El dragón de jade

XV


Amelia se sacó una daga enfundada en su bota y se puso de espaldas a la pared, junto a la puerta; lista para rebanarle el gaznate a la primera persona que se asomase.

Mientras tanto, Alyssa rebuscaba como loca en aquél sitio.

— Quizá no lo pensamos tan bien.

El estudio de su ya difunto tío era enorme; tenía dos pisos, una escalera con rueditas para buscar en los estantes de libros que estaban fijados en enormes nichos de las paredes.

— Necesitaremos refuerzos - Pidió Keith por radio - Fai Chai y Enrico tienen pistolas glock y el hermano travesti de Alyssa cogió un picahielos de la cocina en la planta baja.

Alyssa logró reprimir el impulso de corregir al idiota de Keith y decirle que su hermana no era un hombre travesti, sino una mujer trans, pues por más mal que le cayera su hermana, no era motivo para negar su identidad. Sin embargo, con Keith toda esa palabrería era inútil.

— ¿Alyssa? ¿En qué piensas? - Preguntó Amelia, quitándole el seguro al despacho - Saldré a ayudarlos, pero asegúrate de cerrar aquí, ¿vale? Te compraremos todo el tiempo posible.

Amelia cerró la puerta tras de sí y Alyssa se apresuró a ponerle el seguro de nuevo e inmediatamente después, comenzó a buscar nuevamente en el despacho; su tío debía tener cosas útiles ahí guardadas, pero aparentemente, era todo un santo y no guardaba ni un arma sencilla bajo el escritorio.

Resignada, cogió de nuevo la copia del testamento de su tío y se recargó en una de las paredes de ladrillo para revisarlo, pero en vez de topar con un muro totalmente sólido, sintió cómo el ladrillo en el que hundió su codo derecho se sumió respecto al resto de la pared.

Junto a dicha pared estaba uno de los estantes del amplio estudio, decorado en el techo con un candelabro de araña con luces eléctricas y con altas cortinas corredizas. Dicho estante empezó a descender a velocidad constante mientras que Alyssa escuchaba un sistema mecánico funcionando.

— No... esto es demasiado cliché - Murmuró Alyssa para sí al ver lo que parecía ser un pasaje secreto. Sin embargo, no conducía a ningún otro sitio; sin embargo, una vez descendió, se quedó ahí en donde estaba; sobre el espacio vacío que había quedado frente a dicho estante, había una luz tenue proveniente de una especie de habitación oculta sobre el estudio de su tío.

Alyssa caminó al espacio vacío, esperando a que siguiese descendiendo, pero no ocurrió nada. Entonces, el ladrillo que oprimió por error volvió a su lugar, emitiendo el sonido ahogado de un resorte aflojándose rápidamente, como si la presión en él se liberase; al mismo tiempo, un ladrillo que estaba perfectamente en su sitio en aquél espacio sonó como si otro resorte se soltase y un ladrillo más a la derecha de Alyssa se soltó.

— ¿Será que...

Era de hecho algo ingenioso; Alyssa pulsó dicho ladrillo salido y los engranajes que escuchó antes se pusieron a funcionar nuevamente, accionando un mecanismo que elevó el estante de librería de vuelta a su sitio y a la plataforma de piedra sobre la que estaba de pie Alyssa, ascendiendo hasta la habitación que descubrió poco antes.

La vista era increíble; parecía una especie de baticueva llena de aparatos extraños y lucecitas brillando en dicho recinto a oscuras todo el tiempo. La principal diferencia era que la baticueva era más bien subterránea y dicha guarida secreta se encontraba encima del despacho de su tío y parecía abarcar gran parte del penúltimo piso de la mansión.

Alyssa se paseó por varios estantes llenos de artilugios extraños mientras prestaba atención a la parte central; una especie de taller para crear más aparatos extraños. Al mismo tiempo, Alyssa desvió su mirada hacia lo que parecía ser la exhibición principal; era un traje de color verde oscuro con detalles en verde azulado, blanco y negro. Tenía incrustaciones de piedrecillas en la parte exterior de los brazos, codos y antebrazos, además de en las rodillas y otras partes con las que potencialmente se podría golpear a alguien.

Al mismo tiempo, el casco que acompañaba al resto del traje tenía adornos que evocaban la cara de un dragón, pero no como los dragones europeos que salían en Canción de hielo y fuego, El Hobbit u obras similares; era más semejante a los dragones asiáticos y americanos, como si fuese una serpiente.

— ¿Qué es esto?

"Reconocimiento de voz activado: Alyssa Pendragon" anunció una voz automatizada en alguna parte de aquella guarida extraña.

— ¿Uh? - Exclamó Alyssa, confundida.

En una pantalla tridimensional como la que Ezra tenía en la sala de juntas de Base Uno, se proyectó un video con la cara de Dominico Pendragon, el tío de Alyssa.

— ¿Qué?

"Hola Alyssa" dijo el Dominico del video. "Si estás viendo esto es porque desgraciadamente no pude enseñarte mi legado a tiempo. Te presento un proyecto que había estado desarrollando antes de firmar con Alba Dorada y patrocinarlos: Lo llamé 'El Dragón de Jade'. Siempre quise ser un superhéroe, pero creo que ya estoy muy grande para eso, ¿no?" dijo aquella proyección tridimensional de Dominico, quien lucía como siempre se había visto; un señor con rostro casi cuadrado, barba recortada y de buen vestir, una sonrisa cautivadora y cabello corto y bien peinado. El tío de Alyssa siempre había sido muy carismático.

"Sin embargo, creo que tú tienes el potencial. Siempre has sido lo mejor de nuestra familia, Aly. Siempre lo serás y sé que también puedes llegar a más. Yo quiero... perdona, quise ayudarte en todo lo que te propusieras, pero creo que a tu padre no le gusta nada que venga de mí. Desde que tu abuelo lo echó de casa por haber embarazado a tu madre, ha vivido con resentimiento. No sé si sea bueno o malo, pero sé que esto no le va a gustar. No quiero obligarte a aceptar el plan de vida que creé para ti, pero sí quiero que sepas que tendrás mi respaldo."




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.