El dragón de jade

VIII


Alyssa se despertó mejor que otros días.

Hacía dos noches le llegó a tocar ser parte de los cuerpos de refuerzo que rodearon Las Ventas para atrapar a Sak; el criminal había escapado pero tras una larga noche, lograron rescatar a la Capitana Carol, secuestrada por el mismo, así como arrestaron también a más de cincuenta hombres de su cartel.

Alyssa había disfrutado bastante la parte en la que la eligieron como una de los escoltas a la prisión vertical, un pozo de alta seguridad en el que se encerraba a los presos de mediano y alto rango de Alba Dorada; ahí es donde algunos de los más célebres enemigos de la organización se encontraban encerrados, así como muchos otros líderes de cárteles y otros grupos delictivos.

Visitar la prisión vertical fue una gran experiencia en opinión de Alyssa; le tocó ir junto a Natalia para entregar a cuatro reos a sus respectivas celdas a tan solo dos o tres metros bajo el nivel del suelo; si intentaban escaparse a la parte de la superficie, les esperaría una caída de más de treinta metros que de seguro los mataría. Los niveles inferiores ni siquiera estaban ocupados, por lo que cincuenta nuevos reclusos eran una poco significativa adición a la prisión vertical en lo que se les juzgaba.

Al volver a casa en La Ciudad desde el desierto en el que estaba ubicada la prisión vertical, Natalia y Alyssa le pidieron a Gastón, quien las ayudó a viajar de sur a norte del país y viceversa, que las dejara ir primero a comer afuera. Ahí fue cuando Natalia le explicó a su compañera un poco más de su vida; Natalia había salido con Kai (el amigo de Amelia y fundador de Alba Dorada) durante un tiempo, pero cortaron por común acuerdo.

Después del sitio a La Ciudad, ella y una amiga suya decidieron entrar en Alba Dorada por las becas de estudiante que les darían. Mientras que su amiga había aceptado ser asignada a Los Cabos, al norte del país, mientras que Natalia decidió quedarse en La Ciudad.

Y ahora, por fin Natalia había salido de casa de sus padres para pedir su habitación en la Base Uno, volviéndose ahora la inquilina del cuarto de al lado de Alyssa.

Una vez Alyssa bajó las escaleras al comedor en la planta baja, recordó que esa tal Adhara ya no estaba en la Base Uno; aparentemente se la habían llevado a alguna especie de centro de rehabilitación en Angelópolis, donde se erigía la Ciudad Dorada, un proyecto que buscaba ser la sede más grande de Alba Dorada en el país.

En fin, que la lisiada llorona y quejosa ya no estaba y Alyssa no tendría que seguirla escuchando decir que la vida era una mierda porque no le dieron todo lo que quería; es decir, Alyssa también la había pasado mal con una familia de mierda, una niñez de mierda y una adolescencia de mierda y no por eso se la vivía quejándose y mangoneando a la gente para hacer su voluntad: Claro que pudo avisar a Amelia que fuese a rescatar a la Capitana Carol en lugar de ir ella a que le reventaran todos los huesos, pero prefirió romper las reglas (y sus huesos, de paso).

Tranquilamente, Alyssa saludó al jefe Saucedo, quien se estaba sirviendo cereal con leche en un cuenco enorme; vaya que en esa casa no bromeaban con la parte en la que decían que todos los agentes en Base Uno tenían un apetito voraz.

— Hola señorita Pendragon - Saludó Gastón al entrar al comedor también.

— ¿Aly? - Preguntó Amelia desde la cocina - Hice más quesadillas de las que pensaba comerme, ¿quieres algunas?

— Tú tráelas - Aceptó Alyssa, sonriente.

Con cada bocado que daba, más rápidamente se le pasaba el enojo que sintió por Adhara desde que bajó las escaleras hasta que entró a la cocina. Una vez Gastón terminó de comer su propio desayuno, avisó que estaría de guardia a saber en cuál distrito para relevar a su compañero. Ezra le mencionó algo relacionado con unos pandilleros malasangres que llevaban días rondando ahí, pero Gastón no pareció preocuparse. A los pocos minutos, Alyssa pudo escuchar el sonido de la motocicleta de Gastón acelerar mientras se marchaba.

Casi enseguida sonó el timbre.

Natalia avisó que ella abriría desde la sala de estar y antes de que al menos un minuto transcurriese, un chico de lentes, aspecto pseudo-intelectual, camisa a cuadros y la cara un tanto cuadrada entró como si la Base Uno fuese de su propiedad, apuntándole con el dedo a Adhara, quien plácidamente comía quesadillas en la cocina rodeada de otros miembros de Alba Dorada más agresivos que ella.

— ¡Alyssa Pendragon!

Alyssa sintió la necesidad de ponerse de pie y contestarle, así que movió su silla hacia atrás para poder apuntarle a ese (odioso y reconocible) chico.

— ¡Fai Chai!

Amelia clavó dramáticamente el cuchillo más cercano sobre la superficie de la mesa.

— ¡Es caoba, niña! - Protestó Ezra, indignado por el intento de asesinato a los muebles de la casona.

— ¿Qué hace este imbécil aquí? - Reclamó Amelia.

Y no era un imbécil cualquiera: Era Francisco Chai, exnovio de Alyssa y persona que siguió hablándose con ella después de su ruptura, misma que a la larga la hizo largarse del Instituto Millenium para ir a la Ciudad de México, impidiéndole sanar sus heridas emocionales, cerrar ciclos, celándola y enojándose por sus comportamientos "vulgares y poco femeninos". Sin embargo, para Alyssa la gota que derramó el vaso fue cuando el imbécil de Fai Chai y otra chica del Instituto filtraron varios desnudos de Alyssa.

Claro que a la larga, eso le acarreó a Fai y a la otra la expulsión del Instituto Millenium, por lo que aquél pobre diablo había perdido un año escolar entero antes de conseguir que lo aceptasen en otra escuela, pero nadie reparó el daño causado a Alyssa. Como siempre.

— ¿Qué buscas aquí?

— Te expulsaron deshonrosamente de Alba Dorada y ahora vienes de regreso - Acusó Amelia - Si no te largas ahora mismo te voy a golpear y te llevaré a encerrar por invadir nuestra propiedad privada. ¿Entiendes?




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