sumergió la toalla en el agua. Lentamente, como si temiera tocar al hombre, presionó la tela contra su pecho ensangrentado. La deslizó hacia abajo y se detuvo a la altura del abdomen. Enjuagó la toalla y repitió el movimiento. Apartando la cadena, limpió la sangre seca de su piel. El torso musculoso despertó en la joven deseos inapropiados. Quería abrazarlo, besarlo y sentir con sus manos aquel fruto prohibido. Incapaz de contenerse, rozó con la punta de los dedos sus firmes pectorales. De los labios del hombre escapó un gemido casi imperceptible. Meredith retiró la mano de inmediato.
—¿Te duele? Perdóname, no quise lastimarte.
—No duele. Para ser sincero, casi no siento los músculos de la espalda, las piernas ni los brazos. Están entumecidos.
La joven llevó la mano a la boca.
—Es horrible. Ojalá pudiera liberarte.
—Pero sí puedes quitarme estas cadenas.
Meredith volvió a sumergir la toalla en el agua y apretó los labios. Quería ayudarlo, pero no podía arriesgarse. Continuó limpiándolo. Tocó sus brazos, hombros, espalda y abdomen.
—Entonces te transformarás y podrás romperlas.
—Sí, espero hacerlo y así poder mover un poco los músculos.
Meredith quedó inmóvil, sin notar siquiera cómo el agua caía de la toalla al suelo. Al percibir su duda, Kairan frunció el ceño.
—Lo sabía. No lo harás. Todas tus palabras de compasión no valen nada.
—De verdad quiero ayudarte, pero si le quito las cadenas, Sirián matará a mis hermanas.
—Y si no lo haces, él acabará matándome a mí. No te preocupes, lo entiendo. Yo tampoco arriesgaría mi vida por una criminal cualquiera.
—No eres un criminal cualquiera, tú… —Meredith no encontró las palabras. No podía confesar que él no le era indiferente. Ese hombre se había instalado en sus sueños, hacía que su corazón latiera sin control y avivaba un fuego en su interior.
Presionó la toalla contra su pecho y observó su rostro. La mirada del hombre se detuvo en sus labios. Meredith se inclinó hacia él de manera inconsciente. Sentía su corazón latir bajo su mano y su respiración pesada elevarle el pecho. Con voz ronca, Kairan susurró frente a ella:
—¿Qué soy para ti?
¡El hombre que amo! Meredith estuvo a punto de decirlo. Se asustó de sus propios pensamientos. No, no era amor. Solo le gustaba muchísimo. Se quedó sin palabras. Kairan continuó por ella:
—Un prisionero al que debes alimentar y preguntar dónde está la corona del linaje.
—Pero no te pregunto.
—Una lástima, quizá te lo habría dicho.
Los ojos de Meredith se abrieron de par en par. ¿Acaso él lo sabía? Después de soportar todas las torturas, Kairan afirmaba no conocer la ubicación de la corona. Sus ojos brillaban con picardía, y ella no sabía si hablaba en serio. Él se inclinó hacia la joven y acortó los escasos centímetros que separaban sus labios.
Un roce leve la abrasó de pies a cabeza. Detrás se oyó el chirrido de la puerta. Kairan se apartó de inmediato, pero la joven quedó paralizada, con la toalla aún sobre su pecho. No entendía por qué él la afectaba tanto. Como si hubiera despertado de un hechizo, Meredith se giró y vio a Torian. Entró en la habitación con paso decidido, las facciones tensas.
—Meredith, no es apropiado que lave al prisionero. Ni que lo alimente.
La joven retiró la toalla del cuerpo de Kairan y la sumergió en el agua.
—Es mi prisionero. Yo lo capturé y soy responsable de su vida.
—Aun así, los sirvientes pueden encargarse de alimentarlo —Torian se acercó al cautivo, observándolo con evidente desagrado. Lo miraba como a un rival. Meredith se puso de pie.**
—No se preocupe por ello, duque Maxwell.
—Si ya ha terminado, me gustaría comenzar el interrogatorio.
La imagen del interrogatorio con descargas eléctricas cruzó la mente de Meredith con una claridad dolorosa. Su corazón dio un brinco. No podía permitir que lo lastimaran. Tomó el cubo con firmeza.
—Yo ya lo he interrogado.
—¿Y obtuvo la información necesaria?
—Es imposible obtener información de quien no la posee.
Torian la miró fijamente. Insolente, desafiante, burlón. Estaba claro que no la tomaba en serio. Se arremangó, como si se preparara para los tormentos más crueles.
—¿Está segura de eso? No me sorprendería que, después de mis métodos, Kairan recordara ciertos detalles importantes que convenientemente olvidó
Editado: 15.12.2025