna por Jess, no había tiempo para eso, ya no tenía preocupación por sus episodios depresivos, no había tiempo para nada más que para buscar ayuda e intentar sobrevivir.
Dio un rápido vistazo a la calle, y le pareció desierta, no encontraba a ni una sola persona en la calle, recordó que cuando compro su café el lugar estaba preparándose para cerrar y todos los locales lo hacían casi que al mismo instante, al no llevar su teléfono había perdido la noción del tiempo; miro de nuevo a todas partes y el único lugar cercano donde posiblemente hubiera alguien que ayudara era el parque que estaba cruzando la calle, busco fuerzas para caminar y dio un paso, el dolor de su herida le recorrió todo el cuerpo y reactivó el de su cabeza, su visión se nubló por un segundo pero al dar el siguiente paso recobró la claridad.
Avanzó poco a poco hacia la entrada del parque, todo parecía como una eternidad menos el dolor que siempre estaba ahí para recordarle que su vida estaba en juego, a medida que avanzaba por el parque las luces de los faroles mostraban solo bancas vacías y arboles vigilantes, a donde mirara solo veía vacío, llego hasta la fuente de agua en mitad del parque y giro para mirar de nuevo, pues no creía que estaba presenciando, el maldito parque estaba desolado, era imposible, el parque siempre había tenido fama de ser peligroso en altas horas de la noche, se reunían drogadictos a comerciar o vagabundos buscando donde dormir, y esa noche no había nadie. No importaba que tan solo se hubiera sentido en toda su vida, nada superaba ese instante, ni cuando su padre había abandonado su hogar, cuando su mejor amigo lo traiciono por una chica hace ya mucho tiempo, nada, el vacío y el frio era lo único con el ahora.
Levanto su camiseta para mirar la herida y vio una cortada de no más de cinco centímetros a la derecha de su ombligo, por más pequeña o rara que pareciera lo que si era seguro era que estaba perdiendo mucha sangre, su cuerpo se sentía frio y sin fuerzas, iba a morir ahí, solo en un parque, en la noche, sin que nadie pudiera ayudarlo.
- Maldita sea...esto es todo? Será así?
Intento dar un paso con sus últimas fuerzas para regresar pero sus piernas no respondieron, su cuerpo perdió el equilibrio y lo hizo caer hacia atrás, quedo sentado en el suelo con la espalda contra el bordo de la fuente, ya sin fuerzas y consumido por el frio dio una mirada a cielo nocturno, quizás hacia allá iría cuando todo terminara, a un universo donde todo fuera distinto, o a un paraíso terrenal aunque no fuera muy creyente, no importaba, ya no pertenecería a este mundo.
Se dio cuenta de que a pesar de toda la soledad y quietud del parque habían dos sonido que lo acompañaban en ese momento, el constante y cada vez más lento latido de su corazón, y el constante y rítmico sonido de la cascada en medio de la fuente, se giró un poco y miro la fuente, sumergió su mano en el agua y vio como la sangre se disolvía de manera mágica hasta desaparecer, saco su mano y observo como el agua de manera inevitable se escapaba entre sus dedos, justo como lo hacía su vida. Miro por un instante su reflejo y se vio extraño, como si la persona que estuviera mirándolo no fuera él sino otro, como si él estuviera mirado una película donde el protagonista estaba muriendo inevitablemente sin que nadie pudiera hacer nada, solo unos instantes más para dar paso a los créditos finales, cerró los ojos para evitar la mirada del otro sujeto extraño.
Mantuvo un momento los ojos cerrados para no pensar en su destino inminente pero no pudo evadirlo, abrió los ojos y el sujeto seguía ahí, mirándolo mientras moría, pero esta vez había algo distinto, algo más lo miraba desde el agua.
"Análisis: incongruencia de memoria, elemento adicional detectado, se necesita corroborar."
No se había dado cuenta de que la máquina no lo había acompañado durante todo lo sucedido después de decidir entrar en el callejón, quizás por la adrenalina, la sorpresa y miedo que se mezclaron dados todos los eventos, pero ahora, en un momento de tranquilidad y de resignación ante su destino se había encendido de nuevo.
Hizo caso al veredicto de la máquina y se giró, frente a él había alguien, un hombre andrajoso y sucio que lo miraba desde arriba, intrigado y a la vez compasivo, la única persona en el mundo además de él y su reflejo en el agua, era un milagro.
- Por favor...ayuda... - extendió una mano hacia el en busca de su auxilio.
- Tranquilo Zack, estas a salvo, no sucederá esta noche. - el hombre tomo su mano.
Zack no pudo evitar la sorpresa, como el hombre sabía su nombre? Era imposible, no lo reconocía, era un hombre de ojos claros, barba prominente y que despedía un olor a basurero. Quien era él?
El hombre lo miro a los ojos, poso su otra mano en el rostro de Zack, al mirarlo noto la compasión en esos ojos desconocidos y se sintió aliviado, como si todo fuera a salir bien y todo lo que estaba sucediendo fuera solo un sueño.
- Ahora es tu deber ser un peregrino, úsalo bien. - fueron las últimas palabras que Zack escucho antes de caer desmayado al lado de la fuente.
EL hombre también cayó, quedo tendido en el suelo junto a Zack, una pequeña esfera de color negro se escapó de entre su mano y su rodó hasta perderse en el césped cerca al camino.