De pronto entró corriendo Sally y cual misil teledirigido fue hacia Drake, por supuesto.
- Yo lavo eso. – Le dijo a Drake y él le sonrió haciendo que ella se ruborizara.
- Oh por Dios. – Suspiró Candy. – Hoy te quiero en el mostrador. – Le dijo a Sally que pareció no oírla.
- Podemos lavarlos los dos si quieres. – Le decía su empleada a un Drake que no ponía resistencia alguna, el muy...
- ¿Sally? ¡Sally! – Tuvo que levantar la voz.
- ¿Si? – Dijo Sally pero sin verla, enfocada totalmente en Drake.
- Vete al mostrador. No voy a desperdiciar dos pares de manos para lavar platos.
- ¿Pero, por que? – Dijo ella aun embelesada en Drake quien parecía verlo todo muy divertido.
- ¡Cielo santo! – Exclamó Candy llevándose una mano a la frente en un gesto cansado. – Drake ¿podrías sacarla de su trance y enviarla al mostrador?
- Sally... - Dijo él.
- ¿Sí? –Contestó la aludida con mirada soñadora.
- ¿Podrías ir al mostrador por favor?
- Claro, lo que tú digas. – Se dio la media vuelta y se fue.
Candy no sabía si reír o llorar.
- Eres un peligro, definitivamente.
- ¿Yo? – Preguntó con inocencia.
- Sí, tú. Por lo que... - Se calló cuando él se acercó a ella.
- Si yo soy peligro tú eres caos, mírate llena de harina. – Limpió su frente con la mano y la posó en su mejilla.
¿Y ella se atrevía a culpar a Sally de atontarse por Drake? Estaba tan cerca que pudo tener la dicha de ver sus ojos, ya sabía que eran negros pero esta vez vio que había pequeñas motitas cerca de su iris de un tono más bajo, algo así como chocolate oscuro.
- Chocolate... -Dijo ella.
- Harina... esto me recuerda aquella vez, con la harina...nunca antes habría pensado que la harina podría resultar tan atrayente.
Inclinó la cabeza lentamente ¿iba a besarla? ¡Iba a besarla! Y ella no planeaba impedirlo aunque, ¿sería buena idea? Hace un momento le reclamaba y le increpaba y ahora, solo porque sí ¿Le dejaba besarla? ¿En que la convertía eso? En una... ¡Que importaba! Iba a besar al hombre de sus sueños, luego pensaría las consecuencias.
- Huevos. – dijo una voz demasiado familiar y ella maldijo interiormente, se separó de un salto de Drake quien aún parecía confundido.
- ¿Cómo dices? – Le preguntó ella a una divertida Silk, quien estaba en la puerta con una enorme sonrisa de oreja a oreja.
- Hola Drake. – La ignoró la muy canalla.
- Hola Silk.
- Algo me dice que se te da muy bien la repostería.
- ¿Tú crees? Al menos lo intento. – Le sonrió.
- No tengo la menor duda de que lo intentas. – Le dijo Silk controlando la risa y más aún al ver a una furiosa Candy que a todas luces quería matarla, no sabía si quería su vida por haber interrumpido lo que iba a pasar o por que como buena amiga iba a ponerlos en aprietos y Candy la conocía tan bien...
- ¿En qué puedo ayudarte? – Le dijo Candy. - ¿Querías huevos?
- No. ¿Por qué? –Preguntó inocente.
- En cuanto entraste mencionaste huevos. – Si apretaba un poco más los dientes podría rompérselos.
- Ah, lo que pasa que tú dijiste harina y Drake dijo chocolate, me imaginé que hablaban de los ingredientes de un pastel, así que quise aportar algo también.
- Que amable, gracias. – Le dijo Candy a punto de rechinar toda la dentadura.
- En realidad ella dijo chocolate. – Dijo Drake con sonrisa pícara.
- Cierto, y tú dijiste harina, siempre está salpicada de ella ¿verdad? A veces al grado de parecer un fantasma, sobre todo si tuvo un mal día, eso me recuerda aquella vez que estabas enfadada y viste los sacos de harina y entonces...
- ¿Quieres un trozo de pasión oscura?- Intervino Candy apresuradamente.
- ¡Claro! – Sin embargo después Silk se detuvo pensativa - ¿Sólo un trozo?
- Te doy todo el pastel si te callas, por el amor de Dios.
- Yo te compro ese pastel si gustas, pero sigue contando la historia.
- Gracias Drake pero deseo conservar la vida. – Respondió Silk mientras miraba la cara de Candy a punto de estallar. – Es más, creo que saldré ahora mismo. Adiós. – Dijo y desapareció con la misma rapidez que había llegado. Pero Silk era mucha Silk y no podía irse sin antes rematar la faena. - ¿Sabes? – Dijo de pronto asomando la cabeza por la puerta - Creo que no estaban hablando de pasteles cuando llegué ¿verdad? – Preguntó con tanta fingida inocencia que Drake se echó a reír.
- Has atinado. – Le dijo él.
- Termina de irte. – Siseó Candy.
- Solo un segundo. – Insistió dirigiéndose a Drake - ¿No te dice nada el hecho de que veas atrayente la harina? Digo, es solo polvo blanco ya sabes, nada amigable con la ropa, ensucia todo y...
- Ya cállate y ve por tu pastel por favor. – Pidió esta vez Candy casi rogándole.
- Lo que si entiendo es que ella al verte piense en chocolate.
¿Ahsí? ¿Qué deduces de ello? – Preguntó un bastante interesado Drake.
- ¿En serio necesito decírtelo? Bueno, a Candy le encanta el chocolate, le fascina comerlo, degustarlo, probarlo... DE-VO-RAR-LO. – Con cada palabra Candy abría más y más los ojos no pudiendo creer que estuviera diciendo todo aquello, iba a morir de eso estaba segura, pero lo haría feliz y satisfecha, había interrumpido el beso pero la verdad es que no había sido por maldad, Drake necesitaba llegar al punto sin retorno, en el cual supiera sin lugar a dudas lo única que era Candy y es que ella tan enamorada con solo verlo perdía la noción de todo, aunque en honor de la verdad el hombre estaba buenísimo y si ella no estuviera casada y súper enamorada de su marido...el caso era que tampoco estaba mal que el hombre supiera que era del agrado de Candy y es que aunque ella de pronto se quedara estática mirándole con arrobo, seguro que momentos antes había estado buscándole pelea conociéndola como la conocía y pelear no es precisamente un buen método de seducción. – Ahora sí, adiós.