El dragón de jade

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Alyssa bajó corriendo tras enfundar su nuevo juguete; una muñequera que disparaba un pequeño dardo que se clavaba en la piel y si se quitaba por cuenta propia, desgarraría la piel. Ezra había sido muy específico en cuanto a que su uso debía restringirse, así que Alyssa había aceptado que quizá no podría usarlo demasiado pronto.

Keith May, el agente al que Alyssa había apaleado en un entrenamiento, estaba ya en la sala de juntas al lado de Amelia, molestándola, aunque Amelia no se veía incómoda en un mal sentido, así que Alyssa lo dejó pasar. Por lo que entendía de ellos dos, ya se conocían desde hace algún tiempo y Amelia ya sabía tolerarlo.

A veces Alyssa olvidaba que su amiga ya no era la nerviosa e indefensa bolita de nervios que fue antes.

— Esto será simple - Explicó Ezra - Vamos a desplegar a un segundo equipo primero en otra parte de la Zona 2 para que distraiga a los posibles malasangres que puedan representar un problema. Ustedes irán a las habitaciones principales para registrarlas; estamos buscando cualquier tipo de documentación que pueda sernos de ayuda para nuestras carpetas de investigación.

Según Ezra les explicó, tras el asedio fallido a La Ciudad, muchos malasangres salieron por patas de la Zona 2, dejando muchas cosas abandonadas. Cuando capturaron a la jefa malasangre conocida como Rose Valdez, tampoco se esmeraron demasiado en revisar y ahora les parecía un buen momento para rescatar documentos que pudiesen inculpar a varios miembros de pandillas de La Ciudad.

— Es bueno volver a la acción - Reconoció Keith - Esta es mi primera misión oficial desde que me balacearon.

— ¿Qué cosa? - Preguntó Alyssa antes de subirse a la camioneta que los llevaría a su destino.

— ¿No lo sabías? Fue durante el asedio a La Ciudad - Reconoció Keith - Me dieron por muerto y de hecho, mucha gente aún cree que lo estoy, así que...

Keith sacó una máscara de entre sus cosas. Era blanca y dorada, aunque con salpicaduras de pintura roja que hacía parecer que alguien había escurrido sangre sobre ella.

— ¿Les gusta? Hice algunas manualidades mientras estaba en recuperación.

— Idiota - Espetó Amelia.

Y aquí estaban, a orillas de un puente que daba directamente a la Zona 2

Y aquí estaban, a orillas de un puente que daba directamente a la Zona 2. Amelia, Keith y Alyssa bajaron de la camioneta para empezar el descenso por el terreno escarpado. Ocho metros más abajo estaba la entrada a la principal edificación de la Zona 2; La Plaza Roja.

— No le quiten la mano de encima a sus armas - Las previno Keith - Sé que técnicamente tú mandas aquí, pero déjame guiarlas - Le pidió a Amelia.

Ella accedió, encendiendo la linterna que tenía el pequeño rifle de tranquilizantes que llevaba en la mano derecha. Alyssa encendió uno de sus guantes, cuya palma estaba equipada con una pequeña luz blanquecina.

Keith las condujo por varios pasillos y escaleras en el subsuelo; Alyssa calculaba que estarían a unos cuatro o cinco metros por debajo de la superficie en ese momento. Entonces, al encontrarse Keith con una puerta atrancada y con seguro en aquél sitio, se detuvo.

— Las pocas veces que vine - Les empezó a contar el altanero chico, ahora serio y totalmente desprovisto de su usual humor ácido - Las luces siempre estaban encendidas, ¿saben?

No hubo ningún ruido en respuesta, aunque parecía que Keith se esperaba algo así. Al convencerse de que nadie más estaba oculto en la penumbra, pateó la puerta con todas sus fuerzas, tirándola abajo.

— Métanse a revisar y yo haré guardia aquí por si al....

Alguien intentó golpear a Keith con un tubo de metal, pero él consiguió quitarse a tiempo y retroceder al pasillo. Alyssa golpeó por accidente un interruptor al interior de la habitación y varias luces al interior y en el pasillo se encendieron.

Un hombre estaba oculto tras el escritorio de la sala, pero Alyssa le disparó instintivamente con su lanzadardos nuevo, clavándole aquella punta directamente en la parte exterior de la muñeca, arrancándole un grito de dolor. Amelia lo remató de una patada; eso sería suficiente para dejarlo inconsciente varias horas.

Keith se enfrentaba a dos sujetos en el pasillo, pero probablemente vendrían más pronto, así que ambas debían darse prisa, revisando si había cosas importantes en la cajas y cajones.

Los libros contables no les interesaban, se dijo Alyssa. ¿Para qué necesitaría llevar las cuentas de algo la jefa de una pandilla que se apropió del edificio sin preguntarle a nadie? Siguió revisando contratos y carpetas de fotografías, incluso una que otra memoria de cámaras, reproduciendo su contenido en alta velocidad junto a otras dos o tres.

Keith sacó su bastón eléctrico plegable y le asestó con él en la crisma a uno de los malasangres que intentaban matarlos mientras el otro se sacaba una navaja de la manga para intentar acuchillarlo.

— ¿QUIEREN APURARSE? - Exigió Keith, viendo cómo el otro matón trababa la hoja de su navaja en la punta de su bastón para después encenderlo. El segundo matón retrocedió, sintiendo parte de la descarga eléctrica al tiempo que soltaba su navaja en el proceso.

Amelia alzó una carpeta y gritó que encontró algo. Alyssa se alegró y salió al pasillo para decirle a Keith que era hora de llamar a los refuerzos, pero al hacerlo, se topó con que otros tres más estaban en el pasillo. No lo dudó y descargó un par de sus nuevos dardos en el pecho y mejilla de otro de ellos, confiando en que eso lo dejaría fuera de combate un buen rato. Los otros dos lo dudaron antes de meterse con ellos.




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