El dragón de jade

XI


En el camino de regreso, después de haber pasado por comida al centro de la ciudad, Keith conducía tranquilamente hacia la Base Uno.

— ¿Has sabido algo de Kai? - Preguntó Keith a Amelia mientras Alyssa cerraba los ojos en la parte de atrás, intentando descansar.

— Está fuera de la ciudad estudiando - Contestó Amelia - Quizá yo igual deba meterme a estudiar algo.

— Yo no - Contestó Keith - Me gustó esto de golpear narcos y todo eso. Solo deja que me recupere del todo y puede que sea el reemplazo de Ezra.

Ambos rieron. En la parte de atrás, Alyssa se recostó a lo largo de los asientos, de cara al techo. Keith tenía puesta su lista de reproducción en el carro mientras conducía, pero estaba en un volumen bastante bajo.

Mientras más le daba vueltas a las cosas, más cosas tenía que pensar ella y Alyssa odiaba pensar, sin embargo, sentía paz por primera vez en más de un año. Amelia iba de copiloto y Keith, que era muy caótico, turbio e insolente, le inspiraba confianza a ella por alguna extraña razón.

Algo le decía además, que si Keith estuviese en perfectas condiciones, no conduciría como abuelita. Entonces se dio cuenta de que no solo su cuerpo estaba herido, sino su alma también; algo le afectaba y no lo estaba hablando con nadie. Alyssa no se sentía en absoluto la persona correcta para hablarlo, pero por alguna razón, le dolía saber que ese idiota estaba pasando por un mal momento, como si estuviese viendo a un león sin garras, colmillos ni melena. Sentía que Keith fue majestuoso en algún momento y ahora era tan sólo una sombra más tranquila de lo que en algún momento fue.

— Ya llegamos.

Los agentes que Gastón había llevado con él ya habían empezado a descargar los archiveros en la Base Uno. Amelia bajó la caja que habían cargado en la cajuela del carro y se dirigió con ella a la casa. Alyssa por otro lado, llamó a Keith para que la acompañase al tejado.

Tras subir las escaleras, la chica se sentó, recargada contra un tanque de agua y le indicó a Keith que hiciese lo mismo. Alyssa se quedó viendo el cielo estrellado y la luna creciente en el cielo; las luces del centro de la ciudad se alzaban a la izquierda de ellos, mientras que justo enfrente, apenas se veía nada al horizonte.

— Oye, usualmente suelo apreciar que sean tan directas, pero... verás, ya tengo a alguien - Se disculpó Keith, pensando que Alyssa lo había llevado ahí para otra cosa.

— Si quisiera revolcarme contigo no te habría traído al tejado, idiota.

— Ah.

Alyssa le dio vueltas a la situación en su cabeza por varios segundos, pensando en cómo sería la mejor manera de abordar el tema. Estaba empezando a arrepentirse de haber intentado esto.

— Dices que tienes pareja, ¿no? ¿Quién es? ¿Es de Base Uno?

— No, ahora mismo fue asignada a la sede de la Academia en Chihuahua - Explicó Keith - Ella fue quien tuvo la idea de que me diera un descanso y volviera a La Ciudad por un tiempo. Ella... Laura es increíble, ¿sabes? No es una agente de campo, ella mas bien nos ayuda en la administración financiera de la organización.

— ¿Cómo la conociste?

— En la preparatoria, en Bach 1, donde estudiaron casi todos los de rango alto de Alba Dorada. Es decir, ella era la niña linda e inalcanzable; era una niña fresa y nunca supe cómo es que conseguí llamar su atención. Creo que soy algo afortunado.

— Pero no es como que te faltasen ligues, ¿no?

Keith se carcajeó un poco antes de contestarle.

— Tú debes de saberlo. Vale más esa personita que diez mil culitos.

Alyssa confirmó que ese chico debía ser todo un fuckboy, pero se guardó ese comentario para sí. Era la primera vez que lo escuchaba hablando tan suelto, sin la necesidad de verse tan formal; ese Keith era bastante más auténtico.

— Antes de que me balearan durante el asedio de La Ciudad empecé a salir con ella y creyó que me había muerto durante algún tiempo; después, durante la primera Prueba Dorada (en la que fui un supervisor), ella me vio ahí. No pensé que entraría a concursar, pero incluso se volvió una de las finalistas. Empecé a salir con ella el día de su graduación.

Alyssa sonrió.

— ¿Crees que yo tendría oportunidad en La Prueba Dorada? - Preguntó ella.

Keith asintió.

— Laura pudo y no es ni atlética ni ruda. Creo que tienes buenos chances.

— Adhara dijo que participó en la primera Prueba Dorada - Recordó Alyssa - ¿Entonces también la supervisaste, cierto?

Keith asintió de nuevo, pero ahora su sonrisa se le había borrado del todo.

— No debí encubrirla.

— ¿Qué le ha pasado ahora? - Preguntó Alyssa - No la he vuelto a ver en Base Uno.

— Está en la Ciudad Dorada. Se fracturó varios huesos, ¿sabes? Yo fui el primero en darme cuenta de que nos mintió acerca de su estado de salud y aún así permití que siguiese con las pruebas aunque corría riesgo su vida. Le dije que admiraba sus huevos para hacer todo esto, pero ahora siento que la cagué en grande encubriéndola.

Alyssa entendió mejor por lo que pasaba Keith. Haber sido acribillado en el asedio a La Ciudad no fue lo que había quebrado su espíritu, sino haber visto a Adhara en tan mal estado y sentir que fue su culpa.

— ¿Le has jodido la vida a alguien alguna vez? - Quiso saber Keith.

— No que yo sepa.

— Yo sí, antes de lo de Adhara. Había una chica llamada Dina en mi preparatoria, pero era un año menor. A ella le gustaba un amigo mío y a veces quería ir a nuestras borracheras, ¿sabes? Yo no le decía a mi amigo que ella estaba por llegar hasta que ya estaba ahí. Al final, él no le correspondió y yo le seguí vendiendo alcohol para ir a beber entre varios más.

Alyssa no lo sentía especialmente terrible, pero supuso que con lo de Adhara, todo contribuía a hacerlo sentir una mierda.

— Y ella aún así lo defendió en los tribunales cuando las que provocaron el asedio lo hicieron subir a declarar. Salió y habló a su favor pese a que él no le iba a corresponder nunca y probablemente no le importaba demasiado Dina.




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