El dragón de jade

VI


La primera media hora fue de lo más aburrido para Alyssa, quien se limitaba a ver cómo las meseras y otras empleadas se movían con facilidad entre varios grupos de hombres asquerosos y forrados en dinero.

Desde su puesto en una terminal de cajero automático, escuchaba a sus compañeras hablar a través de sus audífonos. Ya habían encontrado al inversionista al que tenían que espiar, pero estaba rodeado de amigos y de otras meseras; aparentemente no se molestaba en ocultar su dinero, pues lo estaba despilfarrando como si no hubiese un mañana.

— Encontrarlo fue fácil - Reconoció Amelia a través del micrófono que tenía puesto - Pero llevárnoslo aparte o espiar una conversación privada suya será otra historia.

Amelia les recomendó seguir esperando; tarde o temprano tendría que separarse de todo el mundo para hablar con quien iba a negociar. Sin embargo, a Alyssa se le daban fatales las misiones de espionaje.

Alyssa vio a alguien con el rabillo del ojo que era muy parecido a su padre, pero no podía serlo; su padre debería estar en la Ciudad de México, trabajando para pagar la pensión alimenticia dispuesta por el juez. Según la intuición de Alyssa, su padre Enrico quería quitarle su fortuna para poder pagar la miseria de pensión alimenticia que tenía que darles y gastarse el resto.

— Es él.

— ¿Quién? - Preguntó Natalia.

No hubo respuesta de parte de Amelia y cuando Alyssa vio a su propio padre acosando a Amelia, se quedó paralizada en su sitio, sin saber bien cómo reaccionar.

— Consigue ayuda - Suplicó Natalia - Si se la lleva...

— Tú concéntrate en sacarle información al objetivo, yo iré con Amelia - Le ordenó Alyssa, esperando que su otra compañera pudiese sola mientras ella recuperaba a su jefa y amiga de las garras de su propio padre.

Alyssa caminó hacia donde su padre tenía acorralada a Amelia, a quien se le escapó de las manos su arma eléctrica y con ella todas sus posibilidades de escaparse enseguida.

Las luces del casino cambiaron de color a magenta y le apuntaron a un presentador a varios metros de distancia, quien comenzó a hablar en voz alta con su micrófono, acaparando la atención de la mayoría de los presentes; ahora le sería más difícil a Alyssa pedirle ayuda a otro empleado. Sacó su paralizador eléctrico del bolsillo izquierdo y lo preparó para clavárselo en el cuello a su padre, sin embargo, pudo ver a Amelia empujarlo para alejar la cara de Enrico de ella.

— Entonces ahora también intentas cogerte a mi amiga - Dijo Alyssa con la esperanza de sorprender (o asustar en el mejor de los casos) a su padre. Afortunadamente, ese truco funcionó y el hombre volteó a ver a Alyssa, quien logró rozar los dedos de su padre con el arma eléctrica, lo que bastó para aturdirlo, pero no para noquearlo de una vez.

— ¿Qué haces aquí? - Alcanzó a decir el hombre.

— Pues no intento violar a nadie, cerdo.

Ya estaban fijándose más en la escena que montó Alyssa para que alguien más viniese en socorro de Amelia. Afortunadamente, un chico que trabajaba en seguridad se acercó con una porra para averiguar lo que ocurría.

— Mira estúpida - Le gritó el padre de Alyssa a ella - ¡Me voy a quedar con el dinero! ¿Entendiste? ¡Me están investigando desde que desapareciste!

— Y entonces decidiste escaparte. ¡Seguridad!

El guardia que las había visto antes se acercó corriendo y otros dos hicieron lo mismo.

— Me ha amenazado - Explicó brevemente Alyssa - E intentó violar a Am... a esta otra - Se corrigió Alyssa.

Un guardia se le quiso acercar a Amelia mientras los otros dos empujaban al padre de Alyssa hacia la salida. Alyssa le cortó el paso.

— Yo me encargo con ella. Encárguense de que no regrese.

Alyssa estaba preocupada. No pasó ni un mes y ya se había topado (accidentalmente) a su padre. De seguro se había escapado dejando a su madre y hermana solas, pero ahora tenía una excusa y diría que salió en su busca y la encontró en La Ciudad.

— Sabía que no debí venir aquí - Dijo ella para sí misma.

— ¿Dónde está Natalia? - Preguntó Amelia una vez recogió su arma eléctrica.

Alyssa lo había olvidado: Su amiga odiaba el contacto físico, sobre todo si no le pedían su permiso expreso para tocarla. El que aquél hombre estuviese a medio camino de abusar de ella repentinamente debió ser un shock horrible para ella y sin embargo, Amelia se puso de pie y caminó hacia donde Natalia para continuar con la misión pese a que Alyssa sabía a la perfección que no se encontraba bien y no hablaría al respecto hasta haber acabado la misión y hecho su reporte al jefe Saucedo.

Sin embargo, se limitó a seguirlo cuando por fin, el inversionista se levantó en una pausa para ir al baño. Natalia se le había adelantado y entró antes al baño de caballeros. Detrás del inversionista, Alyssa dejó un letrerito de "en mantenimiento" antes de entrar y cerrar con seguro desde dentro.

— ¿Qué veo? - Se preguntó el señor al ver que dos chicas (pues aún no había visto a Alyssa) se habían encerrado con él en el baño - ¿Puedo? - Preguntó, viendo fijamente a Amelia, quien en definitiva no estaba de humor para estas cosas - Ya sé que vinieron para convencerme de bajar el precio. Díganle a Sak que el precio será el mismo.

Amelia sacó un alfiler de en medio de su vestido y se lo clavó ágilmente en el cuello al hombre, dejando tan solo un par de centímetros de fuera.

— Si se lo quita usted mismo podría hacerse más daño - Le advirtió Amelia - Más le vale contestar nuestras preguntas si no quiere sufrir de más.

— Eh... yo, ¡Le dije a Sak que pagaría!

— ¿Entonces trabajas para ese Sak? - Preguntó Amelia, tomando las riendas en aquél interrogatorio exprés.

— Yo... le compro mercancía. La transportaba al extranjero pero... por favor, quítame esta cosa.

Un fino hilo de sangre brotaba del cuello del inversionista, pero Amelia no perdió la paciencia, dispuesta a dejarlo desangrarse tranquilamente mientras le seguía haciendo preguntas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.