El dragón de jade

XII


Alyssa acudió corriendo al juzgado en compañía de Amelia a primera hora después de enterarse. Ezra se ofreció a llevarlas en una camioneta de Alba Dorada, pero Alyssa se negó, dispuesta a conducir hasta los juzgados sin saber conducir siquiera.

Aparentemente aprendió en cinco minutos tras un derrape y que se apagara el automóvil en movimiento a media avenida. Amelia ni siquiera se inmutó, acostumbrada a encontrarse repentinamente en situaciones que pusieran en riesgo su integridad física; para ella, esto no era algo nuevo.

Alyssa dio un volantazo mientras iba a toda velocidad en una calle y logró estacionar perfectamente el carro en uno de los cajones de estacionamiento de los juzgados a las afueras de Alto Gobierno. De algún modo había conseguido conducir como taxista a través de media ciudad sin matarse ni matar a Amelia.

Al bajarse, Amelia pudo ver que efectivamente, la camioneta no tenía ni un solo rasguño. Alyssa le puso seguro a las puertas antes de dirigirse a la entrada del juzgado.

— ¿En cuál sala nos toca? - Quiso saber Alyssa, apretando los puños tras abrir la puerta principal y sostenerla para que su amiga entrara tras ella.

— La cinco - Señaló ella, recordando la última vez que tuvo que ir a los juzgados.

Claro, que en aquella ocasión había sido por algo distinto; el juicio contra su mejor amigo Kai había sido suspendido y ella había testificado en un nuevo proceso contra Beckett, Valdez y Gwen, las tres infames dirigentes de Triunvirato, una organización que logró joder a Kai y obligarlo a desaparecer durante casi medio año.

Ahora estaba acompañando a su amiga, quien intentaba que sus familiares no le robaran la fortuna de su tío para despilfarrarla sin darle ni siquiera una cuarta parte. En teoría, eso sería un poco más fácil, pero en definitiva no sería el juicio penal al que Amelia había acudido antes.

Antes de atravesar la puerta, una chica regordeta y con un aura bastante nerviosa detuvo a Alyssa, quien tras un mes de entrenamiento en Base Uno, había bajado de peso y se veía como una GoGo Tomago de la vida real, excepto porque los mechones de su cabello estaban pintados de verde eléctrico.

Amelia, menos sencilla, vestía con su uniforme de Copa Escarlata y tenía el cabello pintado de rojo, así como sus lentes redondos puestos. Alyssa llevaba encima una ajustada blusa de cuero con una chaqueta desabotonada encima. Si la expresión de Amelia daba miedo, la de Alyssa gritaba claramente "quítate o te mato".

— ¿Eres Alyssa Pendragon? - Preguntó la chica, quizá uno o dos años mayor que Alyssa, pero más tímida e introvertida que ella.

— Sí. ¿Qué quieres? No tengo tiempo ahora.

— Oh no, es que... verás, yo soy tu abogada. Alba Dorada me mandó para representarte.

— Ah. Eso.

Alyssa siguió caminando y Amelia avanzó junto a ella. La chica, al parecer universitaria o recién egresada las persiguió. Amelia la reconoció como parte del cuerpo defensor de Kai hacía poco más de medio año.

— ¿Quién es esa bolita de nervios? - Preguntó Alyssa en voz baja, audible tan solo para su amiga.

— Annie Heredia. Es bastante entusiasta y realmente sabe lo que hace.

Alyssa redujo la velocidad, dejando que Annie se le acercase.

— ¿Quiénes están aquí exactamente?

— Verá - Empezó a explicar Annie - Está Enrico Pendragon junto con su esposa e hijo.

— Hija.

— Pero...

— Es mi hermana. Es trans, aunque la ley aún no la reconoce como mujer.

— Bueno, pues tu hermana y tus padres están aquí y un tal Fai Chai los acompaña. Ya tenemos una demanda por agresión; Fai Chai quiere que le pagues una remuneración por haberlo herido.  También tus padres alegan que no eres capaz de administrar tu dinero y quieren administrarlo en tu nombre aún siendo tú mayor de edad.

— ¡Pero eso no debería ser legal!

— Técnicamente no lo es, pero tienen más o menos un mes para quedarse el dinero. Creo que Fai Chai los está apoyando con un buen abogado, así que quizá la tengamos difícil.

— Entiendo.

Al entrar a la habitación, Alyssa no creyó poder sentir más repulsión que en ese momento de su vida. Ahí estaban, sus familiares más cercanos y el exnovio más vomitivo que tuvo nunca. Su padre; Enrico, esbozaba una sonrisa llena de satisfacción. Alex le clavó sus ojos encima a Amelia en cuanto entraron a la sala, pero al notar que venía con Alyssa, desvió la mirada enseguida.

Cada quien pasó a ocupar su respectivo lugar.

Le hicieron algunas preguntas a Fai Chai para ver si sus respuestas coincidían con su declaración inicial. Alyssa no pudo evitar sonreír al rememorar el momento en el que Fai se largó de la Base Uno con varios golpes encima. De no ser porque Amelia le dio un codazo, no se habría dado cuenta nunca de que el fiscal la había convocado al estrado para declarar.

— Gracias.

— Lo harás bien - Murmuró Amelia.

El fiscal la hizo decir su nombre, su edad y su lugar de residencia actual. Alyssa se vio obligada a decir que se encontraba en Base Uno bajo la mirada acusadora de su padre Enrico, quien la observaba furiosamente desde donde se encontraba.

— ¿Por qué razón abandonaste tu hogar en la Ciudad de México, donde viven tus padres?

Alyssa sonrió, lista para jugar su mejor carta. Annie Heredia dio un paso al frente.

— Carpeta de investigación 730 de Alba Dorada por violencia intrafamiliar y maltrato infantil. Alyssa era (y sigue siendo) menor de edad cuando se empezaron a cometer injurios hacia su persona. Se le privó de alimentos, atención médica y productos de primera necesidad así como se le condicionó la estancia en su casa, se le golpeó en repetidas ocasiones y los exámenes psicológicos que le hicieron en Base Uno de Alba Dorada indican que ha desarrollado múltiples trastornos estos últimos tres años.

Se hizo silencio en la sala. Sin embargo, Annie Heredia no tenía intenciones de parar y el fiscal estaba demasiado anonadado como para intentar detenerla.




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