El dragón de jade

XVII


Minutos antes

Alyssa salió a pie hacia la puerta principal de la mansión; hacía rato que terminó el atardecer y había dado paso a la noche. Con su traje nuevo puesto, Alyssa estaba procesando apenas lo que ocurría.

En el taller de su difunto tío había varias cosas más aparte del traje, además de otras armas y aditamentos para el mismo; a decir verdad, Alyssa aún estaba procesando todo eso cuando escuchó gritos y sonidos de metal chocando contra metal en el segundo piso. Extrañamente, eso no la hizo avanzar más rápido, sino que en lugar de eso, pensó en que probablemente sus amigos de Alba Dorada estarían reteniendo a la perfección a sus parientes y exnovio.

No se equivocaba del todo, pues al llegar al pabellón justo en la entrada de la casa, pudo ver a su madre intentando coger una estatuilla ornamental de encima de una mesa. Alyssa supo que su madre no la iba a reconocer, pese a que ella sí podía verle claramente el rostro; para mantener el efecto de misterio, Alyssa decidió no quitarse el casco.

— ¿Quién eres? - Preguntó Julia Pendragon, intentando no temblar frente a la persona disfrazada de dragón color verde oscuro frente a ella.

— Deja la pieza en su sitio - Ordenó Alyssa, a sabiendas de que su voz se escucharía un tanto distorsionada gracias al modulador del traje.

— ¡Madre! - Exclamó Alex, siempre oportuna, acercándose a ella sin haber visto a Alyssa frente a él - ¡Están golpeando a papá allá arriba! - Lloriqueó.

— Déjalo - Dijo la señora Pendragon - Coge algo, robémoslo y vayamos a vivir a otra parte.

— Mamá... ¿estás bromeando, cierto?

La madre de Alyssa titubeó un segundo, pero intentó reafirmar su postura inmediatamente después.

— No. Ese golpeador no nos va a retener. Todo esto fue su idea y ahora...

Alyssa se hartó y decidió que el mejor castigo para sus familiares era ser condenados a soportarse eternamente los unos a los otros. Entonces, extendió su brazo y de un pequeño compartimento, disparó un fino cable de malla que quedó amarrado alrededor de una pierna de la señora Pendragon. Alyssa disparó el otro extremo del cable hacia una barra que servía para colgar cortinas. Al pasar el cable del otro lado, tiró de él y lo amarró rápidamente contra el primer objeto sólido y pesado que pudo encontrarse.

Alex echó a correr.

Mientras atravesaba tan rápido como podía el primer piso de la mansión, Alyssa empezaba a apreciar la constitución de la misma; realmente era un sitio acogedor una vez lo observabas con detenimiento (cosa que ella no podía darse el lujo de hacer, dada su situación). Alex iba tirando y empujando cosas en su carrera, creyendo que así entorpecería los agigantados pasos de Alyssa sin saber que de hecho, le estaba dejando un reguero de pistas de a dónde se dirigía mientras trataba de escapar y esconderse de ella.

Harta de correr tras su hermana, Alyssa decidió disparar otro de sus cables hacia las piernas de Alex, esta vez soltando ambos extremos con un disparo, ocasionando que su cable de malla se enredase alrededor de las piernas de Alex a media carrera, haciéndola tropezar consigo misma y caer al suelo sin meter las manos, rozando su mejilla contra un pedestal de madera, saliendo un pequeño brote de sangre de ella.

— Por favor... - Suplicó Alex, temerosa ante el desconocido con traje de dragón puesto.

Alyssa decidió quitárselo por un breve momento.

Cuando Alex pudo ver la larga cabellera con mechones teñidos de verde, se desconcertó lo suficiente como para que Alyssa le disparase un segundo cable que se enrolló en la muñeca de su hermana. Acto seguido, disparó el otro extremo a una viga del techo, retrasando cualquier posible intento de escape a Alex.

—¿Qué? ¿Por qué? - Lloriqueó Alex - ¿Por qué haces esto?

— Porque se están metiendo con lo que es mío.

— ¡Pero no es justo que vayas a quedarte todo eso!

— Pude haberlo compartido si no me lo intentasen quitar, Alex. Tampoco soy una salvaje.

Alex torció una sonrisa.

— ¿Eso significa que...

— Por el poder que Alba Dorada me confiere, te arresto a ti, Alexa Pendragon, por los presuntos delitos de allanamiento de morada, daño a propiedad privada y crimen organizado. Tienes derecho a permanecer en silencio y todo lo que digas puede ser usado en tu contra en un debido proceso legal. ¿Cómo te declaras?

Alex no dijo nada. Eso fue bastante inteligente de su parte.

— Hazme un favor y quédate aquí mientras alguien llega a buscarte.

Alyssa se puso de nuevo su casco y sacó su comunicador de Alba Dorada para mandar un simple mensaje: "He capturado a los dos primeros, revisen la mansión hasta encontrar a Julia y Alexa Pendragon".

Justo después de eso, Alyssa empezó a subir las escaleras lentamente hasta que se encontró frente a ella a Keith, quien sin reconocerla, le apuntó con su arma taser, como si pudiese paralizar a Alyssa con ese juguetito.

— ¿Quién eres? - Gritó Keith.

— Perdona - Se disculpó Alyssa - Aún no me acostumbro a usar esta cosa.

Alyssa se quitó el casco nuevamente, revelándole su identidad a Keith mientras sostenía aquella pieza del traje bajo el brazo izquierdo.

— ¿Vas a ayudarme o piensas quedarte viendo?

Keith no dijo nada más y se apresuró a seguir a Alyssa hacia donde estaba Amelia, quien ya había dejado bastante golpeado a Fai Chai a pocos metros de donde estaba Keith peleando con el señor Pendragon, quien en ese momento estaba tirado en el piso junto a las escaleras, con una leve herida en la mano derecha.

— ¿Están todos bien? - Quiso saber Alyssa al llegar con sus amigos.

Amelia y Natalia asintieron. Entonces, tras ellas, alguien abrió la puerta y sujetando un arma de fuego, le apuntó a Keith May en la nuca.

Enrico Pendragon jadeaba, su mano derecha estaba colgando de su cuerpo, mientras que la izquierda era la que sostenía la empuñadura de su glock, intentando lucir amenazador.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.