El dragón de jade

XVIII


En la camioneta a la que Keith, Amelia y Alyssa subieron (cuyo conductor era Gastón), sonaba música en la radio. Conforme la adrenalina abandonaba el cuerpo de Alyssa, la chica comenzaba a procesar del todo lo ocurrido en la que ahora sería su nueva casa. ¿O sería mejor seguir viviendo en la Base Uno por un tiempo?

No le dio tiempo para decidirlo para sus adentros, pues Amelia le hizo una pregunta que los chicos no pudieron escuchar (puesto que Keith estaba en el asiento de copiloto, junto a Gastón.

— ¿Y ahora qué? - Quiso saber la seria y usualmente inexpresiva amiga de Alyssa - ¿Qué harás después de esto?

— Supongo que haré varios acuerdos con Alba Dorada; probablemente vaya un buen tiempo a Angelópolis, ya sabes. ¿Qué harás tú?

— Creo que volveré a hacer misiones con las otras de Copa Escarlata. Son unas chicas increíbles, en serio. Son las únicas amigas cercanas que tengo aquí desde que Kai se fue.

— Lo extrañas, ¿verdad?

— Si no fuera porque trabajo en Alba Dorada, no hablaría con nadie más que no sea él - Declaró Amelia Hardeen con un sumamente serio semblante.

— Entiendo. Si alguna vez necesitas algo... créeme. Estaré muy feliz de ayudarte.

— No necesitas retribuirme nada de lo que hice, ¿vale? - Aclaró Amelia - Pero si necesito algo, ya te diré.

Nada más llegaron a Base Uno, Amelia se detuvo en la entrada para contestarle los mensajes a su madre, dejando que Alyssa entrase primero, seguida de Gastón y Keith mientras que poco a poco, varias camionetas más repletas de agentes (y prisioneros) se estacionaban en el amplio patio afuera de la Base Uno.

En la sala de juntas, Ezra Saucedo esperaba pacientemente a Alyssa, de pie y con la mirada perdida hacia el exterior de la ventana, contemplando el cielo como siempre solía hacer en sus tiempos libres.

— ¿Me buscaba, jefe?

Ezra asintió y decidió tomar asiento después de pedirle a ella que hiciese lo mismo.

— Ya sabes que no tienes que decirme jefe. Además, quiero hablarte de un posible ascenso. ¿Qué tal te sentaría entrar a la segunda Prueba Dorada? Podría mandarte ahí cuanto antes. Después de todo, empieza en dos semanas.

Ella asintió mientras dejaba el casco de su traje sobre la mesa.

— También necesito un favor; quiero ir a la Ciudad Dorada a hablar con Nora y Eleazar.

Ezra sonrió, emocionado por aquella idea.

— Podemos salir ahora mismo si quieres - Sugirió el jefe Saucedo.

— Está bien, pero quisiera que llevemos a alguien más con nosotros, ¿va?

Tras descender del helicóptero en aquél viaje exprés a la Ciudad Dorada en Angelópolis, Puebla, Ezra Saucedo, Alyssa Pendragon (vestida con el traje del Dragón de Jade) y Amelia Hardeen se dirigieron al edificio administrativo a primera hora de la...

Tras descender del helicóptero en aquél viaje exprés a la Ciudad Dorada en Angelópolis, Puebla, Ezra Saucedo, Alyssa Pendragon (vestida con el traje del Dragón de Jade) y Amelia Hardeen se dirigieron al edificio administrativo a primera hora de la mañana. Con suerte, llegarían antes de cualquier otra persona para poder sacar la primera cita con Nora Vera, la jefa administrativa de la organización.

La recepcionista les indicó a los tres que podían pasar enseguida, hecho que emocionó aún más a Alyssa, quien tomó la delantera hacia el elevador y recorrió la sala circular; una pequeña extensión del total del primer piso del edificio administrativo.

Conforme ascendían en el elevador de paredes transparentados y bordes blancos, Alyssa no pudo evitar golpetear el suelo con el talón izquierdo, tratando de desahogar su emoción de algún modo. Amelia le tomó la mano tal y como Alyssa solía hacer con ella cuando le daban ataques de ansiedad en su época del Instituto; un bonito gesto que pudo devolverle a su amiga en ese momento.

Cuando el elevador se abrió, Ezra salió primero y se dirigió al escritorio central de aquél nivel de la torre, donde se encontraba únicamente Nora Vera y sus guardias; cuatro hombres de más de 1.90, con bastones de tridente eléctrico en sus dos extremos, todos ellos con trajes dorados y negros, además de guantes, máscaras y otros aditamentos que no dejaban ni un rastro de piel al descubierto.

— Pueden tomarse un descanso de veinte minutos chicos - Les ordenó Nora al ver entrar a Ezra Saucedo seguido de Alyssa y Amelia - ¿Qué trae por aquí a mi lugarteniente? - Quiso saber aquella regia mujer que no podía tener más edad que Alyssa, pese a verse más vieja y más sabia, como si hubiese tenido que vivir mucho en poco tiempo - También está aquí la jefa de Copa Escarlata y... lo lamento, a ti no te reconozco - Le dijo a Alyssa, cuyo casco estaba plegado en su traje y le permitía a Nora contemplar su rostro.

— Mi nombre es Alyssa Pendragon, sobrina de Dominico Pendragon - Contestó Alyssa con voz firme y segura, aunque intentaba no temblar.

— Ya veo. Lamento lo de...

— No importa mucho ahora - La cortó Alyssa - He venido porque me interesa darle continuidad a los proyectos de Dominico Pendragon en cuanto a Alba Dorada se refiere - Contestó Alyssa - En poco más de dos semanas, cumpliré la mayoría de edad y entonces, podré destinar mis recursos a terminar Ciudad Dorada y otros proyectos.

Nora observó atentamente a Alyssa.

— El día que Dominico Pendragon me mostró el prototipo del Dragón de Jade, dijo que no estaba a la venta para la organización - Sonrió ella - Que era para alguien más. Yo no sabía que hablaba de ti.

Alyssa se puso tensa por un momento y deseó que Amelia estuviese junto a ella para apretar su mano. pero pronto, Nora continuó hablando y no le dio tiempo para entrar en pánico.




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