La bolsa de terciopelo se iba llenado poco a poco, en su mano tenía la primera de las esferas negras, sabía que era esa ya que con el tiempo había aprendido a identificarlas, los cambios eran sutiles pero se podían ver, esa primera correspondía a la vez que ayudo a su madre con el dolor de cabeza, la siguiente, con una luz blanca un poco más grande, fue cuando ayudo a Jess con su dolor abdominal, ahora que la veía le causaba gracia la situación, aunque cuando sucedió no le provoco nada de risa.
En total tenía 15 esferas, habían pasado ya seis semanas desde el día que había obtenido el don, no sabía con certeza si era un número pequeño o grande pues el Señor Smith había partido y nunca pudo seguir preguntándole cosas sobre lo que él le había confiado.
“Peligro sin determinar”
Varias esferas habían surgido en esas semanas, era muy frecuente que Zack sanara a su madre de sus dolores de cabeza, había aprendido que en casos menores era más práctico tener una reserva de medicamentos varios, así poder sobre llevar lo que robaba, le permitía seguir de la manera más normal posible.
Una de las esferas le permitió conocer más sobre su don, como el Señor Smith le había comentado que salvaba gente necesitada en las calles, no tenía muy claro el alcance de lo que podía hacer y gracias a Danna se enteró.
Una mañana ella no llegó a clase, lógicamente sus amigos se preocuparon y al terminar la clase todos fueron a su casa para ver que sucedía, la encontraron triste y muy baja de ánimos, la razón era que su mascota, un conejo llamado Winnie, estaba muy enfermo, no comía, no se movía, solo se quedaba quieto en un punto y emitía chillidos extraños, era una mascota muy querida para Danna, no se sentía bien al abandonarla. Zack le pregunto que si lo había llevado al veterinario, ella le dijo que no, pues tenía miedo de siquiera tocarlo. Al menor descuido de todos, mientras consolaban a la pobre Danna y la intentaban convencer de llevarlo a un veterinario, se acercó y posó su mano sobre el animal, usó su don y la característica esfera apareció en su mano izquierda. Todos quedaron muy sorprendidos al ver que el pequeño Winnie comenzó a correr y saltar por todas partes, probó bocado y ya no emitía sonidos extraños, Danna siguió llorando pero no de tristeza. Mientras eso sucedía Zack estaba en el baño de la casa, aturdido y vomitando, al parecer el pequeño conejo estaba indigestado o algo parecido, cuando salió se disculpó con todos y le informó que se iba a casa, James bromeó diciendo que el conejo se curaba y que ahora era él el enfermo, no sabía cuánta razón tenía.
Así fue como Zack se dio cuenta que el don no solo podía ayudar a seres humanos, lo tomo en cuenta para situaciones posteriores.
Las demás esferas, habían surgido al ayudar a su maestra con un dolor en su pierna después de caer frente a él cuándo bajaba unas escaleras, dos veces ayudo a Jess con malestares estomacales que no le permitían comer, una vez a James cuando se quejó de dolor de espalda por levantar mal unas cajas en la bodega de la biblioteca, otra vez a Alex después de que pescara un resfriado por jugar basketball bajo la lluvia. No solo había ayudado a sus amigos y familia, un par de veces lo hizo con gente desconocida en la calle o en el transporte público, era más complicado, ya que no le resultaba fácil posar su mano sobre ellos, tenía que fingir que se chocaba o que se tropezaba, así podía tocarlos y robarles su enfermedad, la verdad es que era una ruleta rusa, ya que sin saber lo que afligía a la persona no sabría que esperar, pero hasta el momento solo había tomado unos resfriados y uno que otro dolor estomacal.
Por el momento consideraba que todo lo que había hecho hasta hora con ese don le recordó su lado más humano, de hecho se había reconectado con esa parte de si un poco antes de aceptar lo que sentía por Jess, durante mucho tiempo había vivido con una barrera a su alrededor, tenía miedo de conocer demasiado a otras personas, de dejar pasar a alguien y que se diera cuenta de lo frágil que era, pero ahora, sus amigos, Jess, Smith, el don, todo había puesto su mundo de cabeza, sus sentimientos se desbordaban a la menor estimulación, podía llegar a sentir los más puros sentimientos de cariño, como podía sumirse en una profunda tristeza. Le preocupaba que eso lo llevara a terminar demasiado rápido con su vida al usar el don de manera imprudente, pero se había prometido seguir los pasos del Señor Smith, por ahora lo había hecho bien.
Después de guardar de nuevo todas las esferas, salió de casa para hacer algo que tenía pendiente desde hacía ya un tiempo. Desde que acepto para si lo que sentía por Jess estaba esperando un día muy especial, su cumpleaños, a pesar de que habían sucedido situaciones que lo ponían en muy mal estado de ánimo, seguía queriéndola, y en el fondo sabía que todo lo que había pasado no era culpa de ninguno de los dos, ella debía tener sus razones para alejarle y aun que él no las entendiera en su totalidad, eso no le impedía seguir con los planes para esa fecha especial.
Hizo reunir a sus amigos y a la hermana de Jess, Marie, para planear la fiesta de cumpleaños, al parecer nadie tenía en mente realizar una, a Zack no le parecía que eso pudiera ser así, él quería regalarle un momento especial a Jess.
Faltaban dos días para la fecha y juntos, escogieron las decoraciones, los aperitivos y el pastel, todo debía salir perfecto para esa tarde; Zack estaba realmente entusiasmado, pues esa fecha le significaba una manera de demostrarle a Jess que las cosas malas del pasado no definirían su amistad, que a pesar de todo el dolor que sabía que significaba toda la complicación que se causó al confesarle que le gustaba, el tiempo dejaría todo de un lado y todo se arreglaría como debería ser.
Con todo preparado esperaban con ansia el día, en especial Zack, ahora todo solo podía salir bien.