El dulce sabor del amor

12

 Relájate, respira... expira, sonríe. No, así no que parece que enseñas los colmillos lista para atacar cual loba. Esto será más difícil de lo que pensé...

- ¿Estás con alguien allí dentro? – La voz de Drake hizo que diera un pequeño salto.

- Estoy hablando por teléfono. – Mintió enseguida.

- ¿En el baño? – La incrédula voz de Drake hizo que apretara los dientes ¿Es que no podía tener un respiro de él?

 

- ¿Algún problema? – Le contestó molesta.

- No, solo que es... raro. - Ella abrió la puerta enseguida y se topó con él por supuesto, que tenía una mirada de curiosidad y diversión plantada en su hermosa cara.

- Soy rara. – Dijo simplemente y caminó por el pasillo hacia su cocina con él atrás siguiéndola. - ¿Quién te puso en el mostrador? – Preguntó mientras intentaba ponerse el mandil, lo curioso es que ponérselo era la cosa más fácil del mundo pero tenerlo delante la ponía bastante tonta. Él como si nada se acercó se lo quitó de las manos y con toda la tranquilidad del mundo se lo puso y lo ató por detrás. Sin que él se diera cuenta Candy tragó saliva y se alejó en cuanto pudo. – Gracias. – Dijo con voz queda ¿Se habría puesto roja?

- Murray dijo que sería buena idea que estuviera allí.

- ¿Ah sí? Tan listo él. – Dijo con ironía.

- Bueno, estaba lleno de clientes...

- Clientas más bien. – Le interrumpió ella y al instante lo lamentó. – No cabe la menor duda de que tuviste un gran éxito. – Añadió rápidamente y empeorándolo todo.

- ¡Estás molesta! – Dijo con voz triunfal.

- Tengo mis razones.

- ¿Sólo por qué no te dejaban entrar?

- Murray chismoso – Musitó – ¡No, no solo por eso! – Exclamó de pronto.

- ¿Entonces...?

Buena pregunta ¿Y entonces? ¿Entonces qué carajo le digo? Imperiosa por encontrar una respuesta dijo lo primero que se le vino a la mente.

- ¿Qué le voy a decir a todas esas mujeres cuando ya no estés? ¿Qué eras empleado temporal? ¿No te pusiste a pensar que probablemente mis ventas bajarán? – Ok, estaba siendo exagerada pero no le quedaba de otra.

- ¿Por eso estás tan molesta?

- ¿Crees que habría otro motivo? – Dijo dirigiéndose a la mesa de trabajo y empezando a golpear más que amasar un gran trozo de masa para galletas.

- Prefiero no contestar. – Dijo él y ella le lanzó una mirada asesina. Drake alzó las manos en un gesto de rendición. – ¡Las que no te dejaban pasar fueron ellas no yo!

- Te espera una pila enorme de trastos sucios. – Le anunció.

- ¿No tienes idea de lo rápido que soy lavando trastos verdad? – Le dijo con una sonrisa.

 

¿Qué acaso todo para él era divertido? ¿No se suponía que alguien como él jamás en la vida había osado lavar un plato? Seguro tenía una legión de sirvientes atendiéndole a él y a sus hermanos de toda la vida. ¿Por qué rayos lucía tan contento?

- Ellas están aquí porque tus postres son deliciosos. – Le dijo él de pronto desde el fregadero. – No por mí.

- Eso lo sabré dentro de unos días cuando ya no estés aquí. Si las ventas bajan, planeo demandarte.

- ¡Santo cielo, sí que estás molesta! – Exclamó él para luego soltar una carcajada.

- ¿Tú no lo estarías?

- Claro que no, si tú fueras a mi empresa y empezaras a atraer clientes en lugar de enojarme te contrataría.

- ¿Ósea que estás aceptando que todas esas mujeres estaban aquí por ti y no por mis postres? – Candy dejó de golpear la masa y lo miró.

- No. Sólo es una comparación, pero, ¿estás celosa?

- El que está celoso es Murray, él nunca ha atraído a semejante cantidad de féminas. - ¿A quién quería engañar? Claro que ella lo estaba, pero ni loca se lo daría a demostrar o al menos intentaría no ser tan obvia. – Lo que estoy es preocupada por mi negocio.

- Así que... ¿Ni un poquito celosa? – Insistió él.

- Ni siquiera voy a contestar a eso.

 

El corazón le latía a mil por hora ¿quería matarla o qué? ¿Por qué le preguntaba eso? ¿Qué pretendía? Relájate Candy, relájate se dijo a sí misma. Así que lo ignoró y siguió con las galletas. Tarde se dio cuenta que ese día ella no hacía galletas y que la masa debía estar en el refrigerador, dejó de agregar harina. Pero dadas las ventas del día probablemente tendría que trabajar el doble. Tenerlo cerca no hacía precisamente sencillo el preparar, hornear, nada... Se distraía con facilidad, él la distraía, lo oía canturrear una canción como si estuviera haciendo la cosa más divertida del mundo, ella en lo particular odiaba lavar trastos, el sonido de su voz la hipnotizaba pero, ¿a quien quería engañar? Todo en él la ponía en un estado patético. De pronto entró corriendo Sally y cual misil teledirigido fue hacia Drake, por supuesto.

 

 



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En el texto hay: diversion, amor, resposteria

Editado: 05.12.2020

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