Tras la fiesta, Ezra le pidió a Alyssa que se reuniese con él en el techo de la Base Uno, como la vez que Alyssa subió sin saber que él estaba ahí. Una vez subió las escaleras de caracol, se encontró al joven líder de Alba Dorada recargado de espaldas al tanque de agua de Base Uno.
Alyssa caminó hacia él, quien como siempre, observaba el horizonte; por lo visto, Ezra realmente amaba las puestas de sol.
— Me recuerdan a Saheeli - Musitó Ezra, suspirando al ver el sol a pocos minutos de ocultarse en el horizonte.
— ¿Quién es Saheeli? - Quiso saber Alyssa, intrigada por la actitud tan solemne que mostraba Ezra.
— Ella es... era alguien de quien estuve enamorado. Un agente del Quincunce, la organización de Zeta (los primeros enemigos de Alba Dorada) tenía la misión de mantenerme distraído para que no hiciese mis labores como agente de Alba Dorada y se dedicó a enamorarla aún cuando estaba yo tan cerca de pedirle que... ah, no es nada. Solamente es alguien que estuvo y se fue.
Por lo visto, era mucho más, pues eso debió pasar hace años y Ezra la seguía recordando con tanta intensidad.
— ¿No la seguiste?
— Ella tomó una decisión. No la amaría realmente si no hubiese respetado esa decisión.
Alyssa entendía eso perfectamente; por el mismo motivo, sabía perfectamente que Fai Chai no la amaba aunque decía hacerlo. Él nunca fue capaz de respetar sus decisiones, sus ideas... nada. A Alyssa le habría gustado tener a alguien más sano a su lado: alguien como Ezra.
— ¿Para qué me llamó? - Preguntó ella, intentando recuperar el hilo original de la conversación.
— Te quedan poco menos de tres semanas antes de ser mayor de edad, ¿no?
Ella asintió; con todas las cosas que habían pasado, no había tenido mucho tiempo para pensar en su cumpleaños número dieciocho. Sin embargo era verdad: pronto sería mayor de edad y esa pesadilla terminaría.
— Dime, ¿por qué esperar? Según Fai Chai, tus parientes intentarán entrar a la mansión de Dominico pronto y considero que es buena idea adelantarnos; si conseguimos atraparlos en pleno allanamiento de morada, podré usar mi influencia como dirigente de Alba Dorada y hacerlos desfilar directo a la cárcel.
— ¿Insinúas que sería buena idea colarme en la mansión?
— En calidad de agente, sí. Es la mejor idea si quieres recuperar tu mansión y tenerlos ocupados con una o dos demandas, lo que frenaría su propia demanda para quedarse con tu propiedad.
— ¡Porque habrían intentado apropiársela por medios ilícitos en vez de esperar la resolución del juzgado! - Se emocionó Alyssa - ¡Gracias!
Acto seguido, se abalanzó sobre Ezra para abrazarlo, gesto que lo sorprendió, pero no lo hizo apartarse: El chico le devolvió el abrazo mientras los últimos rayos de sol desaparecían detrás de los árboles que adornaban el horizonte de La Ciudad.
— Por cierto; llévate a los agentes que se te dé la gana: Lo justificaré diciendo que estamos protegiendo los intereses de Alba Dorada al cuidar de tu herencia.
Alyssa asintió mientras se dirigía de regreso a las escaleras de caracol. Ya sabía a quiénes llevar consigo.
— Entonces... quieres llevarte a casi todos nuestros agentes para tu misión - Intentó asimilar Carol, la segunda al mando de Ezra.
— Yo le di autorización para disponer de nuestros agentes. Después de todo, ella y su tío son nuestros grandes inversionistas y deberíamos proteger nuestros intereses, ¿no? - Apareció Ezra para tranquilizar a Carol.
En la sala de juntas se encontraban solamente los tres; el resto muy probablemente estaría en sus cuartos o bien, en la sala común de la Base Uno.
— ¿A quiénes te llevas?
— Quiero a Gastón como conductor designado, Amelia Hardeen como segunda al mando, Natalia, Keith, Samuel y Daniela como fuerzas básicas.
— ¿Siete agentes para ir a vigilar tu casa? ¿No es algo excesivo?
— No lo es - Sentenció Ezra, decidido a que Alyssa se hiciese cargo.
Carol se encogió de hombros. Tras murmurar un "supongo que no hay nada más que decir", se retiró, dándole luz verde a Alyssa, quien no tardó ni diez segundos en bajar corriendo a la sala común para decirle a su recién escogido equipo que tenían trabajo que hacer. La gran mayoría ya estaba ahí, y quienes no bajaron enseguida, listos para la acción.
Amelia vestía su característico uniforme especial de la Copa Escarlata, de negro y rojo en lugar del amarillo y blanco que era típico de Alba Dorada, pero ahora tenía sutiles líneas color gris claro a los costados, recorriendo el espacio entre sus hombros y sus caderas y en las separaciones entre las partes rojas y las negras.
— ¿Te gusta? - Preguntó Amelia - A las de Copa Escarlata nos dieron trajes antibalas la semana pasada.
Cierto. Según Alyssa recordaba, Amelia había estado siendo convocada a varias misiones con otras miembros de Copa Escarlata. El resto del equipo vestía ya sus uniformes estándar de Alba Dorada, Alyssa incluida.
Gastón esperaba ya junto a la furgoneta, en la que subieron los otros seis miembros del equipo, listos para conducir hacia la Zona 4, el distrito de La Ciudad en el que se encontraba la mansión Pendragon. Durante los diez o quince minutos de camino, Alyssa pudo conocer mejor a Daniela y Samuel, del equipo de Adhara, quienes dijeron que la chica seguía lesionada y en recuperación en un hospital.
También habló con Gastón, quien aparentemente visitaba seguido el memorial de los caídos, una cripta en la que se almacenaban los cuerpos de todo miembro de Alba Dorada caído. Incluso algunos cuyo cuerpo no había sido encontrado nunca tenían un sitio ahí y por lo visto, Gastón tenía que visitar a muchos seres queridos ahí.
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Editado: 26.08.2021